La obra pictórica de Joaquín Sorolla es “un testimonio muy vivo de cómo van cambiando los usos y costumbres del vestuario fundamentalmente femenino a lo largo de finales del XIX y principios del XX”, período en el que se elimina el corsé y el polisón, se acortan las faldas y se incorporan nuevos tejidos. Es una época en la que la mujer “está conquistando el espacio público” y aparatajes como miriñaques “ya no eran útiles para una vida mucho más moderna”, indicó la docente y divulgadora cultural, María del Prado Cortés Esbrí.
Se trata de “una mujer mucho más dinámica y moderna”, que sale sola a la calle, pasea por la playa e incluso monta en bicicleta, algo considerado casi como “tremendo”. Hacer deporte como esquiar y jugar al golf o el tenis era “de revolucionarias y modernas”, recordó Cortés Esbrí, que citó a Amelia Bloomer, una de las primeras feministas, quien popularizó el pantalón bombacho que empezaron a llamar en EEUU ‘bloomer’ para montar en bicicleta, porque previamente las mujeres montaban con faldas más allá del tobillo lo que suponía “una complicación más que extra”.
Son “cosas que nos parecen ahora bastante naturales”, pero que en aquella época “no lo eran y la moda se va adaptando a velocidad de vértigo a una nueva realidad que cambia muy rápido”, agregó Cortés Esbrí, que ofreció este jueves en el antiguo Convento de la Merced la conferencia ‘Museo fuera del Museo. Sorolla en la moda’.
De una manera entretenida y lúdica, al tiempo que con un significativo contenido informativo y conceptual, la conferencia acercó las propuestas expositivas que se exhiben en el Museo Thyssen y la Casa Sorolla sobre la relación entre la pintura de Sorolla y la moda en transformación a finales del siglo XIX y principios del XX que es “cuando se produce la verdadera revolución de la vestimenta femenina”.
Con una gran sensibilidad para recrear las texturas de los tejidos, en la obra de Sorolla se perciben “unas calidades táctiles extraordinarias en la seda, tafetanes, terciopelos, mantillas, aplicaciones,… Es una maravilla, todo parece táctil y real” en los cuadros del artista valenciano, quien recoge las tendencias del momento y, al mismo tiempo, actúa como lo que hoy sería un ‘influencer’ ya que retrataba a su mujer Clotilde e hijas Elena y María con las últimas novedades a nivel internacional, cuadros “maravillosos” que presenciaban cuando acudían a su taller sus clientes, los cuales querían, así mismo, retratarse con los “mejores atuendos, vestidos y aspecto”.
Con una calidad pictórica “apabullante”, porque Sorolla es una pintor “extraordinario ya que no hay nada más que ver sus blancos exquisitos, referencias, sensibilidad en la captación de la luz y la expresividad y amor con las que retrata a Clotilde y sus hijas”, en su obra está el empuje de la moda, con firmas de alta costura y grandes almacenes que se fundan en la segunda mitad del XIX, que han jugado un relevante papel en el actual mundo moderno.