02 octubre 2023
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‘Katiuska’ colapsa el Teatro de la Zarzuela

de
KATIUSKA / E.MORENO ESQUIBEL
Joaquín Muñoz Coronel / MADRID
Los elencos están integrados por Ainhoa Arteta, Rocío Ignacio, Maite Alberola, Carlos Álvarez, Ángel Ódena, Jorge de León, Alejandro del Cerro, Antonio Torres, Milagros Martín, Emilio Sánchez, Enrique Baquerizo y Amelia Font.

Se cumplen ahora 35 años de la ‘Semana de la Zarzuela’ de La Solana, una Fiesta declarada de Interés Turístico Nacional. Y es incuestionable la importancia que, en la difusión y conocimiento de nuestro teatro lírico, ha tenido y seguirá teniendo esta manifestación solanera. Dentro de unos días volveremos sobre La Solana, pero ahora toca hablar de una institución nacional. Desde su inauguración en 1856 en Madrid (Monumento Nacional en 1998, e incluido en la lista de Bienes de Interés Cultural de la ciudad de Madrid), ha sido el firme defensor de la zarzuela a lo largo de dos siglos. Hablamos del Teatro de la Zarzuela.

Desde 1984 pertenece al Estado a través del Ministerio de Cultura, y desde 1998 la Orquesta de la Comunidad de Madrid es su orquesta titular.  Pues bien, en el Teatro de la Zarzuela, situado a un paso de Ciudad Real gracias a nuestro ferrocarril más rápido y emblemático, el AVE, se programan cada año una treintena de espectáculos, que además de la zarzuela se incardinan con la danza y el flamenco.

Hace tan sólo unos meses pasó el Teatro de la Zarzuela por momentos de inquietud. A causa de la anunciada fusión con el Teatro Real, para constituir una nueva institución que velase por la música lírica en su doble faceta de ópera y de zarzuela. Sin embargo, la distinta naturaleza de los dos coliseos madrileños oficiales (Teatro Real, sujeto a un Patronato con patronos privados, y Teatro de la Zarzuela, dependiente de Cultura a través del INAEM), ha frustrado provisionalmente el intento. Parece haberse conjurado el peligro, y los trabajadores de la Zarzuela respiran algo aliviados.

Y es precisamente en el Teatro de la Zarzuela donde hemos asistido al estreno de ‘Katiuska’, la opereta en dos actos de Pablo Sorozábal, con libreto de Emilio González del Castillo y Manuel Martí Alonso.

ABRIENDO TEMPORADA

Las aperturas de temporada debieran ser una fiesta por todo lo alto: la alegre confirmación de que el arte sigue su curso natural. Así lo viene entendiendo el madrileño Teatro de la Zarzuela, que para la ocasión ha preparado una pequeña gran joya: ‘Katiuska’. Que ya está llenando la sala con su música expresiva y poética casi 40 años después de su última representación en este coliseo en 1981. Una ausencia que ahora ha venido a remediarse, teniendo en cuenta que no son pocos los aficionados, que incluyen esta opereta entre sus obras predilectas. El Espacio ofrece 14 funciones del 4 al 21 de octubre, con un equipo artístico y unos repartos difícilmente superables.

Diremos que la versión escénica pertenece a Emilio Sagi, que ha querido hacer una ‘Katiuska’ “cinematográfica y nostálgica” para “plasmar aquellos años grises” de la Revolución de 1917. En medio de todo ello, una historia de amores posibles e imposibles, de situaciones disparatadas, con los inevitables amargos coletazos de la Revuelta como trasfondo. En el foso, frente a la Orquesta de la Comunidad de Madrid, está el maestro Guillermo García Calvo, uno de los directores españoles más significados y solicitados en la actualidad. Arriba, sobre las tablas, acompañados por el Coro del Teatro de la Zarzuela, dos elencos de altura, salvo en el caso del papel de Katiuska, que son excepcionalmente tres.

