La figura mariana de la Virgen María, en la advocación de Nuestra Señora del Prado, ha vertebrado la homilía que ha pronunciado el obispo de la iglesia de Ciudad Real y prior de las órdenes militares, Gerardo Melgar, en la Eucaristía del día grande de la capital en una abarrotada catedral.
Melgar a instado a los devotos y fieles a seguir el modelo de María, que se entregó en cuerpo y alma al destino que le había encomendado Dios en la tierra, con grandes sufrimientos, pero con la esperanza de la redención de la Resurrección.
En una emotiva misa, con más de una hora duración, en la que han participado numerosas autoridades, las municipales encabezadas por el alcalde Francisco Cañizares, junto al Pandorgo de hogaño, Jesús Heredia, la Dulcinea Gema Soto y el pregonero Javier Ruiz, Melgar ha invitado a los devotos a “elevar nuestra mirada al cielo y a contemplar a la madre con mayúsculas para aprender a la hora de ser buenos hijos y auténticos seguidores de su hijo Jesús”.
“Ella es un vivo testimonio de una persona que supo poner su vida entera a disposición de lo que Dios le pedía, ha agregado, a favor los planes que Dios y de la salvación de la humanidad entera”.
El obispo de la Diócesis de Ciudad Real ha invitado en todo momento a mirarse en el espejo de la Madre de Dios “para encontrar el sentido a la vida”, tal como ella “se entregó totalmente para cumplir los planes que Dios tenía para ella, aunque dicha entrega la llevará a olvidar sus propios planes y que el cumplimiento de los mismos le llevara a pasar momentos de intenso dolor humano y de desgarrador sufrimiento”.
Pero este sufrimiento por la muerte de su hijo, ha agregado, garantizó a la Virgen la vida eterna, otra vida más fértil, “sin llanto, luto ni dolor, y solo el gozo junto a Dios y todos sus santos”.
Por ello, el dirigente religioso ha instado a los fieles de Ciudad Real a vivir en la tierra como la Virgen vivió, “con la esperanza y la mirada hacia el amor de Dios para la salvación de la humanidad”, ha dicho y es el ejemplo “de lo que nos espera a nosotros”.
Por ello, ha invitado a pedir a la Virgen del Prado “que aumente nuestra fe, y que ajustemos nuestra vida a la existencia de la fe para ser merecedores de la otra vida en la que seremos felices y dichosos junto a Ella y junto a Dios”.
Al final del oficio, como ya es tradición en el culto de la fiesta mayor de la capital, Melgar ha dado la bendición papal -en nombre del Papa Francisco- con indulgencia plenaria a los presentes que verdaderamente se hayan arrepentido de sus pecados, se hayan confesado y hayan recibido la comunión.
La Eucaristía ha estado concelebrada por más de una decena de sacerdotes, y ha estado ambientada con música del organista de la catedral y un coro que, al final, ha entonado el himno a la patrona, que tiene 99 años (fue estrenado en 1924), con letra de la noble María Cristina de Arteaga y música del organista Julio María Vicente Valdés.