Ballesteros de Calatrava es uno de los siete municipios de Castilla-La Mancha, que se van a beneficiar de un proyecto piloto impulsado por la Junta de Comunidades, cuyo objetivo es rehabilitar edificios para ponerlos posteriormente en alquiler, dotando de vida, espacios, que como en el caso de este pequeño pueblo de Ciudad Real, estarían abocados al polvo y el olvido.
Junto a Ballesteros, serán Alcalá del Júcar, Cardenete, Almodóvar del Pinar, El Recuenco, Peñalén y Los Navalmorales, el resto de municipios manchegos que se beneficien de la línea de subvención que alcanzará el millón de euros, para el total de este proyecto, que es una de las cuerdas salvavidas que desde las administraciones están lanzando para luchar contra un fenómeno de no fácil solución.
El reto de este proyecto, explicó durante su presentación el consejero de Fomento en Castilla-La Mancha, Nacho Hernando, es mantener y fijar población en municipios situados en zonas rurales escasamente pobladas o en riesgo de despoblación.
En esos parámetros se mueve Ballesteros, un municipio al que un lunes cualquiera de enero le falta el ruido de la gente, el ruido de la industria y hasta el ruido de los vehículos desplazándose hacia Ciudad Real. A lo lejos también se añora el ruido de los aviones, que una vez llegaron a sobrevolar su cielo con destino a un aeropuerto que estuvo lleno de sueños, pero que se esfumó como se esfuman las rachas de buena suerte.
Sobre esto, señala el alcalde de la localidad, Juan Carlos Moraleda, “el aeropuerto pudo habernos dado un empuje muy importante, pero por desgracia aquel proyecto se vino abajo y con él, gran parte del potencial que nos hubiese hecho crecer”.
Ahora, cuando está a punto de agotar su cuarta legislatura al frente del Consistorio, el reto de Moraleda es frenar la sangría de la despoblación, que como en otros muchos municipios de la provincia ha ido dejando surco durante la última década, debido a factores como el empuje de la mortandad entre una población envejecida, la falta de ofertas laborales y la irremediable búsqueda de ciudades que ofrezcan una cartera de servicios para facilitar el día a día.
Sobre el proyecto de rehabilitación de viviendas, explica el regidor, “tenemos muchas esperanzas puestas. Cuando pujamos para ser adjudicatarios de este proyecto, teníamos claro que la idea era combatir el problema de la despoblación, incentivando que nuevas familias quieran venir a nuestro pueblo para vivir y para impulsar nuevos negocios en nuestro pueblo”.
Detrás de las dos viviendas que se van a reformar, no sólo habrá dos nuevas familias que tengan niños en edad de escolar a su cargo, sino la esperanza de que establezcan nuevos negocios, que para el pueblo y sus vecinos, significaría tener más servicios y una mayor oferta entre la que poder elegir.
La antigua casa de maestros volverá a tener vida
Las dos primeras viviendas que van a rehabilitarse en Ballesteros pertenecen a las antiguas instalaciones municipales que eran ocupadas por los maestros que venían a ejercer de profesores en el colegio.
Hoy, una década después de aquellos días, permanecen cerradas sintiendo el paso del tiempo como un terremoto que va arrebatando el lustre que un día tuvieron.
Las baldosas de terracota permanecen firmes, mientras el polvo se lamina sobre ellas. Las ventanas se sellan para luchar contra la gravedad que amenaza con descolgarlas. En su interior los únicos colores que rompen lo opaco del sitio son los de unas paredes desafiantes de verde y fucsia, que combinan peor que el tiempo sobre la modernidad.
En su exterior, la maleza crece, abriéndose paso, dibujando un bodegón donde hay sombras de vida en una jaula vacía que todavía cuelga sobre una de las tapias del pequeño patio previo al hogar. Por allí también queda un balón de fútbol sala, gris, triste, sin colores, como si echase de menos las patadas que un día le dieron.
En esas paredes que un día fueron un hogar, este enero ha llegado un proyecto para devolver la alegría. Estas últimas semanas se estudia la línea de subvención y se están fijando las bases para regular los términos del alquiler que se haga público. “Estamos estudiando todo y próximamente estaremos en disposición de saber cómo se van a ejecutar tanto las obras como el arrendamiento”.
