El melón y la sandía son las principales caras de las frutas de temporada cuando se acerca el verano. Son productos que refrescan la cesta de la compra de los españoles ante las altas temperaturas, este año con un importante freno para el consumidor, como es su altísimo precio. A 1,50 euros el kilo hace unos días, una pieza ha llegado a superar los 10 euros, tal y como lo denunció en las Cortes Generales este miércoles el diputado de ERC, Gabriel Rufián.
Los fruteros de Ciudad Real reconocen la subida, que achacan a la coyuntura del escenario económica, aunque siguen registrando demanda entre los consumidores de la capital. “Hay algo de contención”, coinciden, pero son productos que siguen muy presentes en sus mesas.
Las principales causas, apuntan, son el encarecimiento de las materias primas, los efectos de la guerra de Ucrania en alimentación y, sobre todo, el incremento desmedido de los combustibles y la energía, que afectan a todos los agentes de la cadena de producción.
Son factores que en conjunto han influido en la inflación, también reflejados en el IPC de los alimentos, en Castilla-La Mancha con un 8,1% de subida en lo que va de año, y una variación anual del 11,7%. Entre los aumentos de precios, destacan los de las frutas, el pan y cereales, y la leche y el queso.
Datos más concretos son los que marca el índice de precios en origen y destino de los alimentos (IPOD) que cada mes publica COAG. En mayo, la diferencia de los precios de la sandía con respecto al año pasado apuntalan la tendencia al alza, con una proporción de los precios en campo de casi cinco veces más en un año, de 0,18 a 0,87 €/k, y de un 40% más el valor de mercado, de 1,48 a 2,23 €/k. Afortunadamente, los incrementos también han favorecido este 2022 a los productores respecto a la distribución, al cerrar el quinto mes con una diferencia del 156%, frente a la distancia del 722% del mismo periodo precedente entre precios de origen y el PVP.
Pero ¿por qué se ha producido esa gran subida de los precios de la sandía y el melón?
El presidente de la Interprofesional del Melón y la Sandía de Castilla-La Mancha, Cristóbal Jiménez, apunta a una explicación “muy sencilla”, basada en la ley de la oferta y la demanda: a más consumo y menor producción, más valor del producto.
“Las dos regiones que están en el mercado, Almería y Murcia, indica, registraron problemas en la primavera por la climatología, incluso tuvieron que replantar”, lo que ha influido en un aminoramiento de la superficie y la dificultad de cubrir la alta demanda.
En las fechas presentes, la campaña de Marruecos ya ha terminado, tras las de Senegal y Brasil, y ahora están en pleno auge las salidas de melones y sandías desde los invernaderos de dichas provincias españolas. Hasta finales de julio, sobre el 25, no llegarán a los mercados los manchegos, “con mucha más calidad”.
Este mercado también ha reducido su extensión por la “prudencia” de los productores, tras “el cóctel” que en la pasada campaña les llevó “a perder 4.000 euros por hectárea”. Fue un hecho muy doloroso que ha caído en “el olvido mediático”.
Hace un año, los meloneros castellano-manchegos pensaron en rentabilizar los resultados de la recolección en 2020, cuando crecieron las exportaciones (hasta del 40%) en Francia, Alemania, Reino Unido y Países Bajos. Lamentablemente, el escenario no se repitió en 2021 “por el tiempo frío”.
Este año, todos los factores, en opinión de Jiménez, apuntan a tener buenas expectativas y estima que para la celebración de la primera lonja del melón manchego, la última semana de julio, “los precios se reajusten”. Espera que los agricultores puedan cubrir costes, para que no sean siempre los eslabones de la comercialización y la distribución (vende el 70% de la producción) “los que reciban los mayores beneficios”, dado que son sectores que “no se conforman con las migajas”.
En este punto, Jiménez ve imprescindible que el observatorio de la AICA vigile las operaciones para que se cumpla la ley de la cadena y el campo consiga rentabilidad con el cultivo.
