En total, ‘los sueños de Calderón’ se han subido a las tablas con un total de 22 compañías y muy diversos montajes en estos años de Festival. Con texto íntegro, o mediante adaptaciones o versiones basadas en la obra calderoniana. Lo que no está nada mal, teniendo en cuenta que es una de las obras maestras de Calderón, si no ‘la más maestra’ de todas, pese a su intenso contenido onírico y espiritual.
Estamos incluyendo las tres de este año: 5 y 6 de julio en AUREA de los estadounidenses Teatro Círculo; el 1 y el 2 en el Villarreal de la compañía chilena La Calderona, en versión musical, y una más, ‘Cielo Calderón o La vida es sueño según Lorca’ (Instituto del Teatro de Madrid), mañana en AUREA a las 20 horas.
De entre las mejor recordadas, el montaje de la CNTC de 1996, con nuestro paisano Pedro Mari Sánchez en el papel de Segismundo. Y entre las que mejor no queremos recordar… la versión de Calixto Bieto en 2000, en la que CNT&TEATRE ROMEA&EDIMBURG INT, nos hizo ver escenas sobre las que preferimos hacer pasar un tupido velo… Pero hablemos del autor de la obra.
Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) fue un escritor español, encuadrado en lo que denominamos época barroca. Nació en el seno de una familia noble en el año 1600 en Madrid, en donde durante su juventud inició sus estudios en un colegio de Jesuitas. Más tarde, durante su etapa universitaria, cursó los estudios de Cánones y Derecho en las Universidades de Alcalá y, después, la de Salamanca. Posteriormente, orientó su vida a la milicia. Algo más tarde se convierte en el dramaturgo de la corte de Felipe IV, y hacia 1623 comienzan sus primeras comedias. Ya en 1642 es cuando, por diversos avatares, se implica de lleno en el mundo literario, trocando las armas por las letras.
Calderón murió en Madrid en el año 1681, habiendo dejado en su haber una notable colección de obras maestras, la mayoría de las cuales hemos podido aplaudir en los espacios almagreños. Entre sus obras más importantes destacan:
- La vida es sueño(1635)
- La dama duende(1636)
- El príncipe constante(1636)
- El mágico prodigioso(1637)
- El médico de su honra(1637)
- El alcalde de Zalamea(1651)
- El gran teatro del mundo(1655)
‘La vida es sueño’
Escrita en 1635 por Calderón, es una obra teatral cuyo protagonista, el príncipe Segismundo, se cuestiona sobre el sentido de la vida, mientras sufre cautiverio por culpa y prevención de su padre. Y estamos ante una obra barroca, caracterizada por las ideas filosóficas sobre la vida, el uso de la escenografía para contrastar ideas antagónicas, y la importancia de la civilización sobre la barbarie. El drama gira en torno a la privación de la libertad de Segismundo por parte de su padre, el rey Basilio de Polonia, quien lo encierra por miedo a que se cumplan las predicciones de un oráculo consultado, según las cuales su hijo lo vencería y humillaría.
‘La vida es sueño’ está escrita en verso, y se halla dividida en tres jornadas o actos, siguiendo Calderón, pues, el modelo de Lope, que están marcadas por las partes de texto que concluyen al acabar dichas jornadas. Siendo las dos tramas principales, por un lado el encierro de Segismundo, y por el otro el compromiso entre Rosaura y Astolfo (sobrino del rey, que heredaría el trono).
La obra de Calderón, trata sobre la oposición y la dualidad entre el libre albedrío y la predestinación, el determinismo y la libertad, con notabilísimas disquisiciones y dudas entre la realidad y el sueño. Y un fuerte condicionamiento del honor, sin el cual la vida no puede ser vida. Un interés particular por estos temas, que se justifica al haberse concebido la obra en pleno contexto barroco. Un tiempo en el que la concepción del universo, cambia radicalmente desde el ‘geocentrismo’ (la tierra como centro), al ‘heliocentrismo’ (el sol como centro y motor del mundo), lo que supuso un nuevo paradigma y, claramente, una considerable conmoción espiritual.
Un texto en el contexto
A mayor abundamiento, Pedro Calderón de la Barca escribe ‘La vida es sueño’ ciertamente en una época donde el tema de la ‘civilización versus barbarie’ se encuentra presente, como consecuencia del reciente descubrimiento de América y el consiguiente desarrollo de la colonización. Sin duda, el inicio de la obra nos regala versos tan hermosos como estos, que todos hemos aprendido de niños en el colegio, y que han quedado para siempre en nuestro acervo cultural:
¡Ay mísero de mí! ¡Ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo
ya que me tratáis así,
qué delito cometí contra vosotros naciendo;
En llegando a esta pasión
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
excepción tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?
Desde luego, hay en la obra dos hilos argumentales que se entrelazan: la acción con Segismundo y Basilio, y la acción secundaria en torno al honor perdido de Rosaura y su cuenta pendiente con Astolfo. Calderón entrelaza ambos hilos, tan juntos, que solo puede llevar a su resolución simultánea al final de un final feliz. En el original, el estilo se destaca por los versos juguetones, en ocasiones casi pomposos, de los dramas barrocos españoles típicos del gongorismo (llamado así por su inventor, Luis de Góngora). Además, en el texto hay frecuentes referencias a la mitología.
“Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi”.
Sin embargo, los versos relativos a ‘los sueños’ han catapultado la obra hasta límites insospechados. Pocos niños y adultos habrá que no se hayan sentido alguna vez rapsodas -en el colegio o en el propio hogar-, recitando los siguientes versos, que son toda una declaración de vida:
“¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son”.
