Solo hay cuatro partes del cuerpo humano que no se repiten en ningún otro individuo: el ADN, el iris, la oreja y la huella dactilar, esta última el sistema más rápido y barato de identificación de personas en todas las comisarías del mundo.
Juan Vucetich, un modesto policía argentino, fue el primero de los estudiosos de la dactiloscopia que creó un método de identificación de personas por las marcas de los dedos en torno a 1888. Años después, a principios del siglo XX, el profesor granadino Federico Olóriz perfeccionó ese sistema que incorporó la policía española en sus primitivos gabinetes de identificación de detenidos. Este método se siguió utilizando hasta bien entrados los años ochenta.
La fórmula del dactilograma según Olóriz
El inspector Miguel Ángel López, jefe de la Brigada de Policía Científica de la comisaría de Ciudad Real, lo conoce bien. Se ha dejado las pestañas examinando miles de tarjetas de identificación de dactilogramas en las que se traducen a una fórmula de clasificación los diferentes y supervariados dibujos de los dedos. “Hasta los ochenta nuestro trabajo consistía en eso, hacer la fórmula de cada dactilograma de interés policial, ir a los grandes archivos, buscar fórmulas similares y determinar si trataba de la misma persona”.
No hay dos huellas iguales, ni siquiera de los dedos de la misma persona, ¿pero cómo identificar a un individuo entre millones? La policía española ha utilizado el sistema de Olóriz que según el inspector es más sencillo que el anglosajón, desarrollado a partir de otros estudiosos, pero no incompatible, “si el FBI u otra policía extranjera nos manda una huella no tenemos ningún problema de identificación”.
Los deltas y la posición en el dedo
Olóriz se dio cuenta que en los dibujos de la piel de los dedos hay unas figuras con forma de delta (triangular, como la desembocadura de un río) que se suelen repetir. Observó que había personas que tenían solo uno y los llamó “monodeltos” y otros que tenían dos, “bideltos”, e incluso quienes no tienen ninguno, “adeltos”. De esta forma clasificó los dactilogramas por el número de deltas y la posición de cada uno en el dedo (derecha o izquierda).
Las crestas: basilar, marginal y nuclear
Otro de los conceptos básicos de esta disciplina son las crestas papilares que se cuentan partiendo del delta. “Diríamos esta persona es un monodelto, con tantas crestas desde el núcleo del dactilograma, que nos daría una subfórmula”, pone de ejemplo el inspector, huella en mano. Además cada dactilograma tiene tres sistemas de crestas, basilar, marginal y nuclear.
“Hay huellas muy parecidas, pero nunca iguales. Nosotros no trabajamos con el dibujito, ahora utilizamos lo que se llaman puntos característicos, cuando se juntan o se separan las crestas hasta formar una bifurcación. Otras acaban en un punto determinado, esto sería una abrupta o forma otro dibujo que llamamos ojal. No utilizamos la morfología total, nos centramos en estos pequeños puntos característicos de cada huella, así vemos las diferencias”.
Está claro que comparar huellas no es una cuestión de encontrar similitudes y diferencias a simple vista, se ha desarrollado toda una ciencia que durante décadas ha permitido clasificar de forma manual las huellas dactilares por fórmulas y subfórmulas, tan aleatorias como la naturaleza.
La informática lo cambió todo en los ochenta
Todo eso cambió cuando apareció la informática en los años ochenta. El programa más antiguo empleaba las tarjetas que hacían los investigadores a mano que, previo escaneo, se introducían en el ordenador. El computador hace una malla de cada dactilograma y señala los puntos característicos. “Esa red es la que usa el ordenador para comparar unas huellas con otras. La tecnología ha ido mejorando, las redes y las mallas están mejor confeccionadas y los cotejos son más rápidos”.
El SAID, desde 1986
La tecnología permitió crear en 1986 el Sistema Automático de Identificación Dactilar (SAID), que archiva y coteja las impresiones decadactilares de los detenidos con las imágenes latentes recogidas en el lugar de un hecho delictivo.
Este sistema, alimentado por reseñas de los cuerpos de seguridad del Estado, además de Policía Foral y Mossos D’esquadra, se ha perfeccionado en un tercer avance que incluye las huellas palmares e incluso estudios faciales. “La disciplina de la identificación por el rasgo no es estática, avanza”, subraya el inspector jefe de la brigada.
Las huellas del DNI no están en el SAID, en el sistema solo aparecen personas que han cometido un delito o han sido detenidas por un hecho penal. La toma de huellas dactilares está protocolarizada, “para asegurarnos que la persona que detenemos por un asunto es quien dice que es, no su primo o un familiar que se le parece. Se pude dar el caso que alguien con dinero eluda su responsabilidad penal pagando a otro”.
El protocolo, consensuado con el Ministerio de Justicia e Instituciones Penitenciarias, permite un seguimiento completo del individuo hasta que pasa a disposición judicial o bien queda libre, pendiente de juicio o ingresa en prisión, “para que no haya dudas sobre su identidad”.
Otra de las posibilidades del SAID es el estudio de las huellas latentes enviadas por otros cuerpos policiales a través de Interpol, Europol, Sirene y Prüm
Un holandés que murió en el Sacromonte
En Granada, su penúltimo destino antes de regresar a Ciudad Real, el inspector jefe López se enfrentó a la identificación del cadáver de un joven sin documentación que apareció muerto en las cuevas del Sacromonte. Sus huellas dactilares permitieron lanzar una alerta internacional (vía Madrid a través de la aplicación Prüm), “al final identificamos al muchacho, un holandés con una enfermedad que se había ido de casa y falleció de muerte natural en Granada”.
