La valdepeñera Lourdes Mateos Hernández trabaja desde hace años en una vacuna contra la enfermedad de Lyme, una patología desencadenada por bacterias espiroquetas a raíz de la mordedura de garrapatas infectadas.
La enfermedad de Lyme cursa con una sintomatología general, como fiebre, cansancio o dolor muscular y dispone de un tratamiento eficaz que en tres semanas acaba con la enfermedad. Sin embargo, la dificultad de su diagnóstico, al presentar síntomas tan comunes, puede provocar su cronificación, afectando al sistema nervioso y vascular y causando problemas en la piel. A partir de este punto su abordaje es más complicado.
Por este motivo, Lourdes Mateos Hernández, junto a otros investigadores, llevan años desarrollando una vacuna en la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria Alimentaria, del Medioambiente y del Trabajo (ANSES) en París, en colaboración con otras instituciones francesas como el Instituto Nacional para la Investigación Agronómica (Inrae) y la Escuela Nacional Veterinaria de Alfort.
El investigador cubano Alejandro Cabezas-Cruz lidera la investigación con la valdepeñera Lourdes Mateos Hernández y la paraguaya Alejandra Wu Chuang como principales colaboradoras. Los primeros resultados con ratones, publicados recientemente, muestran una nueva vía para combatir patologías que se expanden a través de vectores transmisión como los mosquitos o las garrapatas.
Vacuna antimicrobiota
Como explica Mateos Hernández, las vacunas tradicionales se centran en el patógeno, se inmuniza al sujeto para protegerlo del patógeno. Se vacuna a “A” para protegerlo contra “A”. En su caso están trabajando en una vacuna contra el vector (la garrapata), para producir anticuerpos contra las bacterias que forman parte de su microbiota. Se vacuna a “A” para proteger contra “B”.
“Concretamente en este proyecto lo que estamos haciendo es atacar al vector, a la garrapata, para modificar su microbiota. Así podemos afectar a su biología y su capacidad para transmitir enfermedades”.
En este sentido, la vacuna actuaría como una especie de cortafuegos. Al picar la garrapata infectada a un vacunado, el vacunado desarrollaría la enfermedad, porque la vacuna no tiene la capacidad de proteger, pero la garrapata recibiría los anticuerpos generados por la vacuna y su microbiota se modifica, dejando de transmitir la enfermedad.
Esta investigación supone un cambio en el paradigma tradicional en el diseño de las vacunas, poniendo el foco en actuar contra la microbiota de los vectores para proteger de los patógenos que transmiten. Se abren así nuevas vías para actuar contra otras patologías, como la malaria, cuya mejor vacuna cuenta con una eficacia inferior al cincuenta por ciento.
Trayectoria
Lourdes Mateos Hernández estudió Biología en la Universidad de Granada. Después cursó el Máster de Investigación en Fauna Silvestre del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) de la Universidad de Castilla-La Mancha, al que siguió un doctorado que concluyó con un año de Postdoc en el que inició su estancia en París. Desde entonces, y hace ya casi seis años, continúa en la capital francesa haciendo lo que más le gusta: investigar.
“Mi idea era estar un año y volver, y ya llevo seis”, afirma Lourdes, que subraya que en su caso, la vida de investigador está siendo más sencilla fuera de España. “Aquí, antes de que acabara el contrato, ya te ofrecían la renovación, mientras que en España toca lucharlo y encontrar financiación para los proyectos”.
Aunque su posición actual también es peculiar. Junto a sus compañeros cubano y paraguaya, forman un trío latino que lidera un grupo de diez personas en el que sólo hay dos francesas, algo poco habitual en el que lo normal es que la mayoría de los investigadores sean franceses. “En ese sentido, somos un poco un grupo burbuja”, subraya Lourdes, que continúa con sus investigaciones, con el objetivo de que dentro de unos años la vacuna que están desarrollando sea una realidad.