Proyecto Hombre Castilla-La Mancha nació en 1993 con la intención de ayudar a las personas de la región que habían caído en las redes de la droga a salir de esta lacra social que te traslada desde el paraíso temporal al más absoluto infierno. Para conocer la labor que llevan realizando durante estos 25 años nos hemos trasladado hasta el centro que Proyecto Hombre tiene en Daimiel, donde ofrecen un programa ambulatorio, para conocer de primera mano el trabajo que realizan los cuatro terapeutas que intentan sacar de la droga a todo aquel que pasa por su centro con la única intención de dejar atrás esta sustancia y rehacer su vida.
Aunque la llegada de Proyecto Hombre a Daimiel no fue hasta 2001, por las paredes de su centro –una antigua casa cedida por la Iglesia–han podido pasar alrededor de 500 personas, con sus respectivas familias, las cuales son un “elemento fundamental” para el tratamiento de los toxicómanos, según explicó la directora del centro en Daimiel y terapeuta, María Dolores Novés.
Pese a que Proyecto Hombre nació con la intención de poner solución al creciente consumo de heroína de la década de los 80, intentando poner remedio a las situaciones de delincuencia y marginalidad ligada al consumo de esta droga, en la actualidad trabajan, principalmente, con cocainómanos y alcohólicos “socialmente integrados”, con una edad media de alrededor de 30 años y, generalmente, con trabajo y familia.
“Los perfiles han cambiado: hace diez años la media que llegaba era de entre los 30-40 años, que llevaba consumiendo sustancias tóxicas como mínimo 15 años y que había pasado por todos los estadios, con un gran nivel de desestructuración. Ahora, nos encontramos a gente entre personas entre 20 y 30 años”.
Actualmente, el centro atiende en torno a 60 personas durante una media de 18 meses, de estas 60 personas, la gran mayoría acude por adicciones hacia la cocaína y al alcohol, explica Marta Abad, una de las terapeutas del centro, quien también expresa su preocupación por el aumento de adolescentes en tratamiento por un elevado consumo de hachís y marihuana.
Los adolescentes consumidores de marihuana llegan al centro, principalmente, obligados por sus padres con la intención de que deje atrás la adicción. En este momento Proyecto Hombre Daimiel atiende a varios menores de edad por el consumo de esta sustancia.
En este sentido, Abad comenta que están notando un cierto incremento entre los jóvenes, además de la existencia de una tendencia a consumir antes, con menos edad.
Un perfil distinto
Así mismo, destaca que la gente que llega hasta Proyecto Hombre a causa del alcohol es un perfil distinto. “Llegan demasiado deteriorados, a causa del gran periodo de tiempo que llevan consumiéndolo”. Explica que el alcohol es una “droga social” y cuando la persona que llega porque se ha dado cuenta que tiene un problema con el alcohol ya han pasado 15 ó 20 años bebiendo alcohol diariamente.
Según explica la directora, todo aquel que quiere salir de la droga, o de cualquier otra adicción, primero suele llamar al centro por vía telefónica para concertar una entrevista personal. Posteriormente, en cuestión de dos días, se realiza la entrevista que determina el grado de adicción del drogodependiente y “comenzamos a trabajar”.
El método de trabajo de Proyecto Hombre es realizar terapias grupales, con otras personas que están en su misma situación, y con los familiares de la persona en cuestión. No obstante, para entrar a las terapias en grupo debe de haber un compromiso claro y pruebas objetivas, como controles de orina, que muestren que la persona no está consumiendo ninguna sustancia. Un hecho que no suele ser difícil, pues la gran mayoría de las personas que atienden llegan de forma voluntaria con una clara intención de querer dejar atrás las drogas, “no es igual que si vienen forzados”.
“El impulso parte de ellos, a través del esfuerzo, la motivación y el deseo fundamental de dejarlo… A través de nuestro proceso les enseñamos a que adquieran recursos para que en situaciones de riesgo puedan resistir el consumo”, explica Abad.
A este respecto, indica que algunas personas suelen tener “recaídas” durante el proceso, no obstante al comienzo del tratamiento “todos responden bastante bien”.
“El trabajo que nosotros hacemos lo realizamos en grupos de autoayuda, ellos tienen un grupo de referencia, donde comentan su vida, mientras que el nivel de confianza y de trabajo personal va creciendo. No es sólo lo que hacemos nosotros, sino la dinámica que se genera en el grupo. Pues ellos tienen que darse cuenta que no están solos, que hay gente que los respalda y que tienen un sitio donde venir a contar sus problemas”. En definitiva, un lugar en el que se les entiende, se les acepta, se les comprende y no se juzga.
Respecto a la tasa de rehabilitación del centro de Proyecto Hombre en Daimiel, su directora indica que en torno al 95% de las personas que pasan por sus paredes “se mantiene abstinente después de un año”, si bien “hay gente que se queda por el camino, aunque el porcentaje de seguir abstinente y con tu vida normal es muy alto”.
Tanto Novés como Abad coinciden en que lo más satisfactorio de su trabajo es cuando abren la puerta de su centro y ven a un montón de gente que quiere salir de esta lacra. Sin embargo, señalan que “lo peor” es cuando una persona a la que han estado acompañando durante un tiempo recae en el consumo.
Prevención entre los más jóvenes
Ambas terapeutas coinciden en la importancia de realizar actividades preventivas de cara a los jóvenes de la provincia. Actualmente realizan trabajos de prevención escolar con el programa ‘Entretodos’, de prevención en institutos con el programa ‘Juego de llaves’ y programas en escuelas de padres ‘A tiempo’ y en FP básica el programa ‘Rompecabezas’.
A través de estos programas, las terapeutas forman a los tutores para desarrollar programas de prevención con la intención de dotar de habilidades y recursos a los jóvenes ante situaciones de consumo. Estos programas van dirigidos a jóvenes desde 10 años, hasta los 20.
Los esfuerzos invertidos en sensibilizar con una mayor intensidad a la población responden a la necesidad de reducir el tiempo que pasa hasta que la persona pide ayuda a un profesional.
“Proyecto Hombre me lo dio todo”
Durante la visita al centro, tuvimos la posibilidad de hablar con Pablo, una persona que pasó 18 meses por Proyecto Hombre Daimiel y que lleva ya más de siete años sin consumir ninguna sustancia. Actualmente es voluntario del centro. Pablo comenta que con que los demás vean “que de esto se puede salir” es suficiente “empuje” para los demás usuarios.
Pablo cayó en las redes de la droga a los 14 años, comenzó con “los porros” hasta llegar a consumir “drogas fuertes” como el LSD, heroína, cocaína… “Llegué a un punto en el que no podía más”, entonces en 2007 llamó a las puertas de Proyecto Hombre donde fue recibido por los terapeutas del centro durante 18 meses. A los cuatro, tuvo una recorrida, la cual le sirvió “para abrir los ojos” y mostrarse completamente convencido de quería dejar las drogas.
Pablo señala que “lo peor” fue acatar las normas del programa, puesto que a los usuarios se les pone un “cerco de seguridad” , donde no pueden estar solos, no pueden llevar dinero, manejar cartillas o tarjetas, con la intención de evitar que caigan en el consumo. A pesar de la “dificultad” de acatar las normas, Pablo lo ve fundamental para que las personas que están en tratamiento no vuelvan a caer en la tentación.
Pablo decidió entrar en el centro por su situación “fangosa” y que necesitaba ayuda. Tras poner fin al programa, durante 18 meses, Pablo señala que “Proyecto Hombre me lo ha dado todo. Ha hecho que vuelva a nacer”.