Pero que nadie piense que la tecnología ha sustituido a los investigadores. “Esto de las identificaciones no es como se ve en televisión”, remarca el jefe de grupo de Policía Científica Anastasio, Tasio, López Ciudad, “quien determina si una huella o no es la que buscas es el investigador, y no se tarda un momento”.
Esa persona estuvo allí
Que la Policía Científica encuentre las huellas de una persona y la identifique no significa que sea el autor del crimen, “solo indicamos que esa persona estuvo allí, es el investigador el que tiene que encontrar el nexo del relato entre la huella y el hecho”.
El cotejo de un dactilograma con el candidato también está sometido a controles de calidad que implican el trabajado sobre la misma huella de dos especialistas que deben llegar a las mismas conclusiones en su estudio final, supervisado después por un director técnico, en el caso de la comisaría provincial el inspector jefe Miguel Ángel López.
¿Y cuánto tiempo se tarda en identificar una huella? El jefe de grupo recalca que depende de la calidad de la impresión dactilar. Un delincuente, por muy torpe que sea, rara vez planta los cinco dedos e impresiona sus huellas completas en cualquier objeto que toca, lo más normal es trabajar con un fragmento, un trozo, que el especialista debe saber orientar.
Después de la obtención de huellas y vestigios se pasa al revelado en el laboratorio. “Tenemos dos tipos de reveladores, los físicos: polvos que se aplican de uso más común para objetos que no se pueden transportar, y tecnología para huellas en superficies transportables a las que aplicamos cianocrilato en la campana del laboratorio. Lo último es el tratamiento fotográfico para meter esa reseña relevante en el SAID”. Los reactivos químicos también han evolucionado de modo que se pueden encontrar huellas en sitios insospechados.
Los policías de científica recogen los vestigios en base al principio de transferencia, “el autor siempre deja algo pero se lleva algo de la escena, eso es real como la vida misma, partículas de polvo, tierra en calzado… En determinados delitos hay que hacer una investigación más exhaustiva”.
El SAID da opción a hacer una búsqueda manual de candidatos coincidentes con un tipo de huellas, o lanzar una búsqueda automática en la que aparecen más dactilogramas que el sistema ordena de mayor a menor coincidencia. “Este trabajo es satisfactorio cuando identificas a alguien y es frustrante cuando vas a una inspección y no encuentras nada”.
Una identificación puede ser rápida cuando la huella es buena (entre unos minutos y una hora), pero sacar un informe completo requiere de más tiempo. Las que no se logran identificar se introducen como anónimas en la base de datos, como latentes, hasta que alguien con una reseña la graba y la identifica. El sistema, que almacena millones de reseñas, se va limpiando periódicamente, “no tiene sentido tener un dactilograma de alguien de más de cien años”, apostilla el inspector jefe.
Identificación genética
Las huellas son lo más rápido y barato para identificar a presuntos delincuentes, pero la tecnología ha avanzado en identificación genética por ADN. Los informes genéticos empezaron a emitirse a mediados de los años noventa, desde entonces no se han dejado de actualizar procedimientos con técnicas y analíticas como el estudio del ADN mitocondrial y el cromosoma X.
Esta materia se regula por una ley orgánica del año 2007 a través de una base de datos policial sobre identificadores obtenidas a partir del perfil genético. También se trabaja en ADN no humano de aplicación en múltiples investigaciones.
En las comisarías de la Policía Nacional los agentes de científica están habilitados para tomar muestras de ADN que se envían a uno de los cinco laboratorios de referencia en España en Madrid, Sevilla, Granada, La Coruña y Barcelona.
Sacar la secuencia de ADN es caro de modo que se trabaja por prioridades, “no es lo mismo un robo con fuerza que una agresión sexual o un asesinato; y no es lo mismo que un juez le dé prioridad a un asunto. En identificar un ADN se puede tardar entre seis u ocho meses, pero si hay una urgencia se hace en menos de un mes o incluso de semanas. No es automático, como se ve en las películas”, afirma el jefe de grupo Anastasio López.
Huellas palmares, la última revolución
Desde que existe el SAID ha habido diferentes oleadas de mejoras técnicas. Antes solo se metía el sistema de identificación dactilar, los diez dedos de un detenido por una infracción penal, ahora se introducen fotografías de las huellas palmares “y está dando bastante buen resultado”.
La policía también avanza en reconocimiento facial a través de un proceso informático que trabaja los rasgos de la cara. “Se está buscando un sistema que nos dé candidatos de perfil facial de la personas y luego los investigadores verán si se adapta o no. Ya tenemos gente que hace estudios fisiológicos, a mano, aunque se hace una forma más artesana”.
El protocolo de la toma de huellas tras una detención implica recoger las impresiones de los dos dedos índices. Con ellas se hace una consulta rápida al SAID (para ver si tiene antecedentes o es quién dice ser). En caso de que no aparezca se le hace una reseña completa y se alimenta el sistema.
La Brigada provincial de Policía Científica de Ciudad Real cuenta con especialistas en balística, reseña y lofoscopia (del griego cresta), la disciplina de las huellas dactilares. La base de la brigada, autónoma de la de Policía Judicial, a la que facilitan el trabajo, es la fotografía, la reseña y las inspecciones oculares para identificación por huellas, además de recogida de muestras para ADN. La grafoscopia y los estudios de propiedad industrial e intelectual también forman parte de los peritajes de este servicio.
Las comisarías locales de la Policía Nacional en Puertollano, Valdepeñas y Alcázar de San Juan también tienen equipo de Policía Científica, pero más reducido, para inspecciones oculares y reseñas por huellas, el revelado químico se hace en la comisaría provincial que presta un servicio transversal para investigaciones o consultas más complejas.
