A Ramona Serrano el 23 de febrero de 1981 le pilló trabajando de bibliotecaria en La Solana, una profesión que ha desempeñado hasta julio de 2023 cuando “con todo el dolor”, dice, lo dejó por jubilación. En medio, cuarenta y dos años en los que ha contribuido a la transformación física de un espacio modesto, hasta convertirse en una amplia biblioteca, moderna y luminosa; y al cambio social y mental de una localidad, una provincia y un país, con las mujeres como grandes protagonistas.
A ella le pasó en lo personal. No eran tantas las que estudiaban y trabajaban fuera de casa a finales de los años setenta. Aficionada a la lectura se licenció en Historia en Madrid y mientras preparaba oposiciones al cuerpo de maestros surgió la posibilidad de ocupar la plaza de bibliotecaria en su pueblo. Se presentó, aprobó, y hasta ahora.
Sin estudios técnicos, ella y otras bibliotecarias se formaron con cursos de catalogación y jornadas específicas promovidas por los primeros gobiernos autonómicos de Castilla-La Mancha. Un trabajo con su parte dura, recuerda, sobre todo al principio, cuando estaba sola y tuvo que catalogar todo el material para años después volcarlo en el ordenador registro por registro.
Serrano es de la generación que impulsó las bibliotecas municipales en la provincia de Ciudad de Real, con otras bibliotecarias, casi todas mujeres. “Si se hace un poco de historia creo que las Misiones Pedagógicas de la Segunda República, mujeres que iban de pueblo en pueblo con bibliotecas ambulantes enseñando a leer y a potenciar el sentimiento cultural, son el germen de que haya más mujeres en esto. En la Biblioteca Nacional la mayoría del personal en esa época era femenino, fue la primera oportunidad de meter el pie y se mantiene en la actualidad. Cuando voy a un congreso de bibliotecas la mayoría somos mujeres”.
Con los tiempos esos espacios han cambiado. La biblioteca Mario Vargas Llosa de La Solana (se creó en 1955) perdió solemnidad y empezó a recibir a todo tipo de público, “hombres, mujeres, niños, mayores, adolescentes”, al que “supimos atraer con actividades que se promovían desde el centro coordinador”.
La mujer como usuaria de biblioteca supera al hombre en el caso de La Solana, “pero por poca diferencia”, remarca Serrano. La presencia de la mujer se nota de forma más clara en los clubes de lectura y las actividades que impliquen socializar. “El hombre prefiere leer de forma individual, en soledad, tenemos lectores muy buenos, críticos, selectivos, y con un nivel alto, pero más reacios a los grupos”.
“Espacios de crecimiento personal abiertos a todos”
Opina que en la sociedad de las tecnologías de la información “las bibliotecas son más necesarias que nunca”, y las reivindica como espacios “en los que está guardada la comunicación de forma verídica, ante tanta desinformación que circula por internet”. También destaca el papel de difusión cultural alejado de cualquier sesgo político, “creo que son espacios de crecimiento personal y colectivo que todo el mundo debería frecuentar”.
También ha cambiado la forma de visitar las bibliotecas en cuarenta años. “No es que los niños no vayan, sino que antes iban a hacer las tareas o consultar los manuales; ahora vienen en grupo o a leer con papá o mamá, esto último algo muy importante. Hay que incidir en la educación de los padres, tenemos que engancharlos para que hagan nuevos lectores. Y por supuesto está la conexión biblioteca-colegio que siempre ha sido maravillosa, puesto que compartimos las mismas metas: potenciar la lectura”.
“Está claro que la dinámica de trabajo en una biblioteca cambia, ya no es solo prestar y devolver libros. Las bibliotecas han conseguido desplegar más actividades para fomentar la cultura y el desarrollo. Y en el caso de las municipales muchas veces dándole al coco puesto que los presupuestos son muy ajustados”.
Del Ayuntamiento de La Solana no tiene queja, “siempre te gusta tener más presupuesto pero nunca me han dicho no a ningún proyecto, al margen del partido político o el equipo que estuviera en el gobierno municipal”.
Respeto que también ha tenido en lo personal, como mujer trabajadora, “no me he sentido marginada nunca, se ha tratado como al resto del personal”.
Desde la biblioteca de La Solana, sobre todo desde la apertura de las nuevas instalaciones en 2010, Serrano ha fomentado clubes de lectura, de tres tipos, adultos (más bien adultas); ‘Alas de papel’, para niños con alguna dificultad de aprendizaje y el grupo ‘Crecemos leyendo’.
Tampoco han faltado las presentaciones, encuentros con autores; grupos de poesía, certámenes, cuentacuentos, “desde la diversión es más fácil llegar al niño y despertar en ellos el interés por la lectura”. De esos encuentros destaca los que han protagonizado ilustradores, “el lenguaje visual es importantísimo en las primeras etapas de la vida, en las que hay que empezar a fomentar la lectura”.
El club de lectura como terapia
Los clubes de lectura también sirven de terapia. “Tuvimos una lectora a la que el médico le recomendó apuntarse para superar una mala racha, la biblioteca es un buen sitio para leer un texto y reflexionar sobre él con otras personas”.
Si la tecnología ha contribuido en parte a propagar la desinformación, también ha permitido acercar a autores y lectores, de una manera más barata y sencilla. La informatización ha permitido programar muchos más encuentros con escritoras, cada vez más presentes en la literatura.
La abrumadora presencia de la mujer en la literatura actual
“Últimamente la mayoría de libros que hemos leído los han escrito mujeres, con temáticas de mujeres o para visibilizar a otras mujeres”. Este 8M Ramona Serrano recomienda ‘Las herederas de la Singer’, de la escritora Ana Lena, “con la que acabamos el último club de lectura que organicé”, comenta.
La historia conecta a varias generaciones de mujeres de una misma familia en la cuenca minera asturiana unidas por una máquina de costura. “Tuvimos un encuentro virtual con la autora, hicimos un video y ella lo comentó”.
Lecturas a propósito del 8 de marzo
Otra lectura que recomienda a propósito de Día Internacional de la Mujer es ‘El baile de las locas’, primera novela de la escritora Victoria Más que se publicita como “un homenaje al valor de las mujeres”, ambientado en el París de finales del siglo XIX.
Personalmente le gusta el homenaje que Rosa Montero le hace a la científica Marie Curie en ‘La ridícula idea de no volver a verte’, y al hilo de bibliotecas, conocimiento y mujeres recomienda ‘La biblioteca de fuego’, de María Zaragoza (Premio Azorín 2022), ambientada en el Madrid sitiado de la Guerra Civil en el que la protagonista trata de proteger libros de los incendios, las bombas, la ignorancia y los saqueadores. “Una novela emocionante e imprescindible sobre el amor a la cultura y un sincero homenaje a quienes arriesgaron sus vidas para preservar el tesoro de nuestras bibliotecas”, dice la editorial Planeta de un libro que podría hablar de Ramona Serrano, que para la entrevista elige posar con un clásico atemporal ‘El Principito’ de Antoine de Saint-Exupéry.
En la biblioteca de La Solana trabajan tres auxiliares a media jornada y una directora, un puesto que está vacante ahora hasta que se convoque la plaza.