Las poblaciones de Villamayor de Calatrava y Argamasilla de Calatrava se han despertado este miércoles sobresaltadas, alertadas por el sonido de disparos que procedían de los primeros chalets ubicados en la carretera que une ambas localidades, al parecer, propiciados por una discusión entre un padre y su hijo.
Ambos, eran conocidos en ambos municipios, donde hacían su vida diaria. Compraban el pan, tomaban la cerveza de las doce y participaban en los corrillos de petanca, sin que nada sospechase que algo no funcionaba en la cabeza de Alfonso, varón de 51 años, con una vida llena de altibajos, pero como la de cualquier hijo de vecino.
Desde hacía tiempo, padre e hijo vivían juntos. Hacía años, Alfonso, padre de una joven, se había separado de su pareja, y había regresado al núcleo familiar.
Un accidente de tráfico mermó sus facultades físicas, mientras que las psicológicas luchaban por encontrar remedio. Tal como ha podido confirmar Lanza a través de varias fuentes cercanas, el tirador estaba siendo tratado para evitar los saltos emocionales que a veces lo hacían sobresaltarse con facilidad.
El padre de Alfonso, de 81 años, había sido durante años guarda forestal. Conocedor de la zona y la zona de él, siempre ha tenido una buena relación con cuantos le han rodeado, como su hijo, que en los últimos tiempos había sido su sombra.
Dada su profesión, en casa tenían un rifle con licencia, que ha sido el arma que se ha llevado por delante la vida de un policía local de Argamasilla de Calatrava y la de un agricultor que como cada día, hacía su faena, ajeno a lo que estaba sucediendo en la casa de Alfonso.
A las 10:30 comenzaron los disparos; un poco después el llanto desolado de la mala suerte. Ahora se abre el debate sobre la salud mental y los protocolos. Para las víctimas mortales el descanso eterno.