.Desde que esta industria conociera su apogeo allá por los inicios de los años 2000, el mantra sobre como la violencia se contagiaba a través de los videojuegos era el tema preferido del sensacionalismo. Y es que a día de hoy, gracias a videojuegos como Mario, Zelda y muchos otros más basados en la belleza que en la violencia específicamente han ayudado a que ese prejuicio, casi convertido en superstición, haya desaparecido con el tiempo. Aunque eso no va con la franquicia que venimos a tratar hoy.
En el año 1997 había salido al mercado el videojuego Grand Theft Auto (el primero). Se trataba de una ingeniosa interfaz en la que, desde una vista cenital, controlábamos a un personaje que se sumergía en un universo de bandas callejeras y gángters enfocado principalmente en el robo de coches. Acababa de nacer la que sería la franquicia de videojuegos más exitosa y característica de la historia. Nacida en una época en la que los juegos de plataformas, casi educativos, copaban el mercado, desde la compañía RockStar decidieron apostar por algo diferente.
Las dos primeras entregas se convirtieron enseguida en un clásico de una industria aún en pañales, pero el año 2001 y las consolas de nueva generación traían una sorpresa: Grand Theft Auto III. Las tres dimensiones habían llegado a nuestras vidas y, a través de figuras poligonales nos decíamos a nosotros mismos que “es más real que nunca”. Sin embargo, la realidad iba a llegar hasta nosotros gracias a la compañía a través de algo aún insospechado en los videojuegos: la libertad. La tercera entrega de la saga de RockStar se desarrollaba en una ciudad enteramente diseñada en 3D, en la que podíamos movernos con absoluta y completa libertad.
A través de una saga que bien podría salir de una película de Martin Scorsese, el protagonista se veía empujado a una historia de violencia, en un escenario en el que todo estaba permitido. Desde robar coches a disparar a transeúntes inofensivos, GTAIII ofrecía a los usuarios la posibilidad de hacer todo aquello que uno pudiera desear. Nacía así uno de los videojuegos más polémicos de la historia, destinado desde entonces a protagonizar portadas de telediarios con lo increíble que era permitir hacer aquellas cosas a un videojuego.
A partir de aquí la cosa no fue a menos precisamente. En RockStar amasaban millones gracias a su polémica propuesta, que todo el mundo trataba de imitar, pero nadie llegaba a conseguir jamás el éxito esperado. La razón era muy sencilla: todo el mundo se centraba en la violencia. Sin embargo, basta con leer entre las endiabladas líneas de los guiones de la compañía para poder sumergirnos en la que es, sin ningún tipo de dudas, la mayor sátira de la sociedad estadounidense de todos los tiempos. Estereotipos raciales y sociales, endiabladas críticas a la cultura americana y el humor más negro por bandera eran algunas de las claves ocultas de Grand Theft Auto.
La crítica era (y es) tan directa, que se tuvieron que crear ciudades ficticias basadas en las reales por miedo a no incurrir en demandas. De esta forma Nueva York es Liberty City, Miami es Vice City y Los Ángeles es Los Santos. Unos nombres que no pretenden ser precisamente sutiles y que ya nos van avisando de qué vamos a encontrar. Y es que la belleza de GTA reside en su enfermizo interés por el detalle, que usa como certera arma contra todo aquello que la rodea (incluyéndose a sí mismos). Una personalidad que, después de varias entregas, llegó a su máximo esplendor en Grand Theft Auto V.
La quinta entrega de la saga llegó a la tercera generación de consolas y supuso una absoluta revolución en el mundo de los videojuegos. Referencias a Facebook en la que un Mark Zuckerberg perdía la cabeza en plena presentación de un nuevo móvil (de forma literal), sectas obsesionadas con la vida extraterrestre y el gobierno americano como principal origen de los problemas estadounidenses fueron algunos de sus puntos más conflictivos. Horas y horas de un contenido que se volvió tan icónico, que diez años después aún continúa siendo mes tras mes el videojuego más vendido en todo el mundo sumando ya más de 185 millones de copias. Una cifra que solo es superada por monstruos como Minecraft o Tetris.
Desde la vida de los protagonistas, las historias de los secundarios hasta los comentarios de la radio, todo en GTA es un chiste macabro que busca la sonrisa cómplice y la carcajada culpable. Una historia que sobrevuela con creces la mera “historia de violencia” en la que la mayoría acostumbra quedarse y que ha llegado a convertirse en un icono al nivel de los Simpsons en Estados Unidos. El pasado 8 de noviembre, con tan solo un tweet, RockStar anunciaba lo que todos estaban esperando: el tráiler de GTA VI podrá verse el próximo mes de diciembre. Un mensaje que, con más de 45 millones de impresiones, se espera que marque el comienzo de una nueva era en esto de contar historias, que no siempre giran en torno a la violencia.