Sobre la función que valoramos, un escenario original con decorados en tres dimensiones, aunque algo lúgubre por necesidades del guion. Pero uno de los detalles que aplaudimos es la presentación en papel del programa, a disposición de los espectadores en el hall del Teatro Quijano. A raíz de la pasada pandemia, se nos ofrecía un Código “Q”, que era preciso leer con el móvil, y que muy difícilmente podía consultarse antes de la función, por dos razones fundamentales: la premura de tiempo y, si cabe, la escasa cobertura de redes en una sala profunda y cerrada.
Dicho esto, añadiremos que el tener la orquesta en vivo en el foso (cosa que no ocurre en los ballets) aporta una enorme calidez, frescura y cercanía a todo cuando pasa tablas arriba del foso, y que se traduce en emoción para la sala entera… Y como quiera que la ópera ha de interpretarse –por cuestiones de silabeo, fraseo y notas- en el idioma original donde se escribió (italiano, alemán, francés…), hoy en día se hace imprescindible la subtitulación en nuestra lengua. Difícilmente podría seguirse la trama en siglos pasados, cuando esta ‘traducción simultánea’ no era posible…
TRAMA DE LA ÓPERA
En Norma, nos encontramos con una historia de amor entre un Cónsul romano Pollione (tenor) y dos Sacerdotisas, Norma (soprano) hija de Oroveso el gran Sacerdote (bajo), y Adalgisa (soprano falcón). Este tema de celos, y el gran amor a su patria por el pueblo que ha sido invadido, cantado por el coro y acompañados de la orquesta, nos transmiten a través de la música y voces, el dolor, por un lado, y la valentía frente a la opresión por el otro lado. Todo ello hace de Norma una de las óperas más impresionantes y emotivas. El desenlace final de la obra es similar al de Aida de Verdi, donde lo más importante es el triunfo del amor a cualquier precio: Radamés es juzgado por el tribunal de sacerdotes, condenado a la muerte reservada a los traidores, y enterrado vivo. Pero mientras Radamés espera su final vivo y en la tumba, Aida aparece a su lado… se ha hecho enterrar viva para morir con él.
No es Norma una de las óperas más representadas en el mundo. De hecho, no figura en ninguno de los principales rankings que hemos consultado antes de abordar estas líneas. Ni Bellini fue uno de los consumados sacerdotes de la ópera, ni tampoco consiguió la fama mundial con la escasa decena de óperas que escribió (Norma, La sonámbula, Capuletos y Montescos, Los puritanos de Escocia…). Claro, que, de haber prolongado su corta vida más allá de los 33 años, podría habernos regalado muchas otras gloriosas páginas musicales.
Pero no es menos cierto que con Casta diva consiguió Bellini dividir el mundo de las sopranos, entre las que bordaban su aria, y las que simplemente la cantaban. De entre las primeras, y a considerable distancia, la inmortal María Callas, que hizo de esta interpretación una de sus principales tarjetas de visita. Pero antes y después hubo muchas otras…
Y es que rara vez nos es dado conocer el ‘todo’, por el contacto con sólo una ‘parte’. Aquí ocurre. En un momento intimista, dialogante, rogatorio y suplicante por el pueblo al que pertenece. Un momento desprovisto de la aparatosidad y solemnidad que en la ópera ya hemos visto en otras arias. Pero que, sin embargo, goza de toda la grandeza que su autor quiso condensar sólo en unos compases, del denso contenido de una de las óperas tan completa en su concepción, como complejas en su ejecución.
EL AUTOR BELLINI
Vincenzo Salvatore Carmelo Francesco Bellini (Catania, Sicilia, 1801/Puteaux, Francia, 1835) fue un compositor italiano y uno de los tres máximos representantes de la era del bel canto de principios del siglo XIX, junto con los compositores italianos Gioachino Rossini y Gaetano Donizetti. Hijo del organista Rosario Bellini, recibió las primeras lecciones de música de su padre y de su abuelo Vincenzo Tobia. Bellini fue un niño prodigio, y se cuenta que a los dieciocho meses era capaz de cantar un aria de Valentino Fioravanti, que comenzó a estudiar teoría musical a los dos años de edad, piano a los tres, y que a los cinco era capaz de tocarlo con soltura. Su primera composición data de cuando tenía seis años. Luego estudiaría Armonía, Contrapunto y Composición.
