Benito Garrido, uno de los ciudarrealeños atrapados en Italia desde febrero por el cierre de vuelos y el confinamiento de la población de ese país por la crisis del coronavirus, ha vuelto a El Robledo, su localidad de residencia, para confinarse ahora en casa, poco antes del restablecimiento de los controles fronterizos en toda la Unión Europea.
Funeral “reducido y distante”
Lo ha hecho por una circunstancia de fuerza mayor: la muerte de suegro, al que él y su mujer tuvieron tiempo de despedir el sábado en un extraño entierro “reducido y distante”, dice.
Recorrerse miles de kilómetros por una Europa en estado de choque en su vehículo particular, acompañado de su mujer, ha sido más sencillo de lo que esperaba, según explica desde su nuevo lugar de aislamiento, su casa.
Rellenaron unos documentos
“Hemos tenido que salir atropelladamente de Italia. Hablamos con la embajada, rellenamos unos documentos por si nos paraba la policía y hemos cruzado Italia, Francia y parte de España, haciendo las paradas imprescindibles”. Ni él ni su mujer tienen síntomas, pero desde el sábado (después del entierro, al que llegaron a las ocho de la mañana), están encerrados en casa.
Ahora se suman al encierro general
El presidente del patronato rector del parque nacional de Cabañeros y exalcalde de El Robledo ha pasado más de un mes enclaustrado en casa de su hija en Farneta, un pueblecito de la Toscana, al que se desplazó por el nacimiento de su segundo nieto. Sus planes y los de su mujer eran estar unas semanas, pero en medio les pilló la crisis del coronavirus que han vivido de forma directa en Italia. Y lo mismo harán aquí: “Ahora nos sumamos al encierro general, en nuestro caso con algo más de precaución por sí traemos bichos dentro”.