Tres jóvenes de etnia gitana de Puertollano han logrado que prospere ante la justicia una denuncia por presunta discriminación racial en tres discotecas de esa localidad.
Los chicos, que tienen el apoyo de la Fundación Secretariado Gitano, han denunciado al dueño y dos porteros de Quinta Avenida, La Pop y La Tele por impedirles la entrada el 24 de septiembre de 2016 a Quinta Avenida, una de las “innumerables” ocasiones, dicen, en las que los vigilantes no les dejaron acceder por el mismo motivo: “Mi jefe no quiere gitanos”, les decían.
La fiscalía pide 4 años de inhabilitación para los tres
Lo han declarado en el juicio que se ha celebrado este jueves en el juzgado de lo Penal número 1 de Ciudad Real. La fiscalía les da la razón y pide cuatro años de inhabilitación para el dueño y los porteros por un delito de vulneración de los derechos fundamentales, del artículo 512 del Código Penal.
Primer caso en Castilla-La Mancha
Secretariado Gitano, que ejerce la acusación particular en el primer caso de presunta discriminación racial que llevan a los tribunales en Castilla-La Mancha, reclama 4, 3 y 2 años de inhabilitación para los acusados (la condena más abultada para el propietario), además de 15.000 euros de indemnización por daños morales.
La defensa: denuncian por dinero
Los tres imputados lo niegan y han aportado fotografías de los denunciantes en las discotecas. Alegan que la denuncia es por motivos económicos y piden la libre absolución. “No reconocen lo hechos y no hay ninguna prueba que lo demuestre”, ha explicado la letrada Alicia Correal que defiende a los vigilantes de seguridad.
Las defensas cuestionan que fuesen discriminados con un simple vistazo, como dicen ellos: “El físico es relevante en este caso, ninguno de los jóvenes parece de etnia gitana. Además se da la circunstancia de que uno de los porteros acusados es rumano gitano y no se prestaría a discriminar así a otros”.
Fueron una primera vez y no les dejaron
El hecho concreto por el que denuncia la fiscalía ocurrió la madrugada del 24 de septiembre de 2016 en el acceso a la discoteca Quinta Avenida. Sobre las tres y media tres jóvenes veinteañeros de etnia gitana (los denunciantes que han ratificado hoy su declaración en instrucción) intentaron entrar y el portero -uno de los acusados- se lo impidió. “Nos dijo que no podíamos pasar por ser gitanos”, “que el jefe le echaba la bronca”, han testificado.
Se ‘colaron’ a la segunda: “Entramos a la descuidá”
Y claro, no pasaron. Pero llamaron a tres amigas no gitanas, las fueron a buscar, y al poco rato volvieron a intentar pasar simulando que eran sus parejas. Cuando volvieron con las amigas al local, el portero no estaba en la puerta, y se ‘colaron’.
Para no tener que jugar al gato y al ratón -siempre según su versión- uno de ellos y una de las chicas fue a hablar con el pincha discos (lo conocían), pero según dicen casi no pudieron empezar a decir nada “a los pocos segundos entró el portero y nos echó a los seis”, “nos dijo venga fuera, sabéis que no podéis estar aquí”.
“Nos pasa todas las semanas, no solo una vez”
Los tres denunciantes reconocen a uno de los porteros que se han sentado en el banquillo como la persona que los echó. Pidieron la hoja de reclamaciones , y se la negaron. Humillados e indignados en esa ocasión, por algo que según han declarado ante la juez “nos pasa todas las semanas, no solo una vez”, decidieron avisar a la policía.
La Policía Local les recomendó ir a denunciar a la Policía Nacional, lo hicieron, fueron a la comisaría pero casualmente tenían mucho lío (había una persona detenida), y lo dejaron para otro día. Al día siguiente contactaron con la Fundación Secretario Gitano y con su ayuda formularon la denuncia el 28 de septiembre de ese año y hasta hoy.
Invisilizándose entre la gente
Ninguno de los tres acusados, y otros testigos, todos amigos o familiares, han negado haber entrado en esas discotecas alguna vez, pero han insistido en que cuando lo han hecho ha sido “invisibilizando” su identidad gitana, metidos entre grupos “de amigos payos, por diversión”. “De normal”, afirman, pese a ir vestido correctamente y sobrios, “jamás”. En todo esto han coincidido la más de una decena de testimonios que ha escuchado esta mañana la juez del caso, visto para sentencia.
El dueño dice que no discrimina y los porteros menos
El encargado de la discoteca de la denuncia Quinta Avenida (en 2016 la llevaba con otro socio) ha negado que él haya dado instrucciones a su personal, incluidos los porteros, para negar la admisión a personas de etnia gitana. “Si alguna vez se lo hemos impedido a alguien es porque no iba en condiciones, o por problemas puntuales que haya habido”. De la noche de los hechos dice que no estaba allí, como la mayoría, “solo iba a primera hora entre las doce de la noche y las dos, como muy tarde”.
El portero al que identifican los denunciantes como la persona que les echó, de nacionalidad rumana, también dice que no ha recibido nunca órdenes de echar a alguien por su raza, ni casi de ningún tipo.
“Todo el mundo entra, da igual su origen”
Profesional de la vigilancia de seguridad desde el año 2006, este hombre que sigue trabajando para estos locales, asegura que el único criterio que sigue para impedir la entrada a gente es la indumentaria (zapatillas, camisetas de tirantes, etc), si van bebidos, drogados, con vasos o montando follón, “no es cierto lo que dicen, todo el mundo entra, da igual su origen”, ha insistido.
Si la juez considera probado que en este caso hubo discriminación racial podría condenar al dueño a dejar de regentar esos negocios, “lo que sinificaría el cierre y la pérdida de empleos”, asegura la abogada de la defensa. También se quedarían sin poder trabajar un tiempo los porteros.
Secretariado Gitano de Ciudad Real asegura que desde la denuncia la situación ha cambiado, “pero esto es muy frecuente no solo en Puertollano, en Ciudad Real y en otras ciudades”, afirma María Santiago, coordinadora provincial de la fundación.