Las sopranos que dan vida a la joven Katiuska, única descendiente del Zar aunque ella lo ignore, son Ainhoa Arteta, Rocío Ignacio y Maite Alberola. Su enamorado imposible, Pedro, comisario del Soviet, lo encarnan los barítonos Carlos Álvarez –conservamos su excelente CD con romanzas de zarzuela- y Ángel Ódena, que tendrán su réplica escénica en los tenores Jorge de León y Alejandro del Cerro, en el papel del Príncipe Sergio, próximo a la familia imperial y protector de Katiuska.

Los roles más vivaces, los que llevan la trama a extremos en ocasiones surrealistas y casi siempre hilarantes, son el del coronel del ejército zarista Bruno Brunovich (pillo vividor y mujeriego representado por el barítono Antonio Torres); el de la joven y coqueta Olga, que asume la soprano Milagros Martín; el de Boni, interpretado por el tenor Emilio Sánchez (novio de Olga, celoso con razón, y antiguo asistente del coronel Brunovich aunque ahora atiende la posada de su tía Tatiana); el de Amadeo Pich (viajante catalán vendedor de medias, que quiere saldar la deuda que con él tiene pendiente el coronel), que personifica el barítono Enrique Baquerizo; y el de Tatiana, la dueña de la posada, cuyos lances cantará la soprano cómica Amelia Font.

La potente escenografía de Daniel Bianco tiene como motivo central un gran marco dorado inclinado, en cuyo interior va sucediéndose la escena. El mastodóntico marco se asienta sobre los grises escombros del imperio zarista. Donde hubo lujoso esplendor, ahora hay ruinas y decadencia. El vestuario de Pepa Ojanguren, la iluminación de Eduardo Bravo y la coreografía de Nuria Castejón completan la singular propuesta artística de esta producción del Teatro Arriaga, en coproducción con el Campoamor de Oviedo, el Calderón de Valladolid y el Teatro Español de Madrid.

SOROZÁBAL LÍRICO

‘Katiuska’ es la primera obra para la escena que compuso Pablo Sorozábal, dando así el compositor un giro de la música sinfónica a la lírica. Sus dotes, no sólo para la orquesta y la melodía, sino también para la escena, lo convirtieron en el centro de la última etapa de la historia de la zarzuela. Destaca la finura de la música desde la primera escena, una orquestación elegante, buenos concertantes, romanzas intensas y variadas, así como una colección de bailables y números cómicos o exóticos propios del género de la opereta.

El libreto firmado por Emilio González del Castillo y Manuel Martí Alonso, manifiesta un claro interés por una sencilla historia, que tiene como trasfondo un episodio de la Historia de Rusia. Aunque sin entrar en vericuetos complicados ni en parciales interpretaciones ni partidismos. Por eso, sólo hay una tácita protesta -casi al final del Acto Primero- cuando Katiuska increpa a su amado bolchevique por la maldad de los suyos, quien reprocha a la princesa y los nobles ahora hechos prisioneros, los siglos de opresión y hambre del régimen zarista.

La obra estuvo a punto de llamarse ‘Katiuska la mujer rusa’ y ‘La Rusia roja’, para acabar en sólo ‘Katiuska’. No deja de ser pintoresco el argumento elegido para ‘Katiuska’. Lista para su estreno en 1930, hubo de retrasarse por el enorme éxito que estaba obteniendo en el mismo teatro la zarzuela ‘El cantar del arriero’. Pero hay constancia de lo que pensaba el músico Sorozábal en aquel momento: “Yo rechazaba el ambiente de alpargata de las zarzuelas al uso, y quería un ambiente de opereta, a poder ser moderno, del día”. Los autores del libreto, Emilio González del Castillo, Manuel Martí Alonso (ambos empleados de ferrocarriles españoles), y el propio Sorozábal, se alejaron de la zarzuela tradicional que imperaba en el momento.

