A las tres en punto de la madrugada se abrían las puertas del templo parroquial de San Pedro y tras la cruz guía, fabricada en 1976 con una viga del Camarín de Nuestra Señora del Prado, aparecían dos filas de hermanos, de ambos sexos, portando no solamente los clásicos “hachones” sino cruces de penitencia y cadenas en los pies, -algunos de ellos-, en un ambiente de estremecedor silencio y recogimiento, vistiendo túnica de estameña negra, inspirada en el hábito franciscano, con capillo bajo y cruz de Jerusalén en blanco sobre el “babero”.
Flanqueaban a los hermanos de cetro y a las imágenes de sus titulares, el Cristo de la Buena Muerte y la Virgen del Mayor Dolor. Jesús sobre sobrio catafalco, sin iluminación alguna y con el único exorno floral que constituían unas calas blancas en número múltiplo de los hermanos fallecidos, -hombres y mujeres-, durante el último año, a sus pies una arqueta con las fichas de quienes en otro tiempo le acompañaron en su peregrinar por nuestras calles y hoy gozan de la gloria del Padre. La Virgen sobre su trono habitual, que ya describíamos ayer, y con el mismo exorno floral de la madrugada anterior.
Entre las insignias que lució la hermandad durante el recorrido de su estación de penitencia cabe destacar el crucificado de Sanz Herranz, además de estandartes como el pintado al óleo por Alfonso de la Torre Vaxeras o el confeccionado con un traje de luces del matador de toros bravos Víctor Mendes, entre otros.
Con los brazos abiertos
Un año más, en la madrugada de este Jueves Santo, se han hecho palabra y sentimiento los versos del poeta ciudadrealeño Julián Márquez Rodríguez. Una vez más, Jesús, el Cristo de la Buena Muerte, ha avanzado despacio con los brazos bien abiertos al ritmo de un tambor destemplado cuyo sonido ha retumbado, sin duda, en los pechos de los casi trescientos hermanos y hermanas que tuvieron la oportunidad, así como quienes desde fuera seguimos el desfile procesional, de meditar sobre las catorce estaciones del Vía Crucis a partir de las reflexiones de Fray Javier de María, carmelita descalzo natural de Almodóvar del Campo que actualmente reside en Toledo.