El inestable tiempo, con nubosos cielos y precipitaciones por la mañana y al mediodía, puso la incertidumbre en torno al último destino de la sardina. Se temía que las benditas lluvias no diesen una tregua y trastocaran los planes de una tarde de llanto pero también con ganas de divertirse.
Al final, las nubes negras se contuvieron y dejaron que el duelo, tan desconsolado como bullanguero, por la pérdida de Doña Sardina se expandiera por el centro de la ciudad con un cortejo fúnebre encabezado por las Catrinas de la Asociación Guirigay. Cuatro malabaristas con antorchas de fuegos –uno de ellos en monociclo-, dos zancudos portando largas pértigas con lazos –una blancos y la otra negros- y un mexicano bailón con un gran sombrero abrieron el desfile, ambientado con las divertidas canciones de la charanga alcoleana Los Falillos.
Tras los ochos ‘Falillos’, cuatro dolientes -entre ellas, la presidenta de la Federación de Peñas, Frasi López, ataviada de malvada abadesa- portaron el cuerpo de Doña Sardina que, en esta ocasión, se enfundó la careta de Don Quijote. Tras ella, ansiando sus raspas, se situaron una veintena de mininas de la peña El Pilar y más de una decena de ratones de la peña Big Bang, así como ocho amazonas de Nazgul, inspiradas en los macabros jinetes de El Señor de los Anillos, de la Asociación de Dulcineas y Damas.
Al ritmo de temas como ‘Tírate de la moto’, ‘Carnaval, Carnaval’ y ‘Despacito’, avanzó la comitiva por las calles María Cristina, Calatrava, Paloma, Ruiz Morote y Ramón y Cajal, para regresar desde el Pilar por la Plaza de Cervantes y Bernardo Mulleras a la Plaza del Ayuntamiento, donde les esperaban muchos ciudarrealeños y se procedió en un pira a la incineración de la figura de la sardina, creada por octavo año con poliespán por Antonio Jurado, de la Asociación Cultural Santo Tomás de Villanueva.
Las barbas y bacía de la quijotesca sardina fueron lo primero que ardió de la difunta, cuya silueta, que se balanceó un tanto con las llamas, se consumió en un periquete, dando paso al reparto de la gran sardinada con la colaboración de las peñas Big Bang, El Cangilón, Puerta de Toledo, El Pilar y El Botellín, así como las asociaciones de Dulcineas y Santo Tomás de Villanueva. 450 kilos de sardinas se prepararon para la cita, así como sesenta litros de vino tinto y otros sesenta de blanco.
En el desfile del cortejo fúnebre, participaron las concejales de Juventud, Sara Martínez, y Acción Social, Matilde Hinojosa, así como la edil de Fiestas Populares, Manuela Nieto, que felicitó por su trabajo a las peñas de la ciudad, así como a Protección Civil y Bomberos, y agradeció la colaboración de E. Leclec y Señorío de Guadianeja.