Ciudad Real ya parece otra, sobre todo más ciudad, desde que íbamos en familia de compras, alguna vez a ver las carrozas de las Reinas y Damas de muchos pueblos manchegos en el inolvidable Día de la Provincia con excursiones de todas partes a presenciar el acontecimiento, a jugar algún partido de fútbol, a visitar a nuestras hermanas en sus años de Magisterio… Y, al fin, la “mili” que ya nos sirvió para “conquistar” la ciudad, hacer amigos y conocer el periódico donde empezamos a imitar a nuestro padre… salvando muchísima distancia, claro.
Hemos vuelto a verlo, casi todo, a recorrer las calles aquellas que durante un año cruzábamos desde el cuartel hacia las dos plazas, de El Pilar, la estatua de Cervantes a un lado, y la del Ayuntamiento, camino de un cine, un quiosco, una iglesia, una catedral… Ya no hay soldados como antes, como los vimos años después en Alcalá de Henares al llegar a otro destino sin saber siquiera el día anterior a dónde iríamos; ya no están muchas personas, pero nos hemos alegrado al saber que una de las pastelerías antiguas llamada “La Manchega” sigue allí, en su sitio, donde fuimos muchas tardes tan alegres, solos o con compañeros, a zamparnos un mantecado o un bollo suizo o una milhoja, según fuéramos de cuartos… Ochenta años lleva ya con algún cambio de local hasta que en los 70 Emeterio y Ascensión, tercera generación, se hacen cargo de algo tan bonito y romántico, amén de pasión, dedicación y amor, como continuar la estela del abuelo y el padre de Emeterio. Hemos recordado cosas, nos han enseñado páginas de la prensa local, y nos han contado que todo empezó en Almagro, la villa de lo encajes y el famoso Corral de Comedias; la típica panadería o tahona, cuyo olorcito llega siempre al vecino más lejano y al viajero más cercano… O hasta la mismísima plaza de toros en cuya feria no faltaba Sacramento —el abuelo— y sus hijos con su cesta llena de tortas, mojicones o magdalenas, que no todo iban a ser las célebres berenjenas. Y así hasta que se establecieron en la capital. ¡Dulce y laboriosa historia! Hasta Madrid, Salamanca, Estados Unidos y otros países de Europa ha llegado la fama de “La Manchega”. “A la Mancha, manchega…”. Y a otra cosa.
Nos invitaron, el ayuntamiento y el Museo López Villaseñor (en recuerdo a un gran pintor ciudadrealeño), a la presentación de un libro que hemos hecho a nuestro padre: “120 crónicas del ABC en su 120 aniversario”. Todo resultó emotivo, ameno, y allí estaba nuestro querido diario Lanza que en mayo cumplirá 80 años, y nos obsequió con una maravillosa crónica, resaltando tantos escritos del autor, Miguel García de Mora, tanto en el diario madrileño como en otros varios y en el de Ciudad Real donde comenzó a colaborar en los años 40. También iremos con nuestro “Caminando y contando” al mismo lugar en unos días. ¡Gracias a todos! Y al escritor y locutor de radio Juan Martín, tan bueno.
De Málaga, mucho también…
No nos cogió la Semana Santa, tan inmensa, pero volvimos extasiados de Málaga, que también ha cambiado desde que la visitamos en… los 80, camino a Marbella. Aquí, en verdad, hasta da un poco de pena irse, como le dijimos a Manuel García Pérez, taxista ahora, y tan feliz, pero que ha luchado lo suyo desde muy chico arrimando el hombro —casi de hombre— en el cortijo donde trabajaba su padre. Nos gusta siempre conversar con un taxista, porque lo saben todo del lugar, de los pueblos de al lado, de hacer turismo… A Manuel lo conocimos al poner los pies en esta ciudad tan atiborrada de comercios, de bares, de terrazas llenas a todas horas que no se sabe si están desayunando o con la comida, y nos despedimos de él en la misma estación del AVE que parece otra ciudad. En medio, a callejear, claro; el ambiente es impresionante, parece fiesta todos los días. Y un parque junto al gran puerto para llevárselo a casa. Un joven camarero lleno de gracia nos ruega que no nos vayamos sin probar los espetos, y no nos vamos. Nos dice adiós con la mano en su corazón, o viceversa. Y el señor del quiosco, en la calle Larios nada menos, que vio a Sean Connery una vez rodando “Sólo se vive dos veces”. Y otra vez Manuel, nuestro amigo ya, que nos indica dónde está la estatua del gran Chiquito de la Calzada y vamos a verla. Y le prometemos volver para que nos cuente su experiencia en las obras el Metro en Panamá, o la extinción de incendios en veranos pasados. Ya era un hombre…