Y ahora a contárselo a la familia. Duele pero ellos están ahí para enseñarte a caminar por un lugar nuevo por el que nunca pensabas que tendrías que transitar.
Luego viene todo lo demás: las incertidumbres, la toma de decisiones y los miedos. Empecé a escribir algunos días lo que sentía. En la primera página puse “Etapas para llegar a la meta”. Y estas fueron algunas de mis etapas:
“Me encuentro muy bien. Hoy solo tengo un color extraño en mi cara. He quedado a tomar café y pienso aprovechar cada momento.”
“Me he lavado el pelo y mis rizos han desaparecido. Nunca me gustaron pero estaban ahí. Además han llegado un par de gorros para ponerme en casa y estoy horrible.”
“La comida comienza a saberme mal y tengo angustia todo el día. Al menos no estoy mal de ánimos. Me siento muy querida, mi hijo es muy tierno conmigo y eso hace que me vuelvan las fuerzas”.
“Otro día de normalidad. Bueno, dos meses después de la noticia me he incorporado al trabajo. He recibido a las Guerreras en el Ayuntamiento. Me ilusiona ir a trabajar”.
“A mi familia les encanto pelona.”
“No soporto la peluca. Se me cae y me siento insegura con ella. Tampoco me veo bien con los pañuelos. Quiero encerrarme en casa. Cada día estoy más cansada. Quiero volver a ser la que era. “
“Me pasan cosas raras. Me duele la cabeza y los oídos, se me doblan las piernas al andar y me duele todo el cuerpo…. Me deprimo y me vengo abajo.”
“Ya he pasado la octava sesión. ¡Estoy tan cansada! ”
“Treinta y uno de julio. Lo he intentado con todas mis fuerzas pero este año me quedo sin Pandorga. Pensaba que era una carrera de cien metros y resulta que es una maratón”.
“He finalizado la quimio, me voy a la playa. Tengo mucho arte poniéndome los pañuelos”.
“Hoy veré el mar. Sigo viva y viviendo”
Muchas mujeres compartimos este camino y lo hacemos juntas. Somos muchas y nos hacemos visibles. Somos muchas y alzamos la voz. El cáncer no es muerte, el cáncer es lucha y somos una gran pandilla para luchar juntas.