S.I.M., un portero de discoteca con diecisiete años de experiencia en Ciudad Real, se enfrenta a cinco años de cárcel y a pagar una indemnización de 32.000 euros por un supuesto incidente con un cliente la Nochevieja de 2016, en las inmediaciones de El Condensador de Fluzo.
El denunciante, M.B., vecino de Móstoles (Madrid), que estaba de paso por Ciudad Real (empleado en casetas de una feria navideña), lo acusa de haberle agredido con tal saña que cayó al suelo en la calle y se fracturó la tibia y el peroné, lesiones que le han dejado secuelas.
Asegura que esa noche salió con otros compañeros de trabajo -que no han sido identificados ni han declarado-, por la zona del Torreón después de las uvas. Entró en el pub, salió para buscar a su amigo, el portero le impidió entrar otra vez, aunque tenía allí la copa, y cuando ya se iba lo siguió, lo agarró por la espalda, y le dio una patada que lo desestabilizó y cayó al suelo roto de dolor: “Ni me podía mover”, ha declarado.
Un portero de seguridad con el pelo rapado
Reconoce que había bebido, “lo normal”, y que la persona que lo atacó era un portero de seguridad con el pelo rapado, al que identificó al mes, por fotografías que le mostró la policía como el acusado S.M.I. Al Hospital General entró a las 3.40 horas, lo asistieron de urgencia, y de allí se tuvo que buscar un taxi para regresar a Madrid.
Esa noche no hubo intervención policial por este incidente, que la presunta víctima denunció veintiséis días después, por lo que las pruebas de cargo, aparte del informe forense, son la declaración del perjudicado y el supuesto agresor.
S.I.M. cuya versión han respaldado en el juicio varias personas que no habían declarado antes, reconoce que esa noche contactó con el denunciante, pero a primera hora, sobre la una, cuando su local acababa de abrir para festejar la Nochevieja, que no le dejó entrar porque estaba borracho, ha remarcado, y que lo siguiente que sabe es que siguió por la zona y tuvo problemas en otro local.
“Llegó muy borracho y no le dejé entrar”
“Llegó muy borracho y no le dejé entrar, pero no me moví de la puerta”, ha insistido a preguntas de las partes, en un juicio en el que ha reiterado que es un “profesional” de la seguridad nocturna que jamás ha tenido problemas de este tipo, que no conoce al denunciante de nada, y que no sabe que pretende con esta denuncia.
El abogado que lo defiende, Rodrigo García, ha aportado una fotografía de semanas después del incidente al tribunal de la sección segunda de la Audiencia de Ciudad Real que juzga el caso. En la foto se ve al portero S.I.M. en una comida de empresa con el pelo más largo, “no podía tenerlo así si estaba completamente rapado en Nochevieja”, ha argumentado el letrado.
Estudiantes de derecho y cuatro testigos de la defensa
Por la sala de vistas de la Audiencia, este jueves con alumnos de Derecho de público, han pasado también cuatro testigos de la defensa, entre ellos clientas del pub de enfrente, que han insistido en que el denunciante estaba muy borracho, y que cuando se cayó o lo empujaron (según una testigo otro portero de otro local), el acusado no tuvo nada que ver ni estaba por allí.
El dueño del pub Lima, en el que había cotillón de Nochevieja, ha contado que no vio cuando se cayó o la supuesta agresión, pero dice que salió de su local cuando le avisaron de que había pasado algo y ayudó al camillero a subir al lesionado a la ambulancia, “estaba tan borracho que no podía hablar”.
La fiscalía, que no ha citado a ningún testigo, ni siquiera policías que hicieran alguna indagación, considera suficiente como prueba el testimonio del perjudicado y el informe médico. La fiscal se ha sorprendido de que ocho años después hayan aparecido “de forma sorpresiva” estos testigos.
Las defensas insisten que no hay prueba sólida
Las defensas, con abogados del gerente del local en esa época y la aseguradora de la empresa que lo gestionaba, responsables civiles subsidiarios, han argumentado que si ocurrió algo entre el portero y el denunciante fue fuera del establecimiento, y que no hay una sola prueba que demuestre que el acusado fue la persona que la agredió.
También consideran que la valoración de las lesiones debería ser de 24.600 euros y no los casi 32.000 que reclama la fiscalía. Solicitan también que se aplique la atenuante de dilaciones indebidas, en caso de que haya sentencia condenatoria.