Los efectos que puede tener la crisis de Ucrania sobre Europa y España, como las sanciones económicas que afectarán a las exportaciones de gas y la inseguridad jurídica, -entendida como no saber qué pasará en los próximos meses- son algunos de los efectos que podría tener la crisis ucrania sobre la producción europea y la capacidad de la economía internacional española, a juicio del profesor de la UCLM, Juan Luis Manfredi, quien analiza las repercusiones de los movimientos de Rusia sobre la frontera ucrania.
En su opinión, según recoge esta entrevista realizada desde Washington, donde desempeña actualmente la Cátedra Príncipe de Asturias, la situación en Ucrania tiene que ver con que Rusia no está conforme con la arquitectura de seguridad de la Unión Europea y de la OTAN y plantea una revisión de las estructuras que incluye el proyecto de la Unión Europea y tiene que ver con los mercados, el gas y los fundamentos del acervo comunitario.
PREGUNTA.- ¿Cómo explica a un ciudadano de Castilla-La Mancha esta crisis entre Rusia y EEUU-Europa por el conflicto de Ucrania?.
RESPUESTA.- La situación en Ucrania tiene que ver con dos ejes fundamentales. El primero es que Rusia no está conforme con la arquitectura de seguridad actual de la Unión Europea y de la OTAN y, en general, con todo lo que tiene que ver con el final de la Guerra Fría y plantea una revisión profunda de las estructuras.
Esto incluye a la OTAN, pero también -que es lo que más nos afecta como castellano manchegos- a la propia estructura de la Unión Europea y también tiene que ver con los mercados, el gas, la libertad de movimientos y los fundamentos del acervo comunitario.
Esfera de influencia
Y la segunda razón esgrimida por Rusia se refiere al crecimiento de la democracia liberal. No le gusta esta idea en países de “su zona de influencia”, utilizando su nomenclatura y su propaganda.
Ellos hablan de esfera de influencia, lo que viene a ser la capacidad que tienen para bloquear a los países limítrofes como sería Ucrania, pero también podrían ser los países bálticos, Bielorrusia, Georgia o algún otro.
A Rusia no le parece lo más oportuno que haya una democracia como tal, sino más bien un país dependiente de la órbita rusa.
P.- ¿Cuáles serían los efectos sobre Europa y España y el impacto en la economía, el empleo o al precio de los carburantes?
R.- Lo más importante para España tiene que ver con las sanciones económicas que afectarán a las exportaciones de gas, un asunto preocupante para Europa y con un enorme coste de cara a la producción industrial. Eso significa, seguramente, inflación, limitación de las exportaciones y de la actividad comercial entre España y Alemania, que será el principal país afectado, pero también tiene que ver con desempleo y/o inseguridad jurídica. Estos son para mí los efectos más claros.
Con inseguridad jurídica me refiero a no saber qué pasará en los próximos meses y tiene que ver con el crecimiento de los precios del gas, de que puede haber un problema de materias primas, de commodities y de minerales raros y, en definitiva, de todo lo que tiene que ver con actividad básica, -que es la economía rosa- y eso afecta a la producción europea y, por extensión, a la capacidad de la economía internacional española.
P.- Tras varias semanas en las que la diplomacia está desempeñado un papel determinante. ¿En qué momento nos encontramos?.
R.- La diplomacia sigue jugando su papel. La diplomacia sirve para llegar a acuerdos con quien estás en desacuerdo. Por eso es importante que, aunque nos parezca que estamos en un momento muy caliente, aún haya conversación, relaciones epistolares.
Aquí mencionaría el papel fundamental que está jugando la propaganda. Ésta funciona porque cada uno de los actores hace ver a su parroquia interna y a la comunidad internacional, que está jugando unas cartas y que defiende unos intereses legítimos.
Habrá diplomacia todo el tiempo, incluso aunque haya un conflicto un poquito más severo, entendiendo por tal una guerra más convencional. La diplomacia se mantiene y los canales estarán abiertos.
