Los chavales de entre tres y quince años que acuden los sábados a realizar actividades a la sede de la Asociación Hispano-Rumana de Castilla-La Mancha, situada en la calle Bernardo Balbuena 9, elaboraron como regalo el mărțișor, objeto decorativo con la presencia siempre de entrelazados hilos o cordones blanco y rojo que entregaron a sus madres. El blanco representa el invierno y el rojo la primavera, la sangre nueva, y aparecen en presentes como símbolos y deseos de salud y prosperidad.

Se suele entregar el primer día de marzo, junto a la flor ghiocel, galanto o campanilla de invierno que es la primera flor que sale cuando aún se está derritiendo la nieve. Aquí, en Ciudad Real, lo hicieron este sábado conmemorando, además del Día Internacional de la Mujer, el de la Madre que se celebra el 8 de marzo en Rumanía.

También les recitaron poesías y cantaron temas tradicionales, así como les obsequiaron con un diploma con sus fotos, coloreado en las instalaciones de la asociación hispano-rumana donde una veintena de niños y jóvenes realizan manualidades, aprenden bailes populares y disponen de una biblioteca de libros a préstamo, juegos de mesa y el Club de Cine, Teatro, Cuentos y Relatos Rumanos.

Así mismo, se celebran a lo largo del año otras citas relevantes como el 1 de diciembre el Día Nacional de Rumanía, el 15 de enero el Día de la Cultura Rumana con poesías y relatos de relevantes escritores como Mihai Eminescu, el 24 de enero el Día de la pequeña Unión y el primero de junio el Día de la Infancia.

Que sean conocedores de las raíces culturales de sus familias y las mantengan es el objetivo de estas actividades en una asociación que, por otra parte, ofrece desde 2006 asesoramiento jurídico y laboral e información sobre empadronamiento, tarjeta sanitaria, citas para extranjería y el propio Consulado.

Actualmente, unos novecientos ciudadanos rumanos viven en Ciudad Real capital y cerca de setenta mil en la provincia, calcula la directora de la asociación, Mercedes Fernández.