En menos de siglo y medio el mundo ha sufrido dos pandemias (cólera de 1885 y gripe de 1918) y dos guerras mundiales, las circunstancias han hecho que tengamos que conocer las consecuencias de una pandemia más, que lógicamente no puede ser comparada con una guerra. Queremos escribir estas páginas uniendo reflexión con creación poética.
La desunión global frente al virus
Desde la caída del muro de Berlín, el sistema capitalista se globalizó, y lo que antes se había conocido como sistema mundo o internacionalización, pasó a denominarse globalización. Se habló de las ciudades globales: Nueva York, Londres y Tokio, que eran de alguna forma las aglomeraciones con mayor tráfico aéreo y actividad económica. Los mayores estragos de la pandemia actual se han desarrollado de este a oeste, de Oriente a Occidente, repercutiendo de forma más directa en grandes aglomeraciones potencialmente muy contaminantes: Wuhan, Milán, Madrid, Londres, Nueva York, etc., todas ellas situadas, lógicamente, en el hemisferio norte, donde se ha pasado del invierno a la primavera.
En la mayor parte de los Estados del mundo se ha reaccionado con cierta tardanza al peligro que suponía el Covid-19, comenzando por China, que conoció el primer caso el 17 de noviembre de 2019 en la ciudad de Wuhan, y hubo que esperar hasta el 23 de enero de 2020 para iniciar la cuarentena. La Unión Europea ha respondido tarde y desunida, cada Estado ha actuado de forma individual, unos países se han visto más perjudicados (Italia, España, Bélgica, etc.), frente a otros como Grecia que ha sabido superar la situación.
Occidente ha demostrado que cada vez está más desunido cuando acontecen problemas de índole social, como es el caso del Reino Unido y los Estados Unidos. Unidad que solo la tienen registrada en su nombre pero no en sus actitudes comunes. Al retraso en la aceptación de la pandemia se sumó la Organización Mundial de la Salud, que hasta el 11 de marzo de 2020 no la declaró oficialmente, pero no caben castigos por parte de los Estados, ahora es necesaria la coordinación y no la desunión.
La unidad
Cada uno lo hubiera hecho
mejor, antes,
de otra forma.
La margarita
no sería tan bella
si sus pétalos, diferentes,
blancos,
no se unieran
alrededor del pistilo central.
En situaciones difíciles
la unidad es necesaria,
habrá tiempo para discrepar.
Tanto China como Corea del Sur han demostrado que las epidemias sufridas en las primeras décadas del presente siglo les han preparado para poder afrontar mejor la situación. El resto de países se caracterizan por su situación sanitaria diferente, con independencia de la pandemia. Si se compara Estados Unidos con el resto de Occidente su grado de privatización lo está convirtiendo en el país con mayor número de defunciones, el futuro deberá combinar el binomio sanidad-economía, que hasta ahora no ha existido. España, que se ha caracterizado por una brillante sanidad pública universal para la situación cotidiana, y que ha dado respuesta a un elevado número de altas médicas, sin olvidar los recortes previos, ha ofrecido un importante déficit en material epidémico (respiradores, test, guantes y mascarillas).
Los datos estadísticos oficiales que conocemos demuestran que la pandemia se ha mostrado más agresiva en las zonas septentrionales de los distintos países citados, la razón se puede deber a menor temperatura; por el contrario, en la zona meridional la mayor temperatura y humedad ha logrado frenar la pandemia, esto último puede estar relacionada con mayor nivel de vitamina D, entre otras posibles razones.
En España, la situación más favorable hoy la presentan Canarias, Islas Baleares, Murcia y la parte más meridional de Andalucía y de Extremadura. Se ha comentado que también ha podido influir en la agresividad de la pandemia, el grupo sanguíneo, siendo el grupo A, el más afectado. Lo que sí está claro, es que han sido los mayores de 65 años los más perjudicados y aquellos que presentaban patologías previas.
La pandemia nos ha enseñado a manejarnos con múltiples hipótesis, al no existir aún vacuna. La medicación es un juego diario de aciertos y desaciertos, de utilización de medicamentos que han servido para otras enfermedades como la malaria o bien con soluciones en forma de plasma que ya se experimentaron con la pandemia de 1918. Y como consecuencia de todo ello, la economía se apaga, las grandes ciudades se desinflan, los emigrantes se convierten en retornados, las cosechas se quedan en la tierra, existe, por tanto, sensación de una nueva forma de vivir.