Compuso Bellini música sacra (motetes, misas…), de cámara, y un famoso concierto para oboe y sinfónica. Pero es en la ópera donde alcanzó fama. Logrando obras para virtuosos del bel canto, expresión lírica que exige una gran precisión y agilidad vocal. Intentando minimizar las diferencias clásicas entre las partes cantadas y recitadas —arias y recitativos—, y manteniendo la tensión dramática.
Al intentar introducirse en el ambiente operístico de Londres, y no conseguirlo según sus expectativas, Bellini se retiró a París. Y fue en Francia donde le sorprendió la muerte con tan sólo 33 años, tras una infección intestinal (Disentería), probablemente contraída a principios de 1830. Bellini fue enterrado en el Cementerio Père Lachaise, donde permaneció durante más de 40 años, cerca de Chopin y Cherubini, hasta que en 1876 su cuerpo fue trasladado a la catedral de Catania, Sicilia, Italia.
Su obra más difundida es Norma, en la que destaca la muy célebre aria Casta Diva, donde se conjuntan la gravedad clásica con un apasionamiento muy romántico en la expresión, siendo éste uno de los grandes roles para soprano dentro del repertorio. Durante el siglo XX destacó en este papel Maria Callas, que fue la más famosa Norma del siglo y quien recuperó el carácter puramente ‘belcantista’ del papel, enterrado por los excesos ‘veristas’ de las generaciones de cantantes anteriores.
UNA AMPLIA PROYECCIÓN
Norma es una ópera escrita por Bellini sobre un libreto de Felice Romani, basado en la tragedia Norma ou l’infanticide de L. A. Soumet y L. Belmontet. Es la ópera más característica de Bellini y la que mayor éxito ha tenido siempre. El personaje de Norma se considera como uno de los más difíciles del repertorio para soprano, creado para Giuditta Pasta, para quien también Bellini creó el rol de Amina en La sonnambula. Se estrenó en el Teatro La Scala de Milán el 26 de diciembre de 1831 con escaso éxito, siendo sus primeros intérpretes Giuditta Pasta, Domenico Donzelli, Giulia Grisi, Vincenzo Negrini.
La obra Norma se encuentra en la confluencia entre la tradición de la antigua ópera seria italiana, y la evolución de la reforma del compositor Gluck, estando considerada como el mejor ejemplo del estilo belcantista. En ella, Bellini trabajó bajo el influjo de Cherubini, Spontini y, sobre todo, de Rossini. La obra cuenta, desde el punto de vista musical, con una cuidada instrumentación y riqueza melódica que no es de extrañar, ya que con ella el compositor pretendía acallar las críticas crecientes sobre su excesivamente simple instrumentación musical.
Norma se caracteriza por sus melodías largas, dramáticas, muy ornamentadas e intensamente emocionales, con el aria Casta diva para soprano más conocida de toda la historia de la música. Norma sigue siendo una de las óperas más populares y en las estadísticas de Operabase aparece como 38 entre las cien óperas más representadas en el período 2005-2010… Siendo la número 20ª en Italia y la primera de Bellini, que logró componerla en menos de tres meses, desde principios de septiembre hasta finales de noviembre de 1831.
La acción de esta “Ópera trágica en dos Actos y cuatro cuadros”, tiene lugar en Las Galias (Francia durante la invasión Romana, en el siglo I antes de Cristo). Y pocas veces se pone en escena Norma, en teatros que no sean exclusivos de Ópera, como el Teatro Real, Liceu, Les Arts, Euskalduna… Pero no por ello deja de ser una de las óperas más bellas que se han compuesto. Con unas partes corales que recuerdan a Nabucco de Verdi, y su maravilloso “… Va pensiero…” y un aria única con una belleza inconmensurable, así como una dificultad extrema que tan sólo con una técnica excepcional puede cantarse. La ópera ha sido interpretada por las máximas sopranos de la historia, como Lilli Lehmann, Rosalía, Claudia Muzio, Rosa Ponselle, Gina Cigna, entre otras.
Aunque fue Maria Callas quien le dio mayor trascendencia después de la Segunda Guerra Mundial. Callas impulsó la revitalización del belcanto romántico y Casta Diva fue su aria emblemática. Sucedieron a Maria Callas, Joan Sutherland y Montserrat Caballé, además de Anna Netrebko, Renata Scotto, Renata Tebaldi, Leyla Gencer, Elena Suliotis, Grace Bumbry, Shirley Verrett, Anna Tomowa Sintow, Gwyneth Jones, Beverly Sills, June Anderson y Edita Gruberová, entre las más famosas. Actualmente cantan el aria en los Grandes Teatros del Mundo, Anna Netrebko, Mariella Devia, Hasmik Papian, Renée Fleming, Angela Gheorghiu, la mezzosoprano Cecilia Bartoli y otras muchas.
