Diferentes publicaciones de los últimos años quieren hacer patente la presencia de mujeres en diferentes campos de actividad superando el silencio que en muchas ocasiones se ha dado a su labor profesional. Una de estas publicaciones es la de las Mujeres de las Piedras. La Geología constituye un campo de especialización en el ámbito científico que tiene su reconocimiento como conocimiento y formación. En nuestro país, una titulación específica dentro de los estudios científicos.
El libro, Mujeres de las piedras, es especialmente interesante por diferentes razones: La primera porque recoge un información interesante y bien elaborada sobre un ramo de la ciencia en el que las mujeres han tenido una participación esencial. Y en segundo lugar porque el libro se ofrece en abierto, sin coste a todos los que quieran acceder a su información, gracias a la Fundación de Historia Natural Azara.
La paleontóloga Dorothy Hill, australiana escribía en 1971. “La necesidad de ser pionera es particularmente evidente para las mujeres. No hay que esperar que el mundo nos ofrezca lo que creemos que nos merecemos. Depende de nosotras, de nuestra formación y conocimiento, persuadir a la industria de nuestra capacidad para tener un papel activo y no solo decorativo. Tenemos la capacidad de dar más oportunidades a otras mujeres a través de nuestros éxitos”.
Geología y Paleontología.
La geología y la paleontología no son ni han sido nunca un mundo exclusivamente de hombres. Cada vez que se bucea en la historia de estas ciencias aparece un nombre femenino “inmiscuido” y disimulado. Y muchos han sido obviados o borrados. Desafortunadamente, la contribución de las mujeres en las Ciencias de la Tierra no ha sido ampliamente reconocida. Entre los siglos XVIII y XIX el acceso de las mujeres a la ciencia era visto como un “pasatiempo” para mujeres inteligentes y ricas que recogían fósiles y muestras de minerales. Con el tiempo se les permitió asistir a conferencias organizadas por las grandes sociedades científicas, pero se les prohibía ser miembros activos. El patrón predominante era el de mujeres que trabajaban en el campo como ayudantes del padre, el marido, el hermano u otro geólogo varón con el cual no existía relación de parentesco. Si sus hallazgos fueron publicados, su contribución quedó completamente oculta bajo el nombre de otra persona. Las primeras mujeres en las geociencias formaron un entramado de asistentes, secretarias, coleccionistas, geólogas de campo, ilustradoras e incluso divulgadoras de la ciencia. Muchas de estas mujeres tuvieron papeles decisivos en las geociencias. El primer dinosaurio conocido para la ciencia fue ilustrado por una mujer y el segundo fue hallado por una mujer.
Etheldred Benett (1775–1845) hacia 1810 se carteaba con varios geólogos e instituciones y escribió varios manuscritos mientras Darwin viajaba por el mundo. Bennett, y no William Smith, fue quien promovió el estudio de los estratos geológicos de acuerdo con su contenido fosilífero.
En las guerras mundiales, la falta de hombres abrió campos de estudio e investigación a las mujeres que, poco a poco, comenzaron a hacerse imprescindibles en el avance de las geociencias. Cuando el miedo al otro género finalmente disminuyó, nuevas y valientes mujeres de ascendencia africana o en sillas de ruedas debieron luchar por ser escuchadas, romper los límites impuestos y tener un lugar relevante en el relato de la historia de la Tierra.
Las pioneras: esposas, hijas y asistentes.
Mary Horner, hija del famoso geólogo Leonard Horner y esposa del famoso Charles Lyell, fue una de las muchas mujeres que contribuyeron a la geología a principios del siglo XIX en el Reino Unido. Una lista que también incluye a Mary Anning, Barbara Hastings, Etheldred Bennet, las hermanas Philpot, Mary Buckland, Charlotte Murchinson, Elizabeth Cobbold, Mary Sommerville, Jane Marcet, Delvalle Lowry y Arabella Buckley. Mujeres que formaron un entramado de asistentes, secretarias, coleccionistas, geólogas de campo, ilustradoras e incluso divulgadoras de la ciencia.
El libro va desgranando la biografía de muchas de estas geólogas con títulos sugerentes que dan idea de su actividad:Barbara Yelverton Hastings, la marquesa de los fósiles, Mary Morland, 9 hijos y cientos de fósiles , Mary Woodhouse y los dientes del dinosaurio, Mary Horner, una dama en la Sociedad Geológica, Charlotte Hugonin, esposa y maestra de Murchison, Lady Stanhope, fósiles de Oriente Medio, Josephine Ettel y la paleontología total en la República Checa, María Dundas, moviendo el piso, Orra White, ilustradora, las hermanas Philpot, rastreadoras del pasado, Ammonite girl, la gran Mary Anning, Elizabeth Anderson Gray, la buscadora del Ordovícico, las divulgadoras: Delvalle y Arabella (Delvalle Eliza Rebekah Lowry, Arabella Burton Buckley).
La segunda mitad del siglo XX.
El libro desarrolla la biografía de numerosas mujeres que han trabajado como geólogas y paleontólogas en la segunda mitad del siglo XX ordenando su estudio por diferentes zonas. En Europa hablan de Marie Tharp, cartografiando los océanos, de Zofia Kielan-Jaworowska, exploradora de Asunción Linares, la primera catedrática de Ciencias en España o de Carmina Virgili Rodón, rompiendo el techo de cristal profesora en la Faculta de Madrid durante años o de Gloria Cuenca Besós del Proyecto de Atapuerca.
Carmina Virgili inició su carrera docente en 1940 en la Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad de Barcelona donde permanecerá por casi dos décadas. En 1963 obtiene la cátedra de Estratigrafía de la Universidad de Oviedo, convirtiéndose en la primera mujer catedrática de dicha universidad, y la tercera en toda España. En 1968 obtuvo su cátedra en la Universidad Complutense de Madrid. En 1974 tuvo una breve estancia como profesora asociada en la Universidad de Estrasburgo. Carmina Virgili fue secretaria de Estado de Universidades e Investigación en el primer gobierno de Felipe González en 1982 y hasta 1985, siendo la principal artífice de la elaboración de la Ley de Reforma Universitaria (LRU) y de la Ley de la Ciencia. Después de su renuncia al cargo, por razones personales, vuelve a su cátedra en la Universidad Complutense de Madrid hasta su retiro en 1996. Ese mismo año fue elegida Senadora por la provincia de Barcelona.
El libro ha sido realizado por la Fundación Azara, creada el 13 de noviembre del año 2000, es una institución dedicada a las ciencias naturales y antropológicas que desarrolla su actividad en numerosos países. En su parte final un conjunto de cuadros, citas y referencias de “mujeres de las piedras”. El Anexo titulado La línea del tiempo comienza con una cita de 1377 de la Universidad de Bolonia que decía: “Ya que la mujer es la razón primera del pecado, el arma del demonio, la causa de la expulsión del hombre del paraíso y de la destrucción de la antigua ley, y ya que en consecuencia hay que evitar todo comercio con ella, defendemos y prohibimos expresamente que cualquiera se permita introducir una mujer, cualquiera que ella sea, aunque sea la más honesta en esta universidad”.
Afortunadamente criterios superados que el libro de Fernanda Castaño y Sebastián Apesteguía contrastan con una realidad que demuestra el trabajo de numerosas “mujeres de las piedras”.