Del lugar al ser
Desde que somos conscientes de que vivimos en un mundo global, hemos aprendido a manejarnos en la relación global-local o glocalización. Nos interesaba lo más cercano. En nuestra ciudad hemos tenido la oportunidad durante la cuarentena de confrontar estadísticas con un epidemiólogo y con un catedrático de Informática. El primero quería analizar datos mundiales de la pandemia y relacionarlos con la temperatura, tuvimos ocasión de sugerirle la clasificación climática de Köppen, para finalmente poner ciertas esperanzas en la llegada del verano.
Con el segundo, con el que nos permitimos dar opiniones más cotidianas, subimos y bajamos las escalas, nos quedamos en la influencia de las grandes aglomeraciones y cómo Madrid y su sistema urbano ha alcanzado cotas importantes en fallecidos por cien mil habitantes, logrando que provincias no limítrofes como Ciudad Real, lleguen a superar a la capital.
A lo largo de un siglo nos hemos acostumbrado a sufrir anualmente la epidemia de gripe, unos la padecen, otros la confunden con un resfriado, unos se vacunan, otros piensan que si lo hacen, se contagian, etc. Lo cierto es que el invierno pasado quien escribe estas páginas fue visitado por una epidemia menos frecuente, siendo hospitalizado una semana coincidiendo con los 70 años recién estrenados, era un principio de neumonía y la edad obliga. En esos momentos la poesía se convirtió en aliada, sin olvidar las referencias poéticas:
Neumonía invernal
El sol del naciente inunda de luz
las sábanas.
La fría mañana contrasta
con la cálida habitación.
Comienza el desfile de profesionales,
se diferencian por sus colores:
blanco, verde, azul.
Uno quisiera saber más
de lo que te dicen.
Cinco veces al día te alimentan.
Todo está cronometrado.
Los hospitales,
en tiempos de epidemia,
resultan estresantes.
Las visitas se reducen,
es el miedo a la contaminación.
“Sólo tú me acompañas, sol amigo”.
El fin de semana anterior a la declaración del Estado de Alarma la población se distribuía en festejos y festividades varias: los partidos de fútbol en todas sus categorías, la primera corrida de toros de la temporada bajo techo, todas las celebraciones religiosas, las manifestaciones en defensa de la mujer, un mitin político de extrema derecha, etc. En la televisión nocturna se criticaba la suspensión de la Mobile Worl Congress.
A mediados de la semana siguiente un Presidente de comunidad autónoma se enfrentó con el rector de su universidad regional por haberse atrevido a dar por finalizadas las clases hasta nuevo aviso. Lo cierto es que el 14 de marzo de 2020, fecha de entrada del Estado de Alarma, España cambió de forma radical, era totalmente distinta a lo que habíamos conocido nuestra generación.
Nada más comenzar la cuarentena conocimos de forma cercana la pérdida de un familiar. Cuando redactamos este texto nos llega la fatal noticia del fallecimiento de un gran geógrafo, de una gran persona: Miguel Ángel Troitiño. Los dos redactábamos al mismo tiempo nuestras tesis doctorales sobre dos ciudades de Castilla-La Mancha (Cuenca y Ciudad Real), una tarde en su casa desveló documentos del Archivo Municipal referentes a la propiedad urbana, que fueron de gran utilidad.
El silencio
De la noche a la mañana,
desde el último resplandor de la luna
al amanecer del sol,
el silencio se ha apoderado
de las calles.
Se escucha
el balanceo de los árboles,
el agua de la fuente,
los pájaros que sobrevuelan
y los campanarios de las iglesias.
Algunas personas pasean,
los perros juegan,
los niños están desaparecidos.
Cuando los números
se concretan en nombres
la tragedia se hace más cercana.
El silencio se unió a un bullicio ensordecedor, los ciudadanos querían expresar su solidaridad, su cercanía. A las hipótesis médicas, en busca de medicamentos apropiados, se ha añadido el uso indiscriminado de bulos (sanitarios y socio-políticos) que han dado como resultado un continuo proceso de acción-reacción, desinformación-información que están perjudicando el equilibrio mental de los ciudadanos. Ante tanto ruido, lo mejor era sumergirse en la reflexión, en la lectura, en lo vivido.
Nostalgia
Cuando las horas pasan
te da tiempo para leer
buena literatura,
a Kallifatides
en Otra vida por vivir,
escribir ensayos y versos,
arreglar papeles
y andar por casa
de punta a punta
escuchando la radio.
Te acuerdas
de los amigos,
de los vinos y cervezas,
de los paseos con tu pareja
por el campo,
de tu familia
y del oleaje del mar.
*Félix Pillet Capdepón es catedrático de Geografía humana y autor de numerosos libros y artículos.
