Pocos días quedan ya para que la vendimia de 2018 eche el cierre, con una producción en Castilla-La Mancha que ha superado las previsiones en un 20% y que podría alcanzar los 28 millones de hectolitros de vino. Los portavoces de diferentes entidades agrarias son prudentes a la hora de valorar la nueva campaña de comercialización en unos mercados que se mantienen dinámicos, pero que vislumbran una caída de precios.
“Es el juego de la oferta y la demanda”, comenta Juan Fuente, el portavoz vitivinícola de Cooperativas Agroalimentarias Castilla-La Mancha, que explica la “lógica” de las compraventas de productos agroalimentarios: cuanto más producción, más presión de los compradores, y cotizaciones a la baja.
A su juicio, habrá que buscar salidas a los grandes volúmenes de vinos castellano-manchegos en una coyuntura internacional protagonizada por “también buenas cosechas” de los competidores europeos.
Ante este escenario ha defendido la opción de poder derivar vinos y mostos a otros sectores como el de los alcoholes y los vinagres, además de utilizar mostos concentrados y rectificados para aumentar hasta 1,5 %vol. el grado alcohólico de los vinos manchegos, debido a la escasez de grado que han tenido las variedades más tradicionales y tardías como la airén, cencibel, o bobal.
Con todo, ha mostrado su preocupación por la “incógnita” donde se fije “el suelo” de los precios. En su opinión, habría que alcanzar medidas que “eviten que la producción de uva y vino dejen de ser rentables para los titulares de las explotaciones”.
Aumento digerible
El secretario ejecutivo de Asaja, Arturo Serrano, evita dar cifras sobre producción de vino, aunque consigna “la calidad” de la materia prima en la presente recolección, al 95% de desarrollo, con un aumento de la cosecha “significativo pero digerible”.
Los volúmenes podrían ser superiores al 40% respecto a la campaña de 2017, que fue más corta, y mayores en un 25% a la media de las últimas temporadas, aunque los mercados cuentan con capacidad, según Serrano, de absorber “sin perder rentabilidad”.
De cara a la inminente campaña comercializadora, Serrano pide “unidad” en el sector para que “no se cierren operaciones a precios insostenibles”.
La unanimidad del sector debería impulsar, de la misma forma, una reunión “urgente” entre las organizaciones agrarias, las denominaciones de origen y la Consejería de Agricultura, con el fin de “activar mecanismos que protejan la figura del productor de cara al resto de cadena alimentaria”.
También apuesstado por controles de trazabilidad no sólo en la producción, sino en la elaboración, para que todas las entidades vinícolas cumplan con las proporciones para elaborar vino. “Un kilo de uva se transforma en 740 mililitros de vino, incluso en algunas variedades, menos”, argumenta, a la vez que asegura que Asaja “estará vigilante respecto a actuaciones fraudulentas”. En este sentido, la organización denunció hace un año las presuntas prácticas prohibidas qeu pudieran estar cometiendo bodegas con procesos de chaptalización.
Por encima de las estimaciones
Alejandro García-Gasco, responsable de Vino de UPA Castilla-La Mancha, ha coincidido igualmente con el resumen de la vendimia de este año: una producción regional “que ha superado nuestras estimaciones”, con más de 25.000 temporeros que estos días dejan espuertas y tijeras, el pago de alrededor 800.000 jornales, unos precios de la uva mantenidos en las 3 pesetas el kilogrado (0,0180030 euros) el blanco airén y en 3,65 pesetas (0,020735) el kilogrado de tempranillo, y unas cotizaciones del vino lastradas por los grandes volúmenes, y por el escenario internacional.
“Las campañas en Italia y Francia han sido excepcionales y se nota en los movimientos de los precios”, ha apuntado, aunque dice esperar que no baje la rentabilidad ante la “falta de existencias” en las cooperativas y bodegas de la región.
García-Gasco también se ha mostrado crítico con el sector que, a su juicio, “no ha sabido aprovechar la campaña menor del pasado año para vender el vino con valor añadido”.
Como solución, aconseja a las empresas y sociedades vinícolas que aprovechen las ayudas del Programa de Apoyo 2014-2018 al Sector Vitivinícola para reforzar los equipos comerciales y para “cambiar la orientación en la elaboración” e ir hacia los embotellados “con más valor añadido”.