P.- En su órdago a Occidente, Rusia ha elegido como interlocutores a los EEUU, la OSCE y la OTAN, ¿en qué situación queda Europa ante posibles soluciones de conflicto?.
R.- El problema fundamental de la Unión Europea es que carece de una voz única en materia de política exterior. A pesar de los intentos del vicepresidente de la Comisión Europea, Josep Borrell, la realidad es que Europa está bastante dividida.
Por un lado, tenemos a Francia que quiere articularse en una especie de portavoz de una defensa europea y que aboga por una autonomía estratégica que tiene que ver con una mayor capacidad militar e industrial, para poder tener una voz propia.
Otros países, en cambio, tienen otras ideas como es el caso de Alemania, refractaria a cualquier tipo de roce con Rusia. Primero, porque es muy dependiente en materia energética y segundo porque sus relaciones comerciales son muy importantes. Alemania, por lo tanto, va a ser siempre refractaria a cualquier tipo de conflicto que supere ciertos límites.
Deslegitimar a la Unión Europea
Por otro lado, estaría el caso de Hungría que se ha despachado con actividades que contribuyen a legitimar el sistema de su presidente Viktor Orban y a deslegitimar a la Unión Europea, lo que explica que se hayan sentado a hablar y a pensar en autoerigirse – Orban- en una suerte de portavoz de la Unión Europea, un papel que nadie le ha pedido ni concedido.
Otros países, en cambio, están en un perfil bastante bajo como Italia, Holanda y Bélgica, lo contrario que Polonia, un país que ha mostrado más agresividad ya que tiene, por un lado, la experiencia reciente -de este invierno- de tener un conflicto a las puertas de su casa a través de Bielorrusia, con el envío de inmigrantes contra la frontera con el ánimo de provocar la desestabilización interna.
P.- ¿Y en el caso de España?
R.– España ha hecho lo que puede como manifestar su interés en defender los principios y valores de la Unión Europea y si eso incluye la prestación de apoyo militar a la OTAN, pues también. España ha jugado el papel que puede jugar porque no tiene más capacidades.
P.- Qué lecciones podrían extraerse, por tanto, en cuanto a cohesión occidental
R.- Rusia va a aprovechar esta crisis para poner de manifiesto la debilidad del proyecto europeo, mientras que nosotros nos tenemos que creer, y más aún los europeístas, que Europa tiene un proyecto político, que tiene algo que aportar, que tiene una idea clara de avanzar, pero, de momento, no lo tenemos.
Quizás sea esta una de las lecciones que tendríamos que extraer. Después del Brexit, Europa tiene que contar algo, saber lo que quiere hacer y saber hacia dónde se quiere encaminar.
Valores, libertad, defensa de las minorías
En cuanto a las relaciones trasatlánticas, España dentro de la Unión Europea y con Estados Unidos, está de enhorabuena porque esta crisis pone de relieve que todo lo que creíamos haber enterrado sigue vivo y pendiente: los valores trasatlánticos, la defensa de la libertad, de los valores democráticos, de la minorías. Todo esto no está, ni mucho menos, cerrado.
P.- Esta crisis ha puesto de manifiesto que, aunque los EEUU apuesten por mantener su atención en los países asiáticos, la postura rusa les obliga a mantenerla también sobre Europa. ¿Cuál es su opinión?
R.- Estados Unidos quería, desde hace mucho, mirar hacia el Pacífico y centrarse en sus preocupaciones por la disputa con China y este conflicto les obliga, les recuerda, que una potencia global, -lo quiera ser o no-, tiene que tener capacidad para actuar en varios frentes.
Creo que esta es la contradicción. Rusia aprovecha el desinterés de Estados Unidos para lanzarse hacia el frente oriental, -para nosotros Europa Occidental-, con el ánimo de recuperar cierto espacio y territorio o, al menos, capacidad de influencia y esto no pasa desapercibido para otros actores que ven que, si Estados Unidos no tiene esta capacidad, quizás yo también quiera avanzar en mis intereses.
Por eso, Estados Unidos no puede dejarlo pasar. Aunque no sea su preocupación actual, no puede dejar pasar este conflicto, si se me permite la expresión.