La DANA que cayó el primer fin de semana de septiembre afectó a 2.000 hectáreas de superficie agrícola en la provincia de Ciudad Real, principalmente en Socuéllamos. Esta localidad fue uno de los epicentros del granizo y las lluvias torrenciales registrados en Castilla-La Mancha, con unas 10.000 hectáreas afectadas, la mayoría en la comarca manchega de la provincia de Toledo.
Según Santiago Duro, responsable territorial de Agroseguro, “lo más significativo fue el pedrisco en Socuéllamos, con daños en unas 1.200 hectáreas de uva de vino, y en 520 hectáreas de almendra por la caída de fruto con las fuertes rachas de viento, además de algunas pérdidas de aceituna por la misma causa”.
Hubo menos aguaceros porque “el campo ciudarrealeño estaba muy seco y absorbió el agua”, aunque se registraron “inundaciones puntuales” en 166 hectáreas de diferentes hortalizas como la cebolla, los melones o los pimientos.
La mayoría están ubicadas en la Comarca de la Mancha, y han sido, ha señalado Duro, las cuatro líneas más importantes en Ciudad Real afectadas por dicho fenómeno adverso, aunque hay otras afectaciones “mínimas” en Malagón, con ocho parcelas.
Tras el temporal, los peritos de la entidad iniciaron las valoraciones de manera rauda, dado que algunos cultivos estaban en plena recolección y “requerían atención inmediata”.
Sin embargo, la estimación económica no se conoce porque el momento “es prematuro”.
Las peritaciones se han juntado con las anteriores por sequía y otros fenómenos, y se sumarán a las de la última granizada del pasado lunes, que afectó a zonas de Albacete como Hellín, Tobarra y la comarca de la Sierra del Segura.
Este tren de adversidades climáticas supondrá acabar un ejercicio, según Duro, con “un récord histórico de siniestralidad” en todos los ámbitos y unas indemnizaciones de más de 1.000 millones en España, cercanas a los 150 millones de euros en Castilla-La Mancha y de más de 20 millones en Ciudad Real (el año anterior se pagaron cerca de 8 millones).
Los cálculos provinciales se concretarán en unas semanas, tras sumar las tasaciones de los cereales -lastrados por la sequía con producciones de 300 kilos por hectárea “nunca vistas”- y otras afecciones en el olivar.
Sequía, principal riesgo
La sequía ha sido el riesgo “más letal” para agricultores y ganaderos de la provincia y la región en este 2023, que también han registrado pérdidas en los cultivos herbáceos en zonas más frescas como son las provincias de Guadalajara y Cuenca.
Aunque no han dejado de presentarse partes desde abril, cuando “cayó una helada que daño a almendros y viñas”, así como éstas tuvieron una mala brotación en primavera debido a la sequía. Después llegaron las altas temperaturas del verano, “en agosto con varios días por encima de 40 grados, con los posteriores temporales de septiembre”.
“La climatología está un poco disparatada y le impacta directamente al campo y a los seguros agrarios”.
Ante esta situación, Duro ha defendido el seguro agrario como “la herramienta más eficaz para la gestión de los riesgos en las explotaciones agrarias”, al margen de “conflictos” con asegurados que muestran su disconformidad con las peritaciones.
Precisamente, Castilla-La Mancha, destaca el mismo portavoz, es una región “muy estable” en contratación, principalmente en cultivos en proyección como el almendro o la uva de vinificación, con un 60% asegurado. Igualmente, los cereales y hortalizas tienen “una representación muy fuerte”.
El seguro agrario “goza de buena salud” y es un instrumento garantista para todas las partes, explica Duro, dado que ante unos resultados técnicos malos el sistema protege a los agricultores, con la aportación del excedente de las primas por parte del Gobierno. “El sistema está equilibrado por los actores que intervienen”, esgrime.