La catedral del Prado, sede prioral de las órdenes militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa, ha acogido este domingo marcado por las festividades en torno a la Virgen de Alarcos y previo al Corpus Christi la ceremonia de cruzamientos y toma de hábitos de nuevos caballeros, muchos de ellos pertenecientes a la nobleza, oficiada por el obispo de Ciudad Real, Gerardo Melgar.

Como máximo exponente de esta tradición centenaria y que se resiste a desaparecer, el acto ha contado con Pedro de Borbón Dos Sicilias, duque de Calabria y presidente del Consejo de Órdenes Militares de España, que es primo del rey Felipe VI, está en la línea de sucesión al trono de España y tiene mucha vinculación la provincia, como propietario de la finca La Toledana de Retuerta del Bullaque.
Veinte «neófitos» y mujeres con mantilla
La misa ha comenzado con la entrada en procesión de los veinte «neófitos», nuevos en la orden, pero no por ello todos jóvenes, y procedentes de diferentes puntos de España -ninguno de Ciudad Real-. Todos han entrado vestidos con traje de chaqué, según el protocolo, y han portado un pañuelo blanco, que luego han entregado a sus superiores. En la Diócesis de Ciudad Real, el último cruzamiento se celebró en 2008 en Almagro.

La catedral estaba casi llena, con muchos hombres vestidos de traje y mujeres con luto riguroso y mantilla, entre ellas, la alcaldesa en funciones de Ciudad Real, Eva María Masías. Entre los asistentes también estaba el candidato del PP en las elecciones del 28M y con toda la probabilidad futuro alcalde de la capital, Francisco Cañizares, y su compañero de partido Pedro Lozano.
El pañuelo del «hombre viejo» por el hábito del caballero

El simbolismo y la solemnidad ha girado en torno a los futuros caballeros al terminar la eucaristía. Primero, los de la Orden de Santiago, que sigue la Regla de San Agustín, y después, los de las órdenes de Calatrava, Alcántara y Montesa, que siguen la Regla Cisterciense. Quien toma el hábito, ha dicho el obispo, «tiene que destacar por su nobleza y virtud», lo que le obliga a cambiar «sus hábitos y costumbres». El rey es el que concede el hábito y ordena armar caballeros ante Dios.
Como dicta la tradición, cada hombre se ha arrodillado ante la espada, «símbolo de la defensa de débiles y oprimidos», y han repetido tres veces el juramento acompañados de sus padrinos en la orden. Además, se han despojado de un pañuelo blanco, símbolo del «hombre viejo», y se han vestido con el hábito y un gorro hexagonal, como «hombre nuevo creado en justicia, santidad y verdad».
Cabe recordar que estas órdenes militares son los reductos de las que erigieron el castillo de Calatrava la Vieja en Ciudad Real y que en la actualidad desarrollan acciones benéficas a través de una fundación. Volverán a Ciudad Real en la procesión del Corpus Christi.