Este viernes ha empezado una nueva vida para dos familias sirias de cinco miembros en Ciudad Real, de cuyo reasentamiento se encarga Cruz Roja. Ellos y nueve personas más acogidas por otras organizaciones se están instalando en la provincia. Proceden del Líbano, llegaron ayer mismo a Barajas en una de las oleadas más numerosas de refugiados (204 personas) desde que empezó el cicatero programa europeo de asilo, y tienen por delante otra dura prueba: rehacer sus vidas, bien aquí o en otros países europeos.
“Lo primero que hay que aclarar es que no vienen a quitarnos nada. Ni un sólo euro destinado a fondos españoles va para estas familias, vienen porque tienen derecho según la ley internacional y porque hay programas europeos especiales para esto”, afirma Jesús Esteban, presidente de Cruz Roja en Castilla-La Mancha.
Esta ONG, que ha asumido en la región la coordinación de la asistencia a los refugiados sirios, prefiere la discreción “para no añadir más traumas”, dice Esteban, a personas que han perdido a familiares cercanos, de ahí que no faciliten información sobre lugar de residencia, etc, excepto detalles generales de cómo se hace una de estas acogidas.
Lo primero, casa y comida
Dividido en fases, el programa empieza por lo más básico: la acogida, “les facilitamos vivienda, casa, comida y vestido, al tiempo que empezamos con los trámites de papeleo: solicitud de asilo, si es que lo piden, y la tramitación de la tarjeta sanitaria”. Además se escolariza a los niños, “a los pocos días los menores tienen que estar escolarizados, para eso contamos con la colaboración del Gobierno regional”, explica.
Obviamente el idioma es una barrera grande. La ONG les proporciona clases que prestan voluntarios y colaboradores de la Universidad de Castilla-La Mancha. En esta fase comienza a trabajar con los refugiados un equipo formado por educador, psicólogo y trabajador social (Cruz Roja dispone de un equipo de estos para veinte personas según el protocolo europeo).
“Las mujeres sirias son superemprendedoras”
Lo normal es que este periodo dure en torno a seis meses un año, y se asume medianamente bien, aunque las familias enseguida quieren volar solos. “Las mujeres sirias son superemprendoras, y todos en general agradecidos a más no poder, y deseando poder valarse por sí mismos y no vivir de las ayudas que les corresponden”, añade Esteban , de su experiencia directa con refugiados de ese país (empezaron a llegar a España mucho antes del programa europeo).
Integración
Tras ese periodo para conseguir que hagan una vida “lo más normalizada posible”, empieza la integración. En este punto se les facilita una asignación y son ellos los que tienen que pagar su alquiler y administrarse. Continúan las clases de idiomas y ya se les intenta introducir en el mercado laboral dentro del plan de empleo para colectivos desfavorecidos que les permite hacer prácticas en empresas que luego les pueden contratar. “Hay que decir que funciona pero según los contratos que se hacen en estos momentos en España, pocas horas, poco trabajo y poco sueldo”.
La última etapa del proceso es la autonomía. Que sean capaces de valarse por si solos como una familia más. Hasta este punto todavía no han llegado las familias siarias acogidas en Castilla-La Mancha desde que empezó el programa, pero es el objetivo.
Según explica el presidente de Cruz Roja no todos los sirios que han venido a España quieren quedarse aquí, muchos utilizan su paso por España como trampolín para ir a otros países europeos con mejores perspectivas laborales, por eso hay bajas en el programa.
50 refugiados sirios en fase de acogida en Ciudad Real
Desde la primavera de 2016 en la que llegaron los primeros refugiados a Castilla-La Mancha en Ciudad Real hay personas en las dos primeras fases del proceso. En Ciudad Real, la primera provincia en la que empezaron las acogidas hay 50 personas en esa primera fase y 42 en la segunda (con posibilidades de empleo). En Toledo hay 28 en acogida y 6 en integración.
173 a Castilla-La Mancha en dos años
A la comunidad han llegado en este tiempo 173 refugiados (algunos se han machado a otro país), todo esto por un programa que según denuncia el presidente de Cruz Roja no facilita las cosas. “De los 18.000 refugiados que se suponen que iban a venir al final han llegado 1.700, no sabemos dónde está el tapón pero lo cierto es que los gobiernos no están cumpliendo con las leyes internacionales de ayudar a quienes se van de su país por guerras y persecuciones”.