UN ARIA SINGULAR
El aria ‘Casta diva’ (diosa Casta) es el corazón de la ópera Norma de Bellini, y se ha convertido en uno de los paradigmas del ‘bel canto’ romántico. La canta su protagonista, una sacerdotisa celta, mientras realiza un ritual que definirá el futuro de su pueblo, expresando un anhelo de paz y una presencia divina dentro del bosque sagrado. El aria (pieza musical cantada por una voz solista, con acompañamiento orquestal y como parte de una ópera, que musicalmente se divide en dos partes: aria y cabaletta), de la invocación a la Luna Casta Diva, se sucede inmediatamente después de la entrada de la sacerdotisa druida en el Primer Acto. Está introducida por un inconfundible e inigualado Ostinato, técnica de composición consistente en una sucesión de compases y con una secuencia de notas que se repiten exactamente en cada compás (su nombre en italiano significa ‘obstinación, empeño en repetir lo mismo’).
Veamos el contenido en profundidad. En la primera estrofa, se invoca a Casta Diva como aquella que trae paz y serenidad a la tierra, y Norma pide a la diosa que vuelva su hermoso rostro hacia ellos, sin nubes ni velos. Lo que puede interpretarse como una súplica de guía e iluminación, en un mundo lleno de oscuridad y confusión. La segunda estrofa habla del bosque sagrado y la necesidad de limpiarlo de individuos profanos. Norma menciona a la deidad iracunda y sombría, que exige la sangre de los romanos. Lo que podría imaginarse como una referencia al conflicto y sacrificio inminentes.
La voz atronadora de Norma desde el templo druídico tiene el poder de castigar a aquellos que desafían a los dioses. Finalmente, Norma expresa sus emociones conflictivas, mientras se da cuenta de que, aunque tiene el poder de castigar y buscar venganza, su corazón no sabe cómo hacerlo. En cambio, anhela que su amante regrese a ella, pidiéndole que vuelva a su amor anterior y se una contra el mundo. Luchando entre sus responsabilidades como líder religiosa y política, y sus vulnerabilidades personales.
Cierto es que la luna llena siempre fue atractiva para poetas, músicos y magos. En este caso, el aria Casta diva es cantada por su protagonista, la sacerdotisa celta que con rituales quiere definir el futuro de su pueblo, conectándose con el lado femenino simbolizado por la luna, que no es para nada casual. Los celtas eran animistas, no concebían que los dioses tuvieran forma humana, y celebraban los fenómenos naturales que les rodeaban. Siendo la luna la reina de los misterios de la noche, y que relacionaban con el espíritu femenino. Bien sabían que los ciclos de la luna afectan la fertilidad, a las mareas, a las cosechas…
Cuando empezaron a observarlos, entendieron los cambios de la naturaleza. También fue referencia de los ciclos de la vida del ser humano. El ritual de la luna llena era un momento de limpieza para el espíritu. Norma lo realiza para ver con claridad qué decisión debe tomar su pueblo, y corta una rama de muérdago como ofrenda. El personaje de Norma es una de las cumbres del bel canto romántico y uno de los papeles más difíciles de todo el repertorio lírico. Su singular ostinato preludia el aria más bella del bel canto, como ha sido calificada por grandes estudiosos del género. Sin duda el mejor hit de toda la obra. Existe también una versión de la célebre contralto estadounidense Marian Anderson y adaptaciones de cantantes populares como Nana Mouskouri:
Casta Diva, che inargenti / Queste sacre, queste sacre, queste sacre antiche piante / A noi volgi il bel sembiante / A noi volgi / A noi volgi il bel sembiante / A senza nube e senza vel.
(“Casta Diva, Estas sagradas, estas sagradas, estas sagradas plantas antiguas / A nosotros vuelve el hermoso semblante… / A nosotros sin nube y sin velo Casta Diva…”).
LA FUNCIÓN DEL QUIJANO
He aquí el elenco completo de los artistas que pusieron en escena esta Norma, con Orquesta y Coro de la Comunidad Valenciana integrantes de Compañía LGAM. Siendo sus directores José Escandell (Orquesta) y José Francisco Sánchez (Coro).