‘KATIUSKA’ UNIVERSAL

Aun así, debieron influir otros aspectos en la elección de la temática, ya que existía una gran efervescencia política en las ciudades industriales más importantes (tan sólo unos meses después sería proclamada la II República Española, 14/04/1931). Además de la relativa cercanía de la llamada Revolución de Octubre en Rusia. Así, acordaron que el tema sería el éxodo a París de la aristocracia y burguesía rusa, tras la revolución de 1917. Por supuesto, un marco de acción más típico de la opereta que de la zarzuela, y los dos estrenos entre Barcelona (27/1/1931, Teatro Victoria) y Madrid (11/5/1932, Teatro Rialto Gran Vía), se produjeron con más de un año de separación. Tras su estreno en Barcelona, y al resultar “demasiado flojo” el segundo acto, los autores tuvieron que rehacerlo completamente.

Los 7 números musicales del Acto I, y los también 7 números de Acto II, se hicieron rápidamente populares: ‘Calor de nido’, ‘Los Kosakos de Kazán’, ‘La mujer rusa’, ‘Ucraniano de mi amor’ ‘Rusita, rusa divina’, ‘Somos dos barcas’ o ‘A París me voy’. La música que envuelve ‘Katiuska’ tiene una indudable ambición melódica, con una escritura orquestal sólida y poética, y una profunda comprensión del lenguaje coral. Por eso, para el maestro García Calvo ‘Katiuska’ es una obra universal: “La acción sucede entre Ucrania y Rumanía, el compositor es vasco, el libreto está en castellano, la música es de carácter ruso, con la sencillez y expresividad armónica de Schubert y la poesía de Schumann… y además contiene un vals, un fox-trot, una marcha militar y un solo de violín a la luz de la luna”. Ciertamente, no hace falta más.

Por su parte, Emilio Sagi, como director escénico presenta la historia como un ejercicio de evasión del público de la época, ante la dura realidad. Su finalidad, hacer una ‘Katiuska’ “cinematográfica y nostálgica” y “plasmar aquellos años grises” de la Revolución de 1917. La belleza musical y teatral de la obra de Sorozábal adquiere nuevas dimensiones al no caer en la visión popular o folclórica del relato. Perfecta mezcla de sentimentalismo típico de opereta, con una fuerte expresión lírica tradicional y algunos toques de cabaret. “Quise resaltar el sentimentalismo del libreto, acercándome a una estética cinematográfica, planteando a la protagonista como una princesa de película al estilo de las míticas estrellas de Hollywood de los años 30.”

LA FUNCIÓN

En un teatro abarrotado sin una sola butaca libre -no sólo en el estreno, sino prácticamente en toda su rodadura-, el recogimiento es total, dentro de la tragedia que suponen todas las guerras… Y que en este caso ha sido reflejado por el enmarque del cuadro dorado con inclinación de unos 15 grados, que produce una cierta sensación de inquietud e inestabilidad en el espectador… consecuencia del temor e incertidumbre que atraviesan los protagonistas, por mor de la situación de guerra en la que se hallan inmersos. En primerísimo plano, las ruinas de edificaciones y enseres domésticos, tras los disparos y bombardeos de que han sido objeto.

Por otra parte, habida cuenta del gran número de aficionados foráneos con que cuenta la música lírica española, la pantalla de sobretítulos ofrece al espectador el texto de la escena, en lengua española y simultáneamente en lengua inglesa. Un detalle que no deja de ser muy de agradecer, como el hecho de que se representen los dos actos sin pausa, en algo menos de hora y media.

Sin embargo, la trágica historia de amor y evasión, de persecuciones e ilusiones, tiene el contrapunto en la escena cómica de una simpática Olga que quiere marchar a París, no importándole mucho el hombre que decida acompañarla (Amadeo o Bruno). Para acercar la vida de opereta parisina, interpretan uno de los números cómicos, y auténtico hit de la obra “A París me voy”.

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