Los fruteros
Los fruteros de la capital también comentan estos extremos y comparten las experiencias con los consumidores.
Muzaffar Hussain, más conocido como Musa entre su clientela de la frutería ‘Real’ que regenta en la calle Morería, asegura que las subidas generalizadas de los precios de la sandía o los melocotones se deben al inicio de la temporada de estos productos en los mercados. Es un efecto habitual cada verano, que este año se ha sumado a los incrementos de la cesta alimentaria.
El frutero de origen pakistaní muy querido en el barrio señala que intenta mantener los márgenes con sus compradores, la mayoría de la zona y que le guardan fidelidad, aunque haya tenido que vender el kilo de sus pesadas sandías a cerca de 1,50 €/k hace unos días. Ahora, en función de la tendencia del mercado, ya han bajado a 0,85 €/k, mientras que el melón se mantiene en el valor de la época, a 1,75 €/k.
Indica que estas frutas tan veraniegas proceden fundamentalmente del sur de España, a la espera de la de La Mancha, que tendrán unos “precios más bajos”. Con todo, las ventas se mantienen entre sus compradores domésticos, que “conocen la situación” porque “se la explico”.
Las familias gastan más en la compra
En la misma línea, Francisco Javier Carpintero, de la frutería ‘Los bolsillones’, también reconoce como consumidor el encarecimiento de los alimentos, en un promedio que calcula del 25%. Desde su local en la calle Morería, donde lucen con esplendor sandías, melones, ciruelas o cerezas, además de dulces y pan, que también vende, explica que “una familia con un sueldo medio tiene que apretarse mucho el pantalón” con la subida de precios. Así, “si una compra costaba 100 euros el año pasado, ahora se puede poner casi al doble”.
En el caso de las hortalizas, hace unos días con la ola de calor y la preferencia en la mesa del gazpacho, los tomates pasaron de poco más del euro por kilo a más de 2 euros.
A su juicio, se debe a los incrementos del valor de las materias primas, sobre todo del combustible, que repercute en el transporte de los proveedores, además de la revalorización del aceite de girasol o las harinas, sin olvidar las ingentes subidas de los insumos agrícolas.
También confluyen, destaca Carpintero, el carácter temporal que influye en el valor de las frutas y hortícolas, al inicio de campaña con importantes alzas, y conforme se va terminando, con el efecto bajada. Se nota más, subraya el frutero, en la sandía y el melón “del terreno”, con menor precio, aunque ya se nota la caída esta semana, la primera con el kilo que no rebasa el euro, y el segundo con un precio “acorde con esta época”, a 1,20 euros el kilo, incluso “está un poquito debajo del año pasado (1,50)”.
Hay demanda
La hortelana de La Poblachuela Pilar Calle también comenta, desde su puesto en el mercado de abastos de la capital, la demanda del género que vende, a pesar de las subidas que ha registrado.
Señala que las causas de los alzas se deben a los incrementos de la luz y el gasoil, que están marcando valores propios de productos de lujo, aunque apuesta por informar y no alertar desde los medios porque “ya están bajando”.
En el caso de la sandía, ya se sitúa en los 90 céntimos el kilo, desde los 1,30 euros que alcanzó, aunque espera que cuando llegue la cosecha manchega siga siendo rentable para los agricultores de la zona.
“No puede ser, se queja, que el mediador sea el que se lleve los beneficios”, y que los productores “no puedan cubrir gastos, después del trabajo y los gastos en energías y mano de obra que tienen”.
Además, en general, ha habido, según Calle, menos siembras de melones, sandías y, por ejemplo, de tomates, una hortícola que también ha registrado importantes incrementos en sus valores, aunque ya ha bajado una media de 40 céntimos. El pepino también es muy demandado, a unos 2,30 euros el kilo, mientras que el pimiento rojo ha alcanzado los cuatro euros el kilo en el almacén y hay menos tirón.