La llegada del último día del año supone, en la mayoría de las ocasiones, una experiencia inolvidable por unas cosas o por otras. Hay quienes optan por celebrar la Nochevieja en pleno campo, alojados en las pintorescas casas rurales que pueblan su territorio, saliéndose de la zona urbano. Y otros que hasta deciden viajar para hacerlo. En las zonas rurales, el invierno, frío, con hielo y lluvia, se relaciona a veces con ciertas comidas, actividades y rutinas propias del entorno rural.
Los escenarios marcados por belleza del entorno natural han sido la elección que ha ido ganando popularidad en los últimos años, convirtiéndose en una tendencia en alza para aquellos que buscan despedir el año de una manera única y alejada del bullicio urbano. Conocida por sus encantadores pueblos y su rica tradición gastronómica, Ciudad Real ofrece a los visitantes la oportunidad de sumergirse en un ambiente de tranquilidad y belleza rural durante estas festividades.
Castilla-La Mancha lidera el turismo rural
Durante el 2022, los alojamientos rurales en Castilla-La Mancha, y concretamente en la provincia de Ciudad Real, alcanzaron una ocupación superior al 60%. Las estadísticas recientes indican un incremento significativo en la demanda de alojamientos rurales para celebrar la Nochevieja, con un aumento del 30% en reservas en comparación con años anteriores. En lo que va de año 2023, la región lidera el crecimiento del turismo rural hasta noviembre, lo que supone un incremento de un 15% respecto al 4% que se observa en los datos de carácter nacional.
Este fenómeno no solo refleja la atracción por escapar del ajetreo de la ciudad, también lo hace con el interés que suscita el turismo rural en la actualidad. Las casas rurales, convertidas en refugios acogedores para familias, grupos de amigos o parejas se refugian en estos alojamientos buscando experiencias de todo tipo, desde senderismo, deportes, baños en el río o simplemente, la conexión con la naturaleza.
La celebración se tiñe con las tradiciones locales: desde las cenas típicas que exaltan los sabores de la región hasta las uvas de la suerte que se degustan al son de las campanadas de medianoche. El ambiente festivo se entrelaza con la serenidad del entorno rural, y es ahí donde, probablemente, resida el éxito de esta modalidad turística en auge.
Nochevieja en Cabañeros
El presidente de Cabañeros Hortur, Mariano Gómez que las 5 casas rurales de Horcajo de los Montes que forman la asociación están ocupadas para Nochevieja. Esto supone más de 50 personas que se desplazan aposta a la localidad para celebrar el fin de año. Gómez señala que “los clientes son familias o grupos de amigos”. Él destaca la procedencia de los visitantes: principalmente de la comunidad de Madrid. Encaja con las razones que esgrimen muchos de los ocupantes de estos alojamientos, muy relacionados con alejarse del día a día ruidoso de las urbes.
Horcajo, con su arroyo de la Chorrera con su salto de agua de unos 15 metros o rutas a pie por la Sierra de la Celada, ofrece la posibilidad de perderse en un espacio natural protegido como es Cabañeros. Mariano Gómez cree que desde la pandemia “se está viviendo un auge respecto a los alojamientos rurales, y especialmente en fiestas señaladas”. De hecho, afirma que este año han facturado más que el año anterior.
Román, propietario de 6 casas rurales en el mismo entorno, también tiene todas completas para Nochevieja. En su caso, la práctica totalidad es para grupos familiares, ya que intentan “evitar a los grupos de amigos”. Román alojará a unas 50 personas entre Nochebuena y fin de año, y afirma entre risas que la gente elige las casas rurales “colaboran todos para preparar y recoger, sin embargo, cuando lo hacen en casa de algún familiar, el que pone la casa le toca muchísimo más trabajo de preparación y limpieza”. Quizás también haya un poco de practicidad en lo del alojamiento rural de grupo.