SOLISTAS INVITADOS:
Pollione, tenor: Giorgi Meladze, Georgia
Norma, soprano: Rosa Pérez Suárez, España
Adalgisa, mezzosoprano: Magdalena Feiner, Polonia
Oroveso, bajo: David Cervera, Madrid
Clotilde, soprano: Paula Zambrano, España
Flavio, tenor: Ángel Castilla, España
PERSONAL TÉCNICO
Vestuario, atrezzo, maquillaje, luces y escenografía: Ópera Nacional de Moldavia
Decorados: Ópera del Estado, de Ámsterdam.
Director de orquesta: José Escandell
Director del coro: José Fco. Sánchez
Director de escena: Pavel Kotska
Dirección artística: Leonor Gago
Al final de la representación, y en el momento de los saludos finales, un guiño a Ucrania, mediante la exhibición de su bandera en el escenario y en las manos de Pavel Kotska, que fue ampliamente aplaudida por intérpretes y público. Tampoco queremos dejar de reseñar la participación de Ricardo y Valeria, dos jovencísimos extras reclutados en Ciudad Real, que desempeñaron el papel –silencioso pero necesario- de dos encantadores niños, a punto de ser víctimas de lo que hoy llamamos “violencia vicaria”. (Violencia proyectada injustamente sobre los hijos, como consecuencia de un problema habido con el otro ascendiente de los menores). “Norma ou l’infanticide” es el título original de la obra en que se basa (‘Norma o el infanticidio’), queda claro. A pesar de que, finalmente, mueren ambos padres en la pira mientras los niños salen felizmente ilesos en la historia.
CONCLUSION FINAL
Mientras relatamos la función de esta Norma del Quijano, hemos podido ver en televisión (evidente indicio de que otra Navidad se acerca inexorablemente), algunos spots publicitarios a la ocasión atañederos. Sobre una firma francesa de perfumes (Jean Paul Gaultier), un apellido que, para hombre y mujer tienen el nombre propio de ‘Le Male’ (‘El varón’) y ‘Divine’ respectivamente) … Y también de una firma italiana (Nobile 1942) cuya marca de perfume para mujer es ‘CastaDiva’). Nos han sorprendido gratamente estas visualizaciones, en ambos casos con la música de fondo del aria de Norma de la que venimos ocupándonos. Lo que da fe de la vigente actualidad de esta plegaria de la mujer druida.
La Compañía LGAM llegaba a Ciudad Real procedente de Almería, Xátiva y Badajoz, y desde Ciudad Real llegará hasta Miranda de Ebro, Vigo, Valladolid y Logroño. Simultáneamente, el gran tenor georgiano residente en Bilbao Giorgi Meladze, que estuvo en el Quijano con Tosca en 2022, actuará con La Traviata en otros puntos de nuestra geografía.
En suma, 80 artistas en total los de la Compañía que gestiona LGAM (Leonor Gago Artist Management) (sólo en la escena ya son 21), con pleno de entradas, aunque con otro tipo de público distinto al que asiste a los ballets. Entre las nacionalidades de los intérpretes, señalaremos a Georgia, Ucrania, Moldavia, y España, naturalmente. El magnífico director de orquesta de cabecera de LGAM, José Escandell (Alcira, Valencia), ya es bien conocido por estos lares, y ejerció con profesionalidad en el foso, y con simpatía y cordialidad en el camerino.
En cuanto a la soprano Rosa Pérez Suárez (Las Palmas de Gran Canaria), con su impecable estilo y prodigiosa voz nos recordó a otra soprano canario-venezolana, Nancy Fabiola Herrera. Excelente y complejísima partitura impecablemente vocalizada por esta Rosa caracterizada como Norma. A su lado –y también a su altura musical- la polaca Magdalena Feiner, solvente y decidida. Y, naturalmente, nuestro ya viejo conocido (lo de viejo, sólo en el conocimiento, que no en la edad) Giorgi Meladze, el georgiano que decidió vivir e integrarse con nosotros desde Bilbao, Toledo, o donde se le necesite. Es un tenor con una limpieza y potencia de voz casi fuera de lo normal. Su voz llena todos los rincones de los (muchísimos) escenarios en los que actúa. Por su parte, Oroveso, Clotilde y Flavio, cumplen bien con lo que prometen, quedando en magnífico lugar David, Paula y Ángel en carne y hueso.
Una gran oferta musical ofrecida por parte del Ayuntamiento de Ciudad Real. Que se esfuerza por traer a casa, montajes que de otra forma tendríamos que aplaudir en lejanos escenarios de nuestra geografía nacional.
