La vida de Esteban Bravo López-Cano ha girado durante más de cuarenta años en torno a su quiosco en el Torreón del Alcázar, uno de los pocos que quedan abiertos en la provincia de Ciudad Real. En esa órbita ha jugado una parte importante para él el periódico Lanza, que siempre mantuvo un hueco importante cuando su publicación en papel era diaria.
A primera hora de la mañana siempre estaba allí Lanza, recién impreso y preparado con su cita con los lectores esperando en la última estación, el quiosco, una especie en extinción de la que solo quedan tres supervivientes en Ciudad Real. Una cantidad que en el fondo es un éxito, al existir ya numerosas capitales de provincia que no cuentan ya con lo que hasta hace bien poco era un epicentro social de la ciudad.
Esteban recuerda con cariño su cita diaria con Lanza, preparándolo para estar bien presentado en el lugar que tenía reservado en el quiosco, y listo para las manos y ojos del lector.
“Lanza siempre ha sido muy querido, porque era un periódico nuestro, un periódico local de toda la vida. No tenía que haber desaparecido nunca su edición diaria, porque se le ha echado muchísimo de menos”, afirma Esteban, que indica que todavía hay gente que se acerca al quiosco preguntando por el Lanza del día.
El día de Esteban comienza muy temprano. Se levanta a las cinco de la mañana para, antes de abrir el quiosco sobre las 8:30, repartir la prensa entre bares, restaurantes y negocios de toda la ciudad que tiene abonados. La jornada en el puesto se prolonga hasta las tres de la tarde. Y después de comer, otras tres horas, de 17:30 a 20:30 horas en invierno, y algo más en verano.
En esos repartos recuerda Esteban que siempre estaba Lanza. A los bares siempre se llevaba un periódico deportivo, el As o el Marca, y nunca faltaba Lanza, que se situaba por encima de los periódicos nacionales porque la gente quería saber de “lo nuestro”.
“Es una pena que se eliminara la edición diaria”, lamenta Esteban, que reconoce que es el sino de los tiempos que corren. “La venta del periódico de papel ha quedado, casi en exclusiva, para las personas mayores. La gente joven no compra nada. Antes se llevaban el deportivo pero ahora, con las aplicaciones que hay en los móviles, tampoco se venden nada”.
Recuerda como, hace años, se vendía de todo, mucha prensa, muchas revistas, pero con la llegada de Internet, y los periódicos y revistas digitales, la venta ha ido bajando progresivamente. La pandemia del Covid-19 fue el remate. “Esto no tiene futuro, esto va cada vez peor y, al final, quedarán los quioscos que no solamente vendan prensa y revistas, sino que hayan diversificado y ofrezcan algunas cosas más; vivir exclusivamente de la venta de periódicos y revistas no va a permitir aguantar a nadie”, explica.
Desde los 18 años
Rememora con añoranza cuando comenzó como quiosquero con apenas 18 años. “Monté el quiosco cuando el Ayuntamiento los sacó a subasta. Primero tuve uno de los azules y, más tarde, me hice con uno de estos más moderno”.
De hecho, la llegada del quiosco que tiene ahora es uno de sus recuerdos más especiales. “El quiosco lo montó el grupo Once. Venían de Gijón tres o cuatro quioscos que se montaron en Ciudad Real. Cada uno venía en un tráiler y la que se montó en Ciudad Real fue tremenda. Salió en Lanza, y es que los quioscos sorprendieron mucho. Acostumbrados al quiosco pequeño de toda la vida, eran muy grandes”.
Lejos e inalcanzables ya están las cifras de prensa y revistas que se vendían hace años. Un poco de la prensa nacional y las revistas de corazón son lo más demandado en un quiosco en el que ha disminuido y mucho el “chorrillo” de gente que desde primera hora de la mañana se acercaba a por su periódico o su revista. Lejano en el tiempo queda esa confianza de la gente que cogía el periódico casi todavía de madrugada con el reparto recién llegado y el quiosco aún cerrado y lo pagaba al día siguiente.
“Hoy desgraciadamente, cuesta decirlo, esto no es negocio. Se aguantará, pero cada vez va a menos, y con internet y los móviles la gente ya no compra prensa, ni revistas”, afirma Esteban, que lamenta que, por otro lado, “los quioscos no tengan ninguna ayuda y nos dejen ir desapareciendo por toda España y no pase nada”.