El Valle de Alcudia, paraíso natural
Desde la Asociación de Empresarios Turísticos Valle de Alcudia y Sierra Madrona (ASETURVA), la asociación que se encarga de gestionar el turismo en esa comarca, señalan que ocupación es diferente de unas zonas a otras. Haciendo la media, comentan que la ocupación está en torno al 40%.
Otra de las asociaciones de la comarca, Madrona Activa, propone diversas opciones para todos aquellos que decidan pasar la Nochevieja -u otros de los días señalados de la Navidad- en alguno de los alojamientos rurales de la zona.
Actividades como decorar un árbol al estilo natural el día antes de Nochebuena, las “preuvas” al son de las campanas del mediodía en lo alto del Cerro Abulagoso la Ruta de los Propósitos, donde se desentierra una cápsula del tiempo enterrada en años anteriores para ver si se han cumplido los objetivos, son algunas de las que se pueden disfrutar en la comarca si se decide por empezar el 2024 rodeado de uno de los tesoros naturales de la provincia.
‘La Casa del Príncipe’, un lujo para empezar el año
Jesús Pozuelo es el dueño de ‘La Casa del Príncipe’, un edificio singular que fue un encargo personal de Pablo Alfonso de Metternich y Silva, X conde de Castillejo, VI príncipe de Metternich-Winneburg. Actualmente, reformada y con todas las comodidades, puede alojar a 19-20 personas.
Tras un largo proceso de restauración del edificio y su entorno, en agosto del 2020 abre sus puertas, y desde entonces ha sido un éxito de crítica y público. Sus valores son intachables, y para esta Nochevieja está ocupada por una familia que ha elegido pasar 3 noches en este entorno tan peculiar. El hecho de estar aislada y no molestar a vecinos “igualmente influye”, comenta Pozuelo y añade que estar en un “entorno adehesado hace que se puedan dar paseos caminando o en bici”. En la casa hay 10 bicicletas a disposición de sus huéspedes.
Ana Isabel es una de ellas. Madre de dos hijos adolescentes, sus padres viven en Malagón, y como son familia y son muchos, pues “siempre intentan coger una casa por la zona para reencontrarse la familia”. Esos días, básicamente, “van a estar juntos, en familia”. Y añade que intentarán “hacer alguna salida para pasear por Las Tablas de Daimiel”.
El Hidalgo y su idilio alicantino
María Reyes es la propietaria de la Casa Rural ‘El Hidalgo’, situada en pleno Campo de Calatrava. Su propiedad también se encontrará a plena capacidad para el fin de semana de Nochevieja. Además, ella se muestra muy orgullosa y gratificada de que sea “para gente que ya conoce la casa”.
Un grupo de parejas de mediana edad que vienen desde Alicante hasta el corazón de la provincia de Ciudad Real le darán la bienvenida al 2024 en esta casa. Ellos comentan que empezaron a ir a la casa porque es “muy cómoda, grande y conserva ese encanto rural”, aunque señalan que “cumple con todas sus exigencias”.
La situación geográfica, en su caso, depende de la facilidad de conexión para otras personas que se unen al grupo: “Están repartidos por diversas zonas de la geografía española y les viene bien este enclave”:
Cerromolino, la decana de las casas rurales en Ciudad Real
La Casa Rural Cerromolino, ubicada en Calzada de Calatrava, es el alojamiento de este tipo más longevo en la provincia de Ciudad Real. Su propietaria, Mercedes Barato, señala que llevan teniendo el mismo grupo familiar desde hace unos años. Uno de los integrantes de esa familia es Jaime, de mediana edad, que afirma que una de las cosas primordiales por las que la eligen es “la autonomía”. También comenta la importancia de “salones amplios y de encontrarse en la paz del campo”.
Esta familia la conforman, sobre todo, residentes en Valencia y Madrid. La casa les viene bien porque sus padres viven en Puertollano, de la que son originarios. Llevan 5 años pasando Nochevieja en Cerromolino y pasan un par de días allí, normalmente desde la mañana del 30.
