El siglo XXI lleva tatuado los iconos de las redes sociales, pero los foros de internautas son noventeros. Fue a través de un Bulletin Board System (BBS), la fórmula a través de la que varios usuarios podían conectarse a través de una línea telefónica para compartir información, como vio la luz la primera empresa que ofreció servicio de Internet al público en general desde su casa en toda Castilla-La Mancha y una de las seis primeras de toda España. Su nombre es CIM Internet y todavía existe.
Julio Moraga, CEO de la empresa, reunido en videollamada con el profesor Juan Pablo Rozas, explica que la BBS era “un foro para la gente curiosa”, en la que participaban algunos alumnos de la Escuela Superior de Informática. “Los americanos montan todas las empresas en una cochera”, dicen, en clara relación a la leyenda sobre la construcción del primer ordenador de Apple en un garaje por Steve Jobs. “Y en España las creamos en un bar”, añaden entre risas. Lo cierto es que los habituales del foro muchas veces quedaban para tomar algo, y así nació CIM Internet en Ciudad Real.
Tres profesores de la escuela, Juan Pablo Rozas, Carlos Villarrubia y Eduardo Domínguez, un técnico de redes, Francisco Álvarez, y Julio Moraga, que entonces era alumno, crearon la empresa en 1995 cuando apenas nadie en la provincia conocía la existencia de Internet. “No sabían ni cómo se accedía ni para qué servía”, explican.
Expectación en las páginas de Lanza
“Un grupo de profesores de la Escuela Universitaria de Informática ha puesto en marcha en Ciudad Real la primera empresa de la región proveedora de conexión Internet, la mayor red informática del mundo. En la actualidad, alrededor de 30 millones de personas en los cinco continentes, de las que, aproximadamente, 70.000 son españoles, “navegan” por los mares de Internet”, informó a principios de 1996 el diario Lanza en su portada.
En marcha, lo primero que hizo CIM fue dar servicio local e interprovincial de Internet a través de módem, y luego la posibilidad de conectar con otros centros proveedores a través de InfoVía, la red que creó Telefónica en 1995, cuando aún tenía el monopolio de la telefonía en España.
El profesor Juan Pablo Rozas recuerda que “hubo un cliente que llamó al teléfono de información de Telefónica porque se quería conectar a Internet” para preguntar cómo, y le pusieron en contacto con la empresa, porque, según señala, “en el listín telefónico era la única que aparecía con el nombre de ‘Internet’ en España”.
Los primeros internautas
Internet tiene en la actualidad 32,8 millones de usuarios en España, pero a mediados de los 90 el principal problema para una empresa del sector era conseguir consumidores. “Los primeros que llegaron fueron los forofos, personas a las que les gustaba la tecnología y que de repente tenían un proveedor local. No solo querían conectarse, sino conocernos”, señala.
Pocas empresas entendían que el futuro estaba allí y la mayoría pensaban que “era un medio inseguro”. “La única manera de abrir camino era entender, comprender, demostrar y luego vender”, explica. Incluso crearon una academia para dar clases de Internet en su primera oficina, en la calle Cardenal Monescillo de Ciudad Real.
Entre las primeras empresas que acudieron a CIM estuvo la fábrica que la multinacional japonesa Suzuki tenía en Manzanares -en la actualidad Systems & Manufacturing Spain-. “Empresas con una clara vocación de crecimiento acudieron a nosotros para configurar sus ordenadores para poder conectarse y, en este caso, tuvimos que configurar un portátil en japonés”, comenta. También contactó con ellos Fagor, desde Mondragón.
A nivel particular, los primeros usuarios utilizaron Internet para juegos en línea, que no, no son cosa de hoy en día. Las empresas, por su parte, lo utilizaban para comunicarse por correo electrónico e intercambiar datos. Por la mañana se conectaban los trabajadores, por la noche y los fines de semana los gamers, aunque pronto surgieron los primeros periódicos digitales, como el ABC.
Comienza el boom
Entre las curiosidades, “muchos de los usuarios se conectaron con nosotros en las elecciones generales de 1996 para seguir los resultados”. Eso sí, en este ámbito, no todos los políticos confiaron en el poder de la red en estos años. Julio Moraga recuerda que el PSOE rechazó realizar campaña en redes en estos mismos comicios.
El poco atractivo de las páginas web tampoco contribuía a su popularidad, aunque en CIM plantearon la importancia del diseño desde el principio. Moraga apunta el acuerdo al que llegaron con Gremio Diseño, la empresa de Miguel Ángel Milá, algo que para la época pareció “extraño”.
Hubo incluso un concurso para estar en internet que impulsó una mancomunidad de pueblos, en el que participaron la misma Telefónica y CIM. Ganó la multinacional y, según recuerda, “acabó con el reparto de unos CD-ROM que contenían todas las páginas webs para instalar que acabaron guardados en un cajón”. Nadie supo instalarlos.
El nuevo siglo trajo Internet a todos los hogares, y uno de los culpables fue el Windows 95, lanzado en 2001, que incluyó la instalación de los navegadores, frente a la infinidad de discos y manuales que tenían que estudiar los que disfrutaban en los 90 del ordenador. Entre 1997 y 2000, todo el mundo empezó a querer estar en la red y las noticias relacionadas en los medios eran recurrentes.
La seguridad, el internet de las cosas y la pérdida de información
Así llegó el tiempo en el que “la vida sin Internet no existe”. En la actualidad no hay empresa sin correo electrónico, la venta online ha explotado con la pandemia y las competencias en Internet entre la población han pasado “de cero a ser algo imprescindible”. Solo hay que ver que la caída de la plataforma Whatsapp hace unos meses, destaca el ingeniero, “fue noticia en todos los telediarios”.
De proveedores de Internet pasaron en CIM Internet a ofrecer servicios de seguridad. A este respecto, Julio Moraga advierte que es importante la formación de los usuarios, que cada día entran en Twitter, en Facebook, que realizan compras online, sin tener en cuenta los riesgos que conlleva facilitar datos en la red, también ahora con la explosión del teletrabajo.
Junto a la seguridad, Moraga habla de uno de los mayores retos que tiene Internet en la actualidad: la pérdida de información. “La pérdida de contenido es grave, porque es cierto que en Internet hay mucha basura, pero también mucha información útil que desaparece a lo largo de los años”. Pone un ejemplo, la información de la organización cultural El Aleph, que fue muy importante en torno al año 2000 y que ya no existe. Con el cierre de páginas, sus contenidos se esfuman.
Hace años la posibilidad de hablar por teléfono a través del reloj era una cosa de los tebeos. En la actualidad es una realidad, al igual que el internet de las cosas (IoT). Juan Pablo Rozas dice que primero fue conectar los ordenadores y el siguiente paso va a ser “conectar las cosas a Internet, desde las vallas en las carreteras, que pueden incluir detectores que indiquen si están rotas, a las alarmas de las viviendas”. La telemedicina, la realidad virtual, hablan de un futuro próximo de ciencia ficción que, para Julio Moraga, “no será disruptivo, será poco a poco, pero que seguro que sorprenderá”.