La afluencia se hizo esperar en el Zahora Magestic pero claro es que esta banda y su célebre ‘capitán’ gozan de una insigne y heterodoxa tripulación. Un abanico generacional que aúna a nuestros mayores y a nuestros menos mayores, es decir: a la generación de ‘Breaking Bad’ y la del ‘¿qué pasa?’
Con un repertorio similar al que ofreció en el mítico ‘Café Central’ de Madrid donde grabó su último álbum en directo junto a sus compañeros de versos y acordes -Javier López de Guereña a la guitarra, Fernando Anguita al contrabajo y Andreas Prittzwitz a los vientos-, Javier Krahe volvió a ganarse a incondicionales de todas las edades.
Renegando de la época mandragueril que a tantos nos enganchó, se marcó una puesta en escena que dejó claro los años que van, vienen y peinan canas, aunque deleitara casi finalmente con un ‘Burdo rumor’ al público allí asistente que, por su puesto, echó de menos al gringo absorbente.
Así, Krahe y su banda recorrieron las diásporas mnemónicas de ‘Mariví’ sobre lo subjetivo y la realidad del recuerdo, ofrecieron un paseo en el que se descubre que nos hablan los elementos y descodificamos a nuestra alegre manera, y apreciaron que protestamos sin mesura, que para la circulación es bueno el diente de ajo, lo relativo del paso del tiempo y la verdad de la kriptonita cuando, por ejemplo, te apetece simplemente ver tu serie favorita, además de que hay más cosas que hacer en la vida que folgar, pero se puede vivir y soñar y tal vez pase algo después.
Las geniales introducciones de Krahe acompañaron a cada nueva canción durante todo el recital invitando al oyente a sucumbir al tema, mientras sus acompañantes facilitaban la atmósfera propicia.
Entre reabastecimientos de hidratos de carbono con los compadres de brindis, asistimos a una escena sinceramente genial, a un furor emocional sin igual y a un tema ‘neweroticpostfolk’. Magnífico fue el inicio del cierre con su ‘puzzle’ que culminó con el guiño de un burdo rumor por cuestiones métricas. Y tras unos aplausos y volver de ‘boxes’, bebimos agua fresca y, completamente desinhibidos, llegaron la salsa y el ‘asúcar’ de lo bien que lo estábamos pasando, de manera que nos fuimos a hacer alpinismo, a buscar al Yeti.
El público no paró de tararear las canciones en una complicidad generacional a la que se sumó la veteranía de una banda con muchos años de tarimas y escenarios que sigue pasándoselo muy bien.
Krahe es el Paolo Conte español, el ‘Ol’ Dirty Bastard’ de los cantautores y, aunque no sonaron ‘Cuervo ingenuo’, ‘Marieta’ o ‘El cromosoma’, personalmente no me importó dejárselo a deber.
Larga y próspera vida a un creador que dejó claro que el ingenio se perpetúa y que la chispa sigue encendiendo la mecha. Esperamos escuchar próximamente por estas tierras a ‘Palito’, cantante gallega de feroz talento a quien acompaña el guitarrista de Krahe, Javier López de Guereña.