Muy cerca de la estrella brillante que hay en el centro del cuello de la constelación del Cisne, en plena Via Láctea y a 8000 años luz de la Tierra, podemos encontrar esta nebulosa del Tulipán (sh2-101).
La luz de un lado de la nebulosa tarda 70 años en alcanzar el lado opuesto. Es una nebulosa compuesta por material enviado al espacio tras la explosión de alguna estrella al morir. Este material de por sí no está tan caliente como para emitir luz visible, pero si como en este caso el material es luego calentado por la fuerte emisión ultravioleta de algunas estrellas grandes y jóvenes de la zona, la nebulosa pasa a ser una nebulosa “de emisión”. En este caso, la principal responsable de ionizar los átomos de la nebulosa y producir la luz que vemos es la estrella supergigante azul HDE227018, señalada con un flecha en la imagen.
El nombre de tulipán viene por la forma de esta nebulosa, que recuerda a esa flor, incluso son unos filamentos oscuros que se asemejan a los estambres de la flor. Estos filamentos, o regiones más oscuras que aparecen con frecuencia en las nebulosas, no vienen en realidad de zonas en que no hay gas caliente como en las zonas circundantes, sino de regiones de gas y polvo más fríos que hay por delante de la nebulosa y absorben la luz que viene de ella. Dicho de otro modo, si fuésemos allí… ¡no veríamos los estambres!
Aparte de la belleza de la forma de esta nebulosa y los arcos tanto oscuros como brillantes que aparecen en distintas regiones, en el cuadro de esta foto hay un elemento invisible, pero de gran importancia histórica: el primer agujero negro del que se tuvo constancia experimental en 1973: Cygnus X-1.
Hemos visto en entradas anteriores cómo es el final de estrellas pequeñas y grandes: las primeras dejan tras de sí una nebulosa planetaria como la de la Hélice, y una enana blanca en el centro. Las grandes (con unas 50 veces la masa del Sol) dan lugar a una supernova que deja un “remanente de supernova”, como la Nebulosa del Velo de la quincena pasada. En el centro, el residuo superdenso que queda es todavía mucho más compacto que la enana blanca: puede ser una estrella de neutrones o bien un agujero negro. Si decíamos que una cucharadita de café de materia de una enana blanca pesa lo que un elefante, para una estrella de neutrones pesaría lo que un avión grande. En el caso de los agujeros negros la densidad crece sin límite…
El primer agujero negro
Si bien la existencia teórica de agujeros negros en el Universo había sido propuesta mucho antes, no fue hasta la detección detallada de rayos X provenientes de la región marcada en la foto que la comunidad astrofísica aceptó que en esa región tenía que haber uno. Los agujeros negros son cuerpos muy masivos de los que nada puede escapar, ni siquiera la luz. En consecuencia ¿cómo pueden verse? En realidad, no pueden verse directamente, cualquier imagen que les aparezca en un buscador de internet es necesariamente una recreación artística o bien una imagen del efecto del agujero negro en sus alrededores. Este cuerpo tan masivo, predicho por la teoría de la Relatividad General de Einstein, se formó tras la muerte de una estrella muy grande que formaba parte de un sistema doble. La fuerte gravedad del agujero sigue robando materia a su estrella compañera, aún viva. Esta materia, al “caer al pozo” gravitatorio, emite rayos-X característicos que son los que se pudieron detectar para confirmar su existencia. Para ello hubo que esperar a poder lanzar detectores de este tipo de radiación en aviones especiales y en satélites en órbita, dado que los rayos-X son fuertemente absorbidos por la atmósfera terrestre y no llegan a la superficie de la Tierra, donde tenemos los telescopios colocados. En ocasiones su presencia puede delatarla también el movimiento de traslación de la estrella viva que queda girando alrededor de “algo” que no emite luz, pero que los cálculos concluyen debe tener mucha masa…