En medio de un patio de butacas al cien por cien de ocupación, y casi lleno en el anfiteatro, la Gala de la Zarzuela (ya en su decimosegunda edición) constituyó todo un éxito no sólo de público, sino también de interactuación en el binomio intérprete-espectador, con una enorme complicidad entre las tablas y el auditorio… Y con un demostrado interés incluso por parte de las autoridades locales, cuyo alcalde Francisco Cañizares -y media docena de concejales además del de Cultura- quisieron avalar y dar carta de naturaleza a un encuentro musical ya institucionalizado en la capital. Y que supone un amplio y sólido respaldo a una música tan española, y tan altamente contrastada, como es la zarzuela.
Como consideración adicional, pudimos observar que la edad media de asistentes a este tipo de conciertos, va descendiendo paulatinamente. Hasta alcanzar niveles ilusionantes para la captación de las nuevas generaciones, hacia un género que no tiene nada de chico, sino antes al contrario ha demostrado ser bien grande, y en el que la adscripción de “grande” o “chico”, es una pura alusión a la duración del espectáculo.

Igualmente pudimos observar, cómo el engranaje de la Orquesta Filarmónica de la Mancha –OFMAN– está perfectamente engrasado, y cada día puede presumir de una excelente puesta a punto. Podemos, por tanto, vanagloriarnos de contar ya con una orquesta nuestra, de la región –aunque, si lo prefieren, un poco más de Ciudad Real por la procedencia de su director Francisco Antonio Moya, y por sus esforzados jóvenes ejecutantes. Casi un centenar de solistas, artistas y músicos sobre las tablas, en una perfecta y envidiable simbiosis y sincronía para deleite del público asistente… Y, nos consta, también para disfrute del propio conjunto protagonista de una noche inolvidable.
Un variado repertorio
Entre las piezas interpretadas en algo más de dos horas (con breve intermedio para visitar los lavabos, y conceder un pequeño respiro a músicos y cantantes), algunas harto conocidas… He ahí la “Mazurca de las sombrillas” o “Ay mi morena” de Luisa Fernanda (Federico Moreno Torroba); “Por el humo se sabe” de Doña Francisquita (Amadeo Vives), y el “Coro de niñeras” de Agua, Azucarillos y Aguardiente (Federico Chueca). Sin olvidar, desde luego, el “Dúo de Dolores y Rafael de La Dolorosa (José Serrano), el “Intermedio” de La boda de Luis Alonso (Gerónimo Giménez, todo con “g”), o la “Jota” de Gigantes y Cabezudos (Manuel Fernández Caballero).

Otras interpretaciones menos presentes en el imaginario popular procedían de Entre Sevilla y Triana, de Sorozábal, La Generala, de Amadeo Vives; La alegría del batallón (Serrano); El barbero de Sevilla (Giménez y Nieto); Los sobrinos del Capitán Grant de Fernández Caballero, o La leyenda del beso (Soutullo y Vert). Entre todo ello, algunas piezas originales (“Yo no me quiero morir”, de Aquella canción Antigua, Juan Dotras Vila), o el fragmento “Carceleras” de Las hijas del Zebedeo (Ruperto Chapí). Esta última, popularizada en televisión últimamente, gracias a la publicidad puesta en marcha por una conocida compañía de Seguros de Vida (y de Muerte, claro).
En suma, un interesante y original programa, con algunas piezas menos conocidas, pero que merecen el honor de ser interpretadas de vez en cuando para sustraerlas a un inevitable olvido… Alabamos, pues, el criterio de selección del repertorio. En cuanto a los solistas, nada menos que cinco grandes cantantes ya bien conocidos en su mayoría, como Alicia Hervás (soprano), Joan Láinez (tenor), María Ruiz (soprano), el ciudadrealeño Daniel Báñez (barítono), y el tenor cómico Juanma Cifuentes. Este último –con una figura y tesitura no tan distantes del inolvidable Pavarotti-, se permitió flirtear con el público, gracias a unas simpáticas interpretaciones de “Jácaras” (Golondrinas de Madrid, de José Serrano), que hicieron cantar a todo el auditorio, o el “Sóplame, sopla” y el “Foxtrot” de La leyenda del beso (Soutullo y Vert).
Una cálida acogida
Clima divertido y distendido y con una gran interactuación. Palabras de agradecimiento del director Francisco Antonio Moya al público y al Ayuntamiento de la capital. Moya -que maneja ya el micrófono con la misma destreza que la batuta, y que disfruta dirigiéndose al respetable-, anunció los próximos conciertos de la OFMAN en Ciudad Real: 1 de marzo, Sinfonía número 9 de Beethoven “Coral” (coincidiendo con el bicentenario de su estreno), y 13 de mayo El impresionismo musical con Debussy y Ravel. E igualmente dio cuenta de un próximo Nabucco, cuyo papel de Abigail estará encarnado por la soprano María Ruiz, ya muy habitual entre nosotros.

Con la entrega de unas entradas adjudicadas por sorteo entre los espectadores (y cuya mano “inocente” fue la del tenor cómico Juanma Cifuentes) concluyó el concierto del Teatro Quijano, en medio de una enorme salva de aplausos. Aplausos no sólo para la anfitriona OFMAN, sino también en modo especial para la Coral Polifónica de Ciudad Real (dirigida por Antonio Barba), para la Escolanía Diocesana (director Tomás J. Serrano), y para Pilar Molina, intérprete de Laura La Caleta Coreografía, que tan sugestivas estampas de baile ofreció desde el ángulo izquierdo de la caja de escenario.
La emotiva despedida, fue un canto coreado al unísono por toda la sala. Se trata de una marcha de la
zarzuela “Los gavilanes”, de nuestro paisano de Ajofrín, Jacinto Guerrero:
Amigos siempre amigos,
juntos marchemos en las luchas de la vida,
amigos siempre amigos,
olvidaremos la jornada maldecida,
unidos siempre unidos,
compartiremos esperanzas y alegrías,
hermanos más que amigos,
demostraremos que tus penas son las mías.
Por cierto, hace unos años, el director de la OFMAN, Francisco Antonio Moya, agradeció a los propietarios de la marca “Antología de la Zarzuela” su autorización para utilizarla en los conciertos sobre este género. Nunca habíamos imaginado que una Antología o Selección de la Zarzuela, pudiera estar registrado a nombre de una persona física o jurídica. Y puestos a buscarle la punta a esta Antología, hemos redescubierto que con el título de “Antología de la Zarzuela” se estuvo emitiendo en TVE durante la temporada 1979-1980, dirigido por Fernando García de la Vega. Pero antes de eso, en 1966, José Tamayo Rivas (Granada, 16/08/1920, Madrid, 26 /03/2003) fue el verdadero creador de la “Antología de la Zarzuela”. En todo caso, si ha de llamarse Antología o Gala, es un detalle nimio. Lo más importante es el interés que suscita, la calidad que demuestra, y el entusiasmo que promueve.