La Enfermedad Hemorrágica Epizoótica (EHE) se está expandiendo por España, de norte a sur. En el caso de la provincia de Ciudad Real tiene presencia en prácticamente todo su territorio, por el norte en la frontera con Toledo, por el este en los alrededores de Ruidera, por el oeste en el ámbito de influencia del parque nacional de Cabañeros y también ha llegado a la comarca natural de La Jara, entre las provincias de Toledo, Ciudad Real y Cáceres (Extremadura).
Así lo informa Luis Fernando Villanueva, presidente de la Asociación de Propietarios Rurales para la Gestión Cinegética y Conservación del Medio Ambiente (APROCA), quien recuerda que la enfermedad afecta, principalmente, a cérvidos silvestres -ciervos, gamos y corzos- y a rumiantes domésticos -bovino estabulado-. Debutó en España en otoño de 2022 y su actual propagación se ha debido, explica Villanueva, a las lluvias de principios de verano que facilitaron el crecimiento de las poblaciones del mosquito culicoide, portador del vector de transmisión a través de sus picaduras.
Hasta ahora, las consecuencias han alterado a la baja las poblaciones de cérvidos, con “la muerte de miles de ciervos”, que representa alrededor de un 3% de las poblaciones de los cotos (en los que hay controles de gestión), aunque “hay que esperar a la berrea para ver la afección real que ha habido”, dado que en este periodo de celo los machos adultos pierden un 30% del peso y disminuye su capacidad de defenderse ante el virus de la EHE.
El periodo de afectación, explica el dirigente, se sitúa entre los 20 y los 30 días, y los profesionales y administraciones esperan la inmunidad de rebaño, método natural de protección al no existir vacuna.
Villanueva pide “tranquilidad” a los ganaderos, gestores de fincas y organizadores de actividades cinegéticas porque “apenas” se va a notar “en la temporada cinegética”
Recuerda, igualmente las recomendaciones lanzadas por la Fundación Artemisan, el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) y la Real Federación Española de Caza (RFEC), a la hora de comunicar los casos de mortalidades -en especial si son masivas o explosivas-, y las sospechas en zonas sin afectación previa. También aconsejan, por motivos de bienestar animal, abatir a los individuos enfermos de gravedad, que han de contar con los permisos pertinentes.
Restará “muy poco” a la temporada cinegética
En la misma línea, el investigador de la UCLM Christian Gortázar, confirma la expansión de la EHE, que ya ha alcanzado la provincia de Albacete, incluso Salamanca, según comenta, y que el nivel de mortalidades “no es alto”.
Con todo, el científico considera “muy difícil” establecer cuantificaciones de bajas en poblaciones naturales, donde las cifras de ejemplares son estimadas, mientras que donde se han calculado, al conocerse las cifras de poblaciones y las bajas, se sitúa en torno al 3%.
Se trata de una cifra, según el experto, que representa el 10% del porcentaje -entre un 20% y un 30%- que cada año suponen la actividad de la caza en la extracción de individuos. Ello significa que “se resta muy poco a la actividad cinegética”.
Gortázar recuerda algunos de los síntomas de la EHE, como es la debilidad en los animales, la pérdida de su instinto de huida, la búsqueda del agua -por la fiebre- o las lesiones en los hollares y la lengua. Son síntomas que pueden tratarse con antiinflamatorios y, eventualmente, con insecticidas para disminuir las picaduras, mientras que “no tiene sentido utilizar antibióticos (por su origen vírico infeccioso -no contagioso-), ni tampoco tratar las charcas de agua porque los mosquitos “no crían allí”.
No es una zoonosis
La EHE no es una zoonosis, recuerdan, por otro lado, los veterinarios de la región, y por lo tanto no se transmite a los humanos. Desde el Consejo de Colegios Profesionales de Veterinarios de Castilla-La Mancha tranquilizaron a la población hace unos días tras la detección de un caso en una explotación de bovino de Alamillo.