La música, ese lenguaje universal que emociona, es también una herramienta para fomentar valores en igualdad. Así lo ponen de manifiesto las dinámicas colectivas con niños a través de la interpretación de composiciones para crear ambientes únicos y construir una conciencia equitativa entre los iguales.
Es el objetivo que la experta en enseñanzas musicales Mercedes Cabanes trabaja en sus dos ámbitos de actuación docente: por un lado, como profesora de Expresión Artística y Percepción y Expresión Musical de los alumnos del grado de Maestro en Educación Infantil de la Facultad de Educación de Ciudad Real, y por otro, como directora de la Escuela Pianissimo, donde interactúa con diversos colectivos y sensibilidades.
“Como educadores, apunta Cabanes, tenemos el deber de enseñar a las familias y a los niños el respeto a los demás y a la diversidad, lo que yo llamo la belleza ética”, una metodología que aplica con rigor y diversión en sus clases, y que de manera satisfactoria obtiene una respuesta eficaz.
Se trata, según esta gran defensora de la educación en valores, de utilizar la música para alfabetizar los sentimientos y moldear emociones negativas como la agresividad, la impulsividad o la superioridad.
“Educar, argumenta, tiene que ver con hacer cosquillas en el interior de los niños y la música es el mejor lenguaje”, pues es una disciplina “que conmueve, emociona, cambia el estado de ánimo y ayuda a mejorar el interior de las personas”, sobre todo en el caso de los más pequeños. “Cuando un niño aprende a escuchar, aduce la profesora, aprende a imaginar, a sentir y a percibir todo aquello que entra por sus oídos, y que físicamente no existe”. La profesora habla con pasión de su metodología, por la que en sus clases “todos son iguales, tanto los niños como las niñas, todo se detiene, y tan solo hay sonidos y movimiento que acompañan a la frase y a la melodía”.
También es una forma de desmontar estereotipos y de prevenir comportamientos violentos y dominantes en el futuro. “Cuando trabajamos una canción entre todos, como una pequeña orquesta, explica la pianista, perdemos la competitividad, buscamos un sonido bello con los instrumentos, compartimos, interactuamos, unificamos los tempos, activamos la concentración, aprendemos a escuchar y, por tanto, a respetar al otro”.
Así, el valor solidario y equitativo emerge porque “el sonido de uno no es el más fuerte ni el más rápido, sino que forma parte de una orquesta a la que pertenecen todos”.
A través de la música todos los intérpretes hablan “un lenguaje común” y obtienen una comunicación emocional que Cabanes prefiere llamar “belleza ética”, o lo que es lo mismo, el proceso de vivenciar, identificar y gestionar sentimientos y sensaciones -como el miedo o la inseguridad- “sin que se apoderen de uno mismo”.
Para distintas capacidades
La metodología en grupo, centrada en “crear experiencias y en construir espacios mágicos de aprendizaje musical”, también es una eficaz herramienta educativa a la hora de mejorar el estado de ánimo y el talento de personas con distintas capacidades, una “responsabilidad enorme” que Cabanes intenta inculcar a los futuros maestros de Educación Infantil, y a los grupos infantiles y de adultos con los que trabaja en su escuela.
A su juicio, “es sembrar valores y respeto a la diversidad entre los más pequeños, a través de la educación en la sensibilidad y en la estética musical”, unas enseñanzas también que también dirige a mamás embarazadas y bebés.
“Estamos hablando, por tanto, del interior y creo que solo encendiendo esta chispa lograremos una sociedad donde los hombres y las mujeres sean de una vez por todas personas iguales”, concluye la pianista ciudarrealeña.