El paro es una de las dos principales razones por las que una mujer víctima de violencia machista decide no romper su silencio. Prueba de ello es que un 75% de las mujeres que han denunciado a su agresor no tenía empleo o trabajaba en condiciones precarias cuando sufría violencia. Este dato se desprende de las conclusiones del V Informe Violencia de Género y Empleo, basado en una encuesta realizada a 500 mujeres víctimas que han acudido a las oficinas de la Fundación Adecco, promotora de este trabajo.
Noviembre es el mes por excelencia contra la Violencia de Género. De cara a la celebración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el sábado día 25, son muchos los informes y datos que estamos conociendo sobre la realidad que hoy vive la mujer en este país y cuyos datos revelan un sombrío panorama que invita a la reflexión sobre el acierto de las medidas que se llevan a cabo.
Algunas de las conclusiones, sitúan el empleo como una de las mejores herramientas para superar la violencia de género pero también la necesidad urgente de ahondar en políticas de igualdad y educación entre los jóvenes para, entre otros aspectos, evitar que se sigan manteniendo porcentajes tan disparatados como ese 24,4 por ciento de jóvenes de entre 15 y 29 años que cree que la violencia de género es “una conducta normal” en el seno de la pareja. O ese otro 31,5% que considera que esta lacra contra la mujer es un problema que aumenta progresivamente por culpa de la población inmigrante.
Estas son algunas de las conclusiones de otro informe, Barómetro 2017 del Proyecto Scopio, elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud tras la realización de entrevistas a 1.247 jóvenes el pasado mes de abril. De este estudio sobresale, también, que más de un 21% considera que la violencia de género es un tema politizado y, más aún, que se exagera y que casi un 7% de los jóvenes entrevistados cree que es un problema inevitable que, aunque esté mal, siempre ha existido. Es más, el Centro Reina Sofía aclara que estas opiniones sobre los ataques machistas son superiores en porcentaje entre los chicos y con niveles más bajos de estudios; solo existe un mayor acuerdo entre chicos y chicas cuando se dice que “es un problema social muy grave”.
Considerar que la intimidación a la mujer en el ámbito familiar “es una conducta normal” ha sido uno de los aspectos que más se han debatido esta semana, sobre todo, en redes sociales, particularmente entre las y los integrantes de una generación como la mía que creció con la puesta en marcha y el desarrollo de medidas pioneras contra la violencia machista -tras años de oscuridad y silencio- y que llamaban al posicionamiento público contra el lenguaje, los comportamientos machistas y la denuncia ante la sospecha de violencia. La educación, también en el ámbito familiar y la que se ha quedado por el camino junto al trabajo que queda hacer, se han revelado como propuestas urgentes para no seguir ampliando la brecha.
Una brecha que puede parecer difícil de salvar cuando se conocen decisiones tan lamentables como la admisión, como prueba, del informe del detective privado que siguió a la víctima de la presunta agresión sexual ocurrida en los “sanfermines” de 2016, encargado por uno de los cinco acusados para que vigilara su conducta posterior a los hechos. ¿Qué se pretende cuando se espía la vida de la víctima de una violación tras el delito que se cometió contra ella?. ¿Comprobar si se pasea por la calle con un cartel en la frente que diga “estoy hundida”?, se preguntaba la periodista Pepa Bueno esta semana en uno de sus artículos matinales al referirse al juicio que se sigue en Pamplona contra los integrantes de este grupo conocido como “la Manada”.
Aunque queda mucho camino por recorrer estoy convencida de que es posible romper el círculo de la violencia. Por ello, quiero transmitir el compromiso de Lanza con esta lucha en el especial informativo que estamos elaborando y que publicaremos el próximo viernes, víspera del día de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. En estas páginas analizaremos la consideración que la sociedad tiene en la actualidad sobre la violencia machista, hasta hace poco normalizada y justificada por la cultura patriarcal imperante.