Y lo hacen porque, según comenta, ese día anterior sirve para “ponerse al día, comer juntos y disfrutar del entorno natural”. Hacen senderismo y el mundo se para durante dos días. A nivel económico, Jaime dice que “a pesar de no ser barata, lo es por la calidad que se da y porque, al fin y al cabo, es como estar de vacaciones”.
En su caso, asegura que seguirán repitiendo porque es “algo diferente” y porque se ha creado un vínculo de confianza con la propietaria.
Fiesta en el campo
En el otro lado de la historia se encuentra Julián (29), que va a pasar la Nochevieja con su numeroso grupo de amigos -23 personas- en una casa rural de la provincia de la que prefieren no decir el nombre “por si acaso”. Ellos buscan lo contrario a lo que buscaba Jaime en Cerromolino: quieren fiesta, copas en el jacuzzi y barbacoa para comer.
Julián dice que es el tercer año consecutivo que lo van a hacer y añade que “esto empezó por la pandemia”. Asegura que antes de ella no se había planteado pasar la Nochevieja alejados de sus familias, “pero con las cuarentenas famosas y las restricciones no podíamos reunirnos, optamos por ir a una casa rural y nos gustó mucho la experiencia”. Julián comenta entre risas que lo más complicado son los preparativos: “Hay muchas cosas que comprar y nadie quiere hacerse cargo”. Lo cierto es que preparar dos comidas y una cena en esa fecha para un grupo de tantas personas puede suponer una tarea difícil.
“Hay que hacer una lista e ir priorizando lo que verdaderamente se necesita, porque luego cada uno empieza a pedir caprichos y no se puede”, dice Julián. Su plan al llegar a la casa el día 30 por la mañana es dar un paseo y empezar a preparar para la barbacoa. Afirma que ese es “el día para comer juntos y echar la tarde entre cervezas, juegos y copas, y para tomarse las preuvas”.
Respecto a la noche previa a fin de año, Julián cree que “no habrá mucho jaleo, aunque nunca se sabe”. Sin embargo, no todo es tan fácil al estar en una casa rural el 31 de diciembre: “Estamos pringando desde por la mañana, porque hay que organizar, preparar y cocinar todo”. Este año, además de los típicos aperitivos, marisco y otras viandas, el plato principal serán entrecots a la brasa: “Queremos aprovechar la lumbre”.
En realidad, el ritmo de estas 48 horas para el grupo de Julián será frenético, porque el día 1 tienen que recoger la casa: “Es verdad que cuando te levantas en Año Nuevo y ves los estragos de la noche anterior, te da pereza”. Independientemente de eso, Julián sueña: “Ojalá y podamos hacerlo muchos años, y que acabe siendo con las familias”.
Amigos y niños en el campo
Lucía (37) es madre de un niño en edad preescolar. Ella va a pasar el fin de año con un grupo de parejas amigas y sus respectivos hijos. Comenta que lo hacen así “para estar más tranquilos y evitar los jaleos de las cenas familiares”. Para Lucía, estos días suponen una “desconexión de la vorágine del día a día con el trabajo y el niño”. Su marido, Óscar, de la misma edad y que habitualmente teletrabaja, señala que “poder echarse la siesta al lado de la lumbre la tarde de Nochevieja es un placer auténtico”.
Asimismo, cree que a pesar de los preparativos “merece la pena tener esos ratos paseando por el campo con los niños, los amigos y sin más preocupación que tirar la basura al terminar de cenar”. Respecto a los niños, reconoce que intentan hacer “cosas divertidas para los mayores” y preparar las casa a las que van -ya es el cuarto año que lo hacen- para que “los pequeños puedan estar a gusto y tengan sus zonas de juego”.
Casa de campo para ahorrar
Francisco, residente en la provincia de Ciudad Real, pero natural de la vecina Córdoba, comenta que en su familia se van a una casa rural en Nochevieja “principalmente para ahorrar”. Todos los miembros de su familia viven en sitios diferentes y visitan a sus padres, y “ahí no cabemos”. El primer año que alquilaron una casa rural se dieron cuenta de que era “mucho más viable que un hotel”. El año pasado estuvieron en uno de los alojamientos de la localidad de Corral de Calatrava, y estuvieron tres o cuatro días.
