De abajo arriba, de Sur a Norte, el autobús del Almagro FSF dibujó una cicatriz en la península desde las cuatro de la mañana del viernes. Desde el corazón del Campo de Calatrava a La Coruña, desde aquellos modestos inicios de antaño a golpear las puertas de Primera, hogaño. El cuadro rojillo se desplaza a Galicia, con parada en Ponferrada, con el autobús a rebosar, sin que quepa un alfiler, entre jugadoras, cuerpo técnico, directiva, algunos fieles, las mochilas, el réflex y toneladas de ilusión.
En La Coruña espera el Amarelle, un club parecido aunque el contexto sea diferente. Se parecen como el naranja de su camiseta al rojo del Almagro. Gallegas y ciudadrealeñas comparten una misma pasión por la defensa. Plantillas cortas, sin presión por el ascenso, los dos equipos se encomiendan a un orden teñido de solidaridad, de sudor, que a las almagreñas les valió para ser primeras en su grupo con muchas jornadas de adelanto y a las gallegas para ser terceras y sufrir hasta más allá del último minuto en los despachos, porque en la RFEF no se aclaraban si debían entrar o no en el bombo. Entraron. Y este sábado, a las 18:00, en el Municipal Sagrada Familia, reciben al Almagro FSF en el primer partido del play off de un ascenso que es un sueño. Pero no uno de esos que se olvidan al levantarse, porque en Almagro lo sueña casi el pueblo entero. “Con cada mensaje sentimos que nos abrazan el alma”, dice Ramón J. Lozano, el entrenador que se echó sobre sus hombros la colosal tarea emprendida hace ya muchos años por Manolo Arévalo. El puertollanense ha conseguido imprimir su estilo, ese de traje y corbata, pero arremangados para correr siempre un poco más que el contrario, para pensar en el equipo antes que en las individualidades.
Lozano lo tiene claro: “La clave es mantener el orden, evitar errores en la circulación de balón”. No es que se fije solo en la defensa, es que confía ciegamente en su ataque. “Estamos en un momento dulce. Tenemos potencial más que suficiente ahí arriba”, repite. Y no lo dice, pero mira de reojo a María Téllez, la hija pródiga, que regresó del Olimpo para, con sus goles, cumplir el sueño de llevar al equipo de su pueblo a Primera; a María Arranz, que sigue parando la bola con el interior, pero que esconce un cañón para derribar barreras; a Vicky, que mantuvo el fuerte en los malos momentos, una goleadora de raza, en la que siempre se puede confiar; y en las Isa y Mariajo, Marta y Paula, Virgi y Zazu, Mercedes y Pilar. Sin contar a Ceci y Vera, claro, la primera portera para todo, la segunda portera siempre que ha podido. Todas tendrá su momento, su oportunidad, porque nadie se va a borrar de este play off: “La ilusión puede más que los dolores, porque molestias hay”.
El equipo ha entrenado en Ponferrada, a los pies del castillo templario, de Orden a Orden, de la de Calatrava a la del Temple, pero siempre manteniendo el orden, ese que pone Mariajo en el vestuario cuando es necesario, el que impone Conchi Ledesma, buscadora hiperactiva de recursos además de presidenta.
Mañana sábado saltarán al parquet coruñés las calatravas. Detrás habrán quedado todos los madrugones, todos los entrenamientos en los que raramente estaban todas, porque hay que trabajar y estudiar, todas esas horas echadas en soñar con este momento. Por delante, el complicado asalto al Viaxes Amarelle. El primero. El segundo, después de recorrer en sentido inverso la cicatriz de Norte a Sur, que será ya camino, tendrá lugar en un Ciudad de Almagro que estará lleno a rebosar. Sea cual sea el resultado de este sábado en La Coruña, porque si de algo pueden estar seguras las rojillas es de que uno o dos goles de más o menos no van a debilitar su principal fortaleza: el ánimo de todo un pueblo. Unos pocos aficionados lo verán en directo. Otros muchos, por televisión. Detrás de este enlace https://youtu.be/YbJqwANIduY se esconde una historia que puede ser épica, pero que sin duda ya es heroica.