Es difícil encontrar un ciudarrealeño que no haya pasado alguna vez por el quiosco de los Jardines del Torreón, uno de los pocos que aún quedan abiertos en Ciudad Real. Esteban Bravo López-Cano lleva más de 40 años detrás de su ventana, resguardado tras un montón de revistas y periódicos, atendiendo siempre con su amable sonrisa a todo el mundo.
Y desde ahí nos cuenta, una fría mañana de diciembre, que hubo un tiempo no muy lejano en que tener un quiosco, también en Ciudad Real, era un buen negocio. Los tiempos cambian, y a pasos agigantados. Es una tónica general en toda España, muchos quioscos cambian de dueño, y cada vez hay más que echan el cierre definitivamente. En Ciudad Real capital apenas quedan alrededor de cinco. Esteban sobrevive esperando poder llegar a la edad de jubilación. Son más de cuarenta años de oficio a sus espaldas y la sensación que transmite es que el negocio de los quioscos está agotado.
Se lamenta del estado calamitoso del sector y enumera las causas: “Antes se vendían muchos más periódicos. Hoy en día se lee muy poco. De hecho, los jóvenes no leen los diarios, sólo las personas mayores. La llegada de Internet supuso un antes y un después y se muestra pesimista de cara al futuro: la venta del periódico diario no da para vivir. Frente a esta situación, sólo ve una salida: Ampliar la oferta de productos.
Recuerda que comenzó como quiosquero cuando apenas tenía 18 años. “Monté el quiosco cuando el Ayuntamiento los sacó a subasta. Primero tuve uno de los azules y, más tarde, me hice con uno de estos más moderno. Soy de los más antiguos de Ciudad Real y de los pocos que quedamos”, añade.
Recuerda como, hace años, se vendía de todo, mucha prensa, muchas revistas, pero con la llegada de Internet, y los periódicos y revistas digitales, la venta ha ido bajando hasta niveles impensables. La pandemia del Covid-19 ha sido el remate. “Esto no tiene futuro, esto va cada vez peor y, al final, quedarán los quioscos que no solamente vendan prensa y revistas sino que hayan diversificado y ofrezcan algunas cosas más; vivir exclusivamente de la venta de periódicos y revistas no va a permitir aguantar a nadie”, explica.
Esteban solo vende prensa y revistas. Hubo unos años que vendía, también, chuches “pero con la llegada de los chinos no había nada que hacer”. Él se mantiene, asegura, porque lleva muchos años y tiene unos clientes fijos que le permiten “ir saliendo”.
“La venta del periódico de papel ha quedado, casi en exclusiva, para las personas mayores. La gente joven no compra nada. Antes se llevaban el deportivo pero ahora, con las aplicaciones que hay en los móviles, tampoco se venden nada”, reitera Esteban Bravo.
Venta de prensa más en fin de semana
Se vende más prensa durante el fin de semana. Esteban afirma que él duplica, e incluso triplica, la venta de periódicos y revistas los sábados y domingos. “La gente no trabaja y el fin de semana, sobre todo el domingo, le gusta llevarse el periódico de papel y leerlo con tranquilidad”.
Más de 40 años, siempre en El Torreón
Son 40 años en este kiosco desde el que Esteban ha visto evolucionar Ciudad Real y, sobre todo, la zona del Torreón. “Yo abrí este quiosco cuando se urbanizó todo el barrio, empecé cuando se hicieron todos los bloques de viviendas, se puso el estanco, etc, estoy aquí desde siempre”, aclara.
Echando la vista atrás se lamenta de la desaparición de muchas revistas icónicas, por ejemplo, Interviú, Tiempo, Súper POP o Tele Programa, algunas se editan en Internet y otras muchas han desaparecido. “No creo que el papel desaparezca al cien por cien pero sí es verdad que el descenso de venta lo estamos viendo diariamente”, reitera.
Esteban Bravo tiene delante de su quiosco una exposición muy grande de revistas y coleccionables que, en otros tiempos, llamaba la atención de la gente y eran muchos a los que les gustaba pararse a verla. “Hoy la gente pasa y nadie se fija”, se lamenta.
Una clientela fija a la que le une lazos de amistad y confianza
A lo largo de estos más de 40 años Esteba acumula muchas anécdotas que prefiere guardarlas con sigilo. “Después de tantos años eres una persona muy conocida en todo el barrio y por todos los vecinos, mis clientes son como si fueran mi familia. Son muchos los que vienen diariamente a por el periódico y lo tienen guardado, conoces al cliente, lo que quiere, tenemos amistad, confianza, somos una piña, una familia”.
Casi todo el barrio –aquellos vecinos que han nacido y crecido en él, como este quiosquero– le conocen. El quiosco es, también, un punto de encuentro, “una parada agradable en mitad del ajetreo”, añade este veterano vendedor, acostumbrado a escuchar pacientemente las alegrías y las desgracias ajenas. “He visto y escuchado de todo”, explica sin querer revelar ninguna confidencia.
Un trabajo de sol a sol, de lunes a domingo
Es una profesión muy sacrificada porque es de lunes a domingo, de sol a sol. Esteban nos cuenta que se levanta a las cinco de la mañana para, antes de abrir el quiosco sobre las 8,30, repartir la prensa entre bares, restaurantes y negocios de toda la ciudad que tiene abonados. La jornada en el puesto se prolonga hasta las tres de la tarde. Y después de comer, otras tres horas, de 17,30 a 20,30 horas en invierno, y algo más en verano.
Por último, reconoce que la crisis del sector se ha llevado por delante a muchos. “En Guadalajara no hay ningún quiosco, en Toledo queda uno y aquí quedamos cuatro o cinco”, relata. Esteban va a cumplir 63 años y asegura que va a intentar aguantar hasta la jubilación. Cuando llegue el momento, asegura, le va a costar dejarlo. El relevo generacional es impensable. “Si esto siguiera siendo un negocio alguno de mis dos hijos estaría aquí pero es inviable”, concluye.