El teléfono no deja de sonar. Las redes sociales rodean la vida del ciudadano occidental: jóvenes, mayores e incluso personas de edad avanzada publican cada día fotografías en Instagram, Facebook o en Whatsapp. Por eso, que una persona se ponga límites a lo que comparte puede ser un problema del primer mundo, pero también un reflejo de los estigmas que perviven y se perpetúan en la sociedad, en el entorno familiar, con amigos y en el trabajo.
¿Es importante sentirse libre para expresar su orientación sexual en el entorno laboral? Paula Gómez, con 25 años y originaria de Yuncos (Toledo), confiesa que antes hubiera dicho que “no”. Antes de entrar como jefa de equipo en el centro logístico de Amazon en Yllescas, MAD7, estuvo en un centro de medicina estética y no lo dijo nunca.
Sin embargo, lo cierto es que esta decisión limitaba su vida. “Me cortaba al subir fotos a Instagram por si en el trabajo descubrían que era bisexual”, confiesa en el mes del Orgullo LGTBI. Una encuesta elaborada por 40dB para Amazon revela que 1 de cada 2 personas del colectivo LGTBI en Castilla-La Mancha asegura haber sufrido discriminación en su primera etapa laboral.
Sentirse libre en el centro de trabajo
Ahora Paula confiesa que se siente más libre, en un entorno laboral que califica de “igualitario” y “diverso”, donde pertenecer al colectivo LGTBI es común y está “normalizado”. “Ahora soy yo misma, voy a trabajar desahogada, me siento bien conmigo misma. Y no me importa que esa fotografía, que antes no hubiera subido, la vean mis compañeros de trabajo, porque no me van a juzgar”, expresa. Ya ha quedado atrás la necesidad de “ocultar”, de tratar el tema “como algo delicado, que estaba mal”, decir “no” a la pregunta de si tenía pareja.
Salió a los 18 años del armario y porque no le quedó otra. Paula cuenta que sus padres le pillaron una nota de la que creían su amiga y que en realidad era su novia. “Nunca les conté: oye, me pasa esto. Y, de hecho, les costó bastante aceptarlo”, relata. Por suerte en la actualidad su familia lo ha asimilado y ella incluso se lo confesó a sus abuelos. Ya lleva a su chica a las comidas familiares, según añade, “algo que hace unos años ni me lo imaginaba”. Entre amigos, se ha dejado de rodear de esa gente que la preguntaba “¿estás segura? ¿no crees que esto es una etapa y se te va a pasar?”.
Cambiar de residencia en busca del “anonimato”
En el siglo XXI “parece mentira” datos como que el 35 por ciento de las personas LGTBI aseguran haber cambiado de lugar de residencia a otro de mayor tamaño por su identidad u orientación sexual, también reflejado en el informe de Amazon. No es exactamente el caso de Paula Gómez, pero parecido, pues ella se independizó a los 20 y se fue a vivir a Magán, un pueblo más pequeño que el de origen, pero donde iba a alcanzar prácticamente el anonimato.
“Al buscar piso les dije literalmente a mis padres que no me quedaba en Yuncos. A lo mejor a día de hoy, que lo tengo muy normalizado, sí volvería porque casi todos mis amigos son de allí. Pero entonces no me quería quedar. Tenía muy presente los comentarios del instituto, donde me decían lesbiana”, explica. Su economía no la daba para vivir en una zona en la periferia de Madrid y por eso acabó en Magán, un pueblo más pequeño que Yuncos, pero que cumplía un requisito fundamental para ella: era un sitio donde “no conocía a nadie”.
“La bandera de España también me representa a mí”
De plena actualidad, es imposible pasar por alto el enorme cartel publicitario colgado por Vox en Madrid, en el que tira a la basura la bandera LGTBI, entre otras. Paula Gómez critica el “daño” que este tipo de partidos hacen “al colectivo, al feminismo y a las medidas contra el cambio climático”, pero lo que más la fastidia es que una mano con una pulsera con la bandera de España tire a la basura todas estas luchas.
“Es como poner en contra a España de los colectivos y, oye, yo también soy española, la bandera de España también me representa a mí”, subraya. A Paula la parecen “horribles” este tipo de mensajes, cuando “puede ser que haya gente que le ha costado mucho aceptarlo, que tiene una lucha interna o incluso familiar”. Al mismo tiempo considera que “no se debería permitir que haya un partido político que pueda hacer esto abiertamente”.
Las banderas LGTBI en espacios públicos son “importantes”
En la calle también está el debate sobre si colgar la bandera LGTBI en espacios públicos, como fachadas de ayuntamientos, tiene relevancia. Gómez considera que las banderas “son muy importantes”, porque dan “visibilidad”, y permiten a las personas del colectivo “sentirse identificadas y sentir que hay personas que les apoyan”. “Es una forma de decir: os apoyamos y esto es normal”, señala. De hecho, su propio centro de trabajo está decorado este mes con banderas multicolores.
Desde Amazon confirman que “la diversidad es inherente al ADN de la compañía”, que incluye políticas activas en este ámbito, toda una excepción. Además de impulsar actividades temáticas para sus 22.000 empleados en España, por ejemplo en el mes del Orgullo para dar visibilidad a los trabajadores LGTBI, Amazon también tiene programas como ‘Yes we trans’, que promueve la contratación de un colectivo que sufre “un 80 por ciento de paro en el país”.
“Eres un maricón no debería decirse ni de broma”
En las vísperas del Día del Orgullo LGTBI, que se celebra el 28 de junio, Paula Gómez insiste en dar “visibilidad” al colectivo en la calle y en los centros de trabajo, que contribuyan a “normalizar”. “La gente afirma que ya no existe discriminación, que es algo común, pero realmente te das cuenta que no es así cuando vas de la mano con una chica y ves que la gente se gira, que hablan, que hacen comentarios”, afirma.
Así pues, Paula Gómez asegura que “todavía existe gente que le cuesta decirlo, que lo oculta o que incluso tiene miedo”, razón por la que reivindica acabar con actitudes y malos comentarios, emitidos a veces en tono jocoso, “pero que hacen daño”. “El típico comentario que está súper normalizado, ‘eres un maricón’, no debería decirse ni de broma, es horrible”, concluye.