“Con esto consigues estar en un sitio amplio y que estemos toda la familia, además con intimidad”, comenta Francisco. En su caso, el precio es muy relevante: “Estar todos juntos en el mismo sitio, ya sea hotel o casa al uso no es rentable”. Como principal ventaja, él asegura que lo primordial es la comodidad. Incluso a veces reciben visitas de amigos.
Los inconvenientes los tiene claros: “A veces no se puede conseguir alojamiento en la zona que quieras”. También señala que, si uno se despista con la fecha, “lo paga caro”. Pero más allá de eso, Francisco cree que no hay más inconvenientes, ya que es simplemente “otra forma de hacerlo”. La rutina para esos días está marcada por un sentido claro de convivencia: “Barbacoa, arroces, senderismo, si es Nochebuena viene Papá Noel y los niños lo vean por la ventana”. Afirma que “es como estar de vacaciones”.
El entorno del Robledo y baño en el Bullaque
Si hay algo famoso en la provincia para el día de Nochevieja, más allá de las tradicionales carreras populares, es el baño en el Bullaque la mañana del último día del año, en la localidad de El Robledo. Conocido como el ‘día del Río’, los habitantes y visitantes se bañan en las aguas -normalmente casi heladas- del río Bullaque y se celebran diferentes eventos lúdicos alrededor de esta fiesta.
El pueblo se vuelca completamente para Nochevieja y es uno de los grandes destinos de turismo rural de la provincia. Montse, propietaria de la Casa Rural ‘La alcazaba’, con su estilo medieval muy peculiar, señala que este año estará ocupada por una familia. “De momento no les he dicho nada de la tradición del baño en el río, pero lo haré cuando el ayuntamiento nos mandé la información”, comenta.
En su caso, reconoce que las Nocheviejas “asustan un poco”, pero a la vez asegura que “siempre he tenido familias que no me han dado problemas de ningún tipo”. Ella cree que el viajero y el huésped habituales “no suelen saber lo del día 31, se enteran al llegar”. Sin embargo, las actividades van desde chocolate caliente para los bañistas, hinchables y otras atracciones para niños. El pueblo vive la fiesta de fin de año como un día de tradiciones y en el que se vuelcan habitantes y visitantes.
Las tradiciones cambian
Habitualmente, si uno pensaba en Nochevieja, lo hacía pensando en la familia, los manteles navideños de las madres y las abuelas, la cubertería ‘buena’, sillas plegables y salones donde la filosofía siempre era “donde comen dos, comen tres, y donde caben quince, caben veinte”, las campanadas en la televisión -probablemente en RTVE y quizás con Ramón García y su capa- y puede ser que luego un cotillón que acabaría con ‘Paquito el Chocolatero’.
Ahora los tiempos sugieren un cambio en la tradición porque, como la propia vida, evolucionan. Los niños corretean por el campo, hay bicicletas, ríos, la sartén en unas brasas y una vida diferente a la habitual, pueden suponer un atractivo para que la gente tome la decisión de pasar Nochevieja en un entorno rural. En algunas zonas de España esta opción va camino -si no lo es ya- de ser la favorita de aquellos que se desplazan a pasar el fin de año fuera de sus casas.
El auge del turismo rural es un hecho demostrable, como así indican las estadísticas, y los factores por lo que es así suelen estar relacionados con el estrés y la vorágine de la vida diaria. Los que van al campo buscan tranquilidad, paz y conectar con la naturaleza. No es de extrañar que también lo busque en un momento tan marcado.
Casi todos los testimonios recabados para este reportaje afirman que eso es lo que buscan yéndose a una casa rural a pasar la Nochevieja. Cabe preguntarse si, mientras toman las uvas en el campo al calor de una lumbre, pensarán que quizás el año que viene sea mejor.