El encierro de Fernán Caballero ha congregado a más de 3 mil personas en las calles del pueblo. Con unas gradas abarrotadas y las zonas de talanqueras repletas, se han lanzado los tres cohetes de rigor en los últimos 15 minutos antes de las 7 de la tarde, hora taurina por excelencia en el pueblo.
El primer cohete lo ha lanzado Conchi, la hija de Felipe Morales, gran aficionado al encierro que falleció recientemente y, a su vez, abuelo de la concejal Conchi Morales. El segundo lo ha lanzado Beatriz Dorado, alcaldesa de la localidad, y el tercero y último los montadores del encierro.
Una vez lanzados los tres cohetes de rigor, han salido dos toros de imponente tamaño, con trapío, bien presentados y de una integridad apabullante, aunque mansos en su comportamiento. Un jabonero y un negro zaíno. Con esas condiciones, han provocado el murmullo y el jaleo de la gente en las talanqueras.
Los primeros minutos, con mucha gente intentando correr delante de ellos, han sido en los que más se han movido los toros, que han salido con tranco, juntos y dirigiéndose a la misma zona, hasta se han peleado entre ellos como si de la dehesa se tratara.
Los más atrevidos han intentado pegar algún capotazo y gustarse con los toros en los primeros compases, ya fuera con capa o con muletas improvisadas con palos y chaquetas.
El matador de toros Aníbal Ruiz ha ejercido la figura de director de lidia. Con el paso de los minutos, los toros han decaído en movimiento y se han parado en zonas concretas, lo que ha hecho que las calles del encierro hayan estado llenas de gente que conversaba y observaba la lejana actividad de los astados.
En estos momentos ha aparecido el ya clásico “carro” para espolear a los toros, y esto ha dado algunos minutos de incertidumbre donde los cuadrúpedos han vuelto a encontrar cierto tranco en su embestida y mostraban más fijeza en los cites de aquellos que probaban suerte delante de la cara del toro.
Y hasta ahí ha llegado el encierro. Los toros se han quedado definitivamente parados en las inmediaciones de los cajones, rajados ya en su mansedumbre inevitable, y ni con el carro se han movido. Primero el jabonero, y luego el zaíno, han vuelto a sus cajones y han dejado un encierro muy tranquilo y sin incidentes.
El brote de lengua azul ha condicionado el encierro
Los episodios de lengua azul que han afectado a la provincia han tenido como consecuencia la implementación de regulaciones específicas en el encierro de Fernán Caballero. Con el objetivo de garantizar la protección, se han establecido medidas obligatoria, incluyendo la desinsectación y desinfección en un centro autorizado.
Por ello, este año estaba prohibido que los toros fueran llevados a la vía pública desde ubicaciones carentes de certificación de desinfección. En consecuencia, los cajones tradicionales no han podido ser utilizados para tal fin. Los astados han sido conducidos desde vehículos autorizados que contaban con la documentación apropiada de desinfección y desinsectación, permitiendo así preservar así la tradición de manera segura y responsable.