Este Cyrano no va a cambiar sus vidas, pero les entretendrá durante un par de horas. Esto del entretenimiento es función indispensable del espectáculo, consecuencia en el Arte, cosa siempre de agradecer, pero es conveniente ir avisado, con el alma en la disposición adecuada junto a la imprescindible botellita de agua de las funciones almagreñas.
Cualquier montaje de Cyrano lucha, desde los 90, con la inmensa figura del cinematográfico Gerard Depardieu para el público en general. Para los teatreros españoles, la competencia es con el mítico Cyrano de Flotats de aquellos ochenta que eran nuestros. Este montaje en concreto tiene otro frente abierto, el de pelear contra el señor Cuesta de Aquí no hay quien viva, interpretados, tanto Cyrano como Cuesta, por José Luis Gil, que sale con bien de tantos envites. No es que supere a sus pares, que no lo hace, pero su recuerdo se va diluyendo según pasan los minutos y los versos. Ciertamente, la propuesta, dirigida por Alberto Castrillo-Ferrer, fue entonándose poco a poco, después de un accidentado comienzo, mareo en el público incluido, suspensión y tensión unos minutos, para terminar, el incidente, con bien.
Es verdad que hacer Cyrano es jugar con las cartas marcadas, porque el texto, a poco bien que se diga, arrebata al espectador, lo conduce, bien agarrado de la mano, por una intriga que no desfallece. Cyrano es el Don Juan zorrillesco, cincuenta años después, pasados los Pirineos. No por el tema, claro, aunque no queda tan lejos, sino por la relación con la platea. Rostand convirtió al Cyrano real, al libertino, al escritor plagiado por Moliere, al ateo y provocador, en un mito tardoromántico. La de José Luis Gil es una versión para todos los públicos, que hace más hincapié en el aspecto cómico que en el patético, la tragedia que arrastra Cyrano escondida tras una sonrisa fanfarrona y unos versos hirientes. Eso va muy bien para el espectáculo.
No dicen gran cosa, la verdad, ni la escenografía ni los efectos audiovisuales. Por cierto, que la moda de un tiempo a esta parte es que funcionen las proyecciones, en parte, como las cortinillas del cine mudo. Lo vimos en La dama duende, que para sacarnos al jardín leíamos” jardín”; y lo vemos en Cyrano: “Quince años después”. El montaje incluye algunos números musicales
El elenco que acompaña a José Luis Gil, sin duda el protagonista, hace eso, es decir, acompañar, sin sobresaltos y sin osar opacar al bravucón de Cyrano, con algunas sorpresas, que no lo serán tanto para sus seguidores, como lo bien que canta Ana Ruiz.
Cyrano es, pues, un espectáculo muy del Narros, que recibió la ovación y la aprobación del público.
Ficha técnica
Versión: Carlota Pérez Reverte y Alberto Castrillo Ferrer.
Dirección: Alberto Castrillo Ferrer.
Intérpretes: José Luis Gil, Ana Ruiz, Álex Gadea, Nacho Rubio, Joaquín Murillo, Rocío Calvo y Ricardo Joven.
Escenografía: Alejandro Andújar y Enric Planas.
Vestuario: Marie-Laure Bénard.