Sobre las obras, espera Moraleda que “si finalmente acaba encargándose el Ministerio, nos permita que los arreglos sean contratados a empresas locales, para fomentar así el empleo en el municipio”. De momento, dice, “estamos trabajando y cerrando detalles junto a los técnicos y nuestro secretario municipal”.
A estas dos primeras viviendas, el Ayuntamiento quiere sumar una tercera, en unos terrenos adyacentes. “Estamos viendo cómo adquirir el solar colindante, para que así podamos ofrecer una tercera vivienda, en la medida que este proyecto se vaya consolidando”.
Apostar por la tranquilidad del medio rural
“Nuestro pueblo es un sitio tranquilo, en el que tenemos de todo; pero cuantos más negocios se establezcan, será mejor para todos”. No debe olvidarse que los pueblos pasan por tener un colegio, un consultorio, un banco, una panadería, peluquería o una tienda de comestibles; como mínimo.
Entre los grandes alicientes para apostar por vivir en Ballesteros, subraya el alcalde, estará “el precio del alquiler que vamos a establecer para estas viviendas, que estará muy por debajo del que pueden encontrase en Ciudad Real o Puertollano; y la otra gran ventaja, es nuestra localización a quince minutos de Ciudad Real”.
Con estas ventajas sueñan con encontrar una de las llaves contra la despoblación, en un proyecto que tendrá cuatro años de duración y que pretende llamar la atención de gente joven, con hijos y con ganas de emprender en un municipio que les facilite los trámites. “Queremos que la familia que llegue a nuestro pueblo, tenga la tranquilidad de poder desarrollarse con numerosas ventajas fiscales durante cuatro años, para que pasado ese tiempo, tenga la estabilidad que les permita comprar una vivienda y quedarse con nosotros”.
Para que la gente joven vea posibilidades en el municipio, invertir en conectividad y desarrollo sostenible, van a ser dos de las grandes demandas que se va a encontrar el Ayuntamiento, algo que el alcalde tiene claro. “Desde que iniciamos el proyecto de la mancomunidad de las placas solares, a Ballesteros ha llegado una familia; y precisamente esto, junto a la instalación de fibra óptica, fueron dos de los condicionantes para elegirnos”.
En verano, Ballesteros duplica su población habitual
Cuando el sol empieza a quemar y los boletines de notas hacen que algunos colegiales prometan estudiar antes de septiembre, como única solución para no faltar a la piscinas con los colegas y las pipas, Ballesteros gana en bullicio y en caras nuevas.
En verano, dice su alcalde, “hay mucho más ambiente que en invierno. En esta época, a las seis de la tarde, no queda nadie en la calle y obviamente se echa de menos la gente que nos visita y se queda con nosotros durante los meses de verano”.
Por todo eso, y pensando en un futuro con jóvenes asentados en la localidad, Moraleda no pierde de vista el trabajo de la mancomunidad del Campo de Calatrava, ni las posibilidades que se derivan de líneas de ayuda como la de los Fondo FEDER. “Queremos aumentar nuestra población y acabar con el fenómeno de la despoblación”.
Para ello, en su cartera de esperanza y futuro, quedan proyectos como la apertura de un centro de estudios para impartir cursos de formación, o la de un centro deportivo con pistas de pádel, entre otras cosas, “que son proyectos que podemos acometer, que dependen de nosotros y que estamos ultimando para que sean una realidad lo más pronto posible”.
El futuro ya se observa en Ballesteros
En el skyline de Ballesteros se observa el resplandor que emiten las placas solares. El colegio municipal viste su techo con paneles, como lo hace su farmacia o su Ayuntamiento.
A uno de los costados del municipio queda la pequeña planta generadora de energía eléctrica a través de placas solares, de las que hoy se benefician una veintena de casas. “Queremos que esta planta siga creciendo para abastecer de forma limpia a nuestros vecinos, y ayudando a un considerable ahorro energético”.
A poco más de quince minutos, nada más entrar en Ciudad Real, comienza el ajetreo de coches, el vaivén de algunos viandantes que caminan como forma de matar el tiempo, ajenos a la lucha de un pueblo que busca mecanismos para seguir teniendo futuro.