Así las cosas, ¿acaso es posible que nuestra vida sea solo un sueño, y la vida verdadera empiece solo después de la muerte? Esta pregunta filosófica y trascendente de la teología cristiana es la que Calderón trata de aclarar en su drama ’La vida es sueño’. A pesar de la seriedad de los temas –la predestinación fatídica contra el libre albedrío, el honor y la venganza, así como el conflicto entre padre e hijo–, la obra resulta ligera con una mezcla bien lograda de comedia y tragedia.
Al final, se llega a la conclusión de que el ser humano puede imponerse sobre su destino y seguir siendo él mismo, es decir, que el príncipe Segismundo no tiene por qué ser el tirano sangriento que le profetizaron a su padre. El destino cruel e imperturbable, que en los antiguos dramas pertenecía a un inventario fijo, puede ser invalidado según Calderón, solo cuando el ser humano, por su libre albedrío, se pone de parte del bien. Y ésta es la historia, densa y profundamente humana, con un punto de certeza y verosimilitud. Veamos ahora las dos versiones que hasta el momento nos ha ofrecido este año el Festival.
Teatro la Calderona
En el Palacio de Villarreal pudimos disfrutar de una obra novedosa, y verdaderamente amena y refrescante. Muy compleja en su concepción y montaje, y que supo llegar al público. Se trata de una versión musical, con adaptación de Macarena Baeza y Nano Stern, y dirección de Macarena Baeza “La vida es sueño. versión musical” es un espectáculo creado durante la pandemia COVID-19 en Chile. En esta versión, ‘Teatro La Calderona’, de Chile, revisita la obra original a partir de un diálogo entre el siglo XVII y los acontecimientos del presente: “estallido social chileno, pandemia mundial y guerra europea”.
Asimismo, pone en escena un encuentro entre teatro, música y proyecciones que revelan el universo misterioso de la obra (la relación entre astronomía y astrología) y la figura del padre ausente, el rey Basilio, encarnado en una proyección por el actor Héctor Noguera. En escena, nueve intérpretes actores, actrices y músicos, dan vida a todos los roles, liderados por el cantautor chileno Nano Stern, que canta, declama e interpreta el curioso instrumento ‘Nyckelharpa’.
Ficha Artística y Técnica
Asistencia de dirección Camila Gatica. Composición musical Nano Stern. Producción M. Belén Contreras. Videoescena Ponce & Sánchez. Diseño integral Ricardo Romero y Mario Costa. Iluminación gira Israel Franco-Müller. Operadores Carmen Natalia Ruiz y Álvaro Rojas. Realización de vestuario Sergio Aravena. Realización escenografía Kristian Orellana, Isidora Paéz y Claudio Viedma, Registro visual H. Noguera Gabriela Toro y Manuela Reyes. Coreografía Ana María Vela. Gráficas y comunicación visual Ximena Ulibarri y Sofía Flores, Fotografía Leyla Solorza, Registro espectáculo Carlos Martínez y Félix Rodríguez. Investigación Joaquín Zuleta, Jessica Castro, Gwendolyn Araya, Manuela Zocalli, Olema Leyton y Claudia Missana.
Reparto
Manuel Castro, Germán Pinilla, Carolina Munitiz, Xabier Usabiaga, Paula Lizama y Héctor Noguera (en vídeo). Músicos Nyckelharpa Nano Stern, Viola da gamba Gina Allende y Florencia Bardavid, Percusión Cristián Carvacho.
Teatro Círculo
La versión del espacio AUREA es completamente diferente. En un ambiente oscuro y lúgubre, con una estética similar a los guerreros ‘ninja’ y con público sentado en el mismo interior del escenario, el intercambio de acciones y papeles es permanente, lo que llega a provocar una cierta desubicación en el espectador. Pero en el transcurso de la obra (casi dos horas de función) pudo evidenciarse la extraordinaria calidad de los actores, que residen en Nueva York, si bien son de procedencia hispana.
“Un clásico para un público moderno”, según del productor ejecutivo José Cheo Oliveras. Basándose en la idea del sueño dada en el título de la obra, esta producción invita a los espectadores a entrar en un espacio amorfo donde, como en los sueños, diferentes realidades convergen, las fronteras se difuminan y donde el pasado y el futuro colapsan en el único presente. Los actores son presentados como seres neutros, definidos por las acciones dadas en la palabra. “Así pues, los actores cambian roles de escena a escena (y aún dentro de una misma escena) creando la confusión tan típica del mundo onírico y del Barroco”. Sin decorado expreso, la palabra es el único hilo conductor, y absoluto protagonista de este montaje.
Ficha Artística y Técnica
Autor: Calderón de la Barca. Versión de Virtudes Serrano. Dirección: Mariano de Paco.
Directora de verso Karmele Aranburu. Primer asistente de dirección Daniel Alonso. Segundo asistente de dirección Francisco Rivera. Escenografía, vestuario e iluminación Israel Franco Müller. Diseñadora de luces asociada Camila M. Pérez. Asistente de vestuario Noelia Montero. Directora técnica Omayra Garriga. Fotografía Michael Palma. Producción ejecutiva José Cheo Oliveras.
Reparto
Juan Luis Acevedo, Daniel Alonso, María Fontanals, Fernando Gazzaniga, Catherine Núñez, Jerry Soto y Eva Cristina Vásquez
