El profesor de Tecnología del Medio Ambiente de la Universidad regional (UCLM) Máximo Florín rechaza las acusaciones y lo que llama “delirio persecutorio” de la Comunidades de Usuarios de Aguas Subterráneas (CUAs) del Alto Guadiana contra la Confederación Hidrográfica, a la que acusan de una gestión “nefasta, históricamente obsoleta” y de perseguir a los regantes.
Florín ha explicado que “el problema no es que las CUAs defiendan lo que creen sus derechos, sino que afirman cosas que no son ciertas, y cuando eso lo hace un colectivo que consume el 90% del agua, toda la sociedad debe saberlo”.
En este sentido ha relatado que las CUAs “cometen el error de no hacer balances de entradas y salidas de agua, como hacemos con el presupuesto familiar, y su convicción de que pueden seguir anteponiendo su derecho a regar a la sostenibilidad hídrica no justifica que incumplan la ley”.
Florín recuerda que desde que en 1980 se conociera la sobreexplotación de aguas subterráneas en la Llanura Manchega Central, hay más masas de agua subterráneas sobreexplotadas de las que se extrae más agua que los recursos hídricos disponibles.
Concretamente, alcanzan valores de índice de explotación superiores al 500 % en el aluvial del Azuer, 400 % en Campo de Montiel, 300% en Rus-Valdelobos, Mancha Occidental I y II y Campo de Calatrava, 200 % en Consuegra-Villacañas, y 100% en Lillo-Quintanar y Sierra de Altomira, algo que prohíbe desde 2000 la Directiva Marco de la Unión Europea.
El regadío ha crecido un 67% en Castilla-La Mancha en 25 años
La razón por la que se gasta hasta cinco veces más agua de lo que entra, ha advertido el experto, “es que la superficie regada ha crecido en Castilla-La Mancha un 67 % en los últimos 25 años y también que se gasta en torno al triple que en el año 2000, aunque ha llegado a gastarse el quíntuple”.
Para revertir esta situación hidrológica, ha comentado que la directiva marco del agua impone un régimen de concesiones adaptado a nuestro clima mediterráneo y a sus sequías más o menos habituales y variables, que serán más frecuentes e intensas con el cambio climático.
Para entender “el delirio persecutorio” de las CUAs, Florín advierte que hay que aclarar que sus decisiones se toman en función del número de hectáreas de riego que se posea, “es decir, que los fondos de inversión y grandes propietarios de explotaciones agropecuarias controlan las CUAs, no los regantes”.
Y, en este contexto, ha señalado que, frente a la gestión del agua que hace la CHG, “las CUAs tan pronto exigen un trasvase desde el Tajo para recargar las Tablas de Daimiel y que el agua trasvasada se infiltre hasta sus pozos, como piden compensaciones económicas por regar en proporción a lo que llueva, que no han funcionado nunca en 40 años”.
Habla de “expolio” de los recursos hídricos
Y mientras tanto, ha concluido Florín, “continúa el expolio de recursos hídricos, los procesos de contaminación difusa y el aumento de las zonas vulnerables por nitratos, además de la desaparición de la rentabilidad de las pequeñas y medianas explotaciones agropecuarias y del valor añadido de sus producciones, más sostenibles, y la supervivencia de variedades y razas autóctonas que permitirían afrontar con mayor resiliencia los escenarios de cambio climático”.