Se producía en la tarde de este martes, justo cuando se celebraba el Día Mundial de la Salud Mental, y es que a veces la cabeza nos puede llegar a jugar una mala pasada. Es el caso en el que intervinieron policías, bomberos y efectivos del SESCAM, en el Edificio Tauro, cuando un hombre, de 37 años de edad, amenazaba con suicidarse.
Este hombre, D.R., ha relatado a Lanza qué le llevó a tomar esta decisión y, sobre todo, ha querido mostrar su más sincero agradecimiento a los agentes policiales que hablaron con él y que, como él mismo dice, “me salvaron la vida”.
D.R. está pasado por un complicado proceso de divorcio en una relación que se ha llegado a convertir en “algo tóxica” y que finalmente desencadenó en una denuncia por violencia de género de la mujer hacia este hombre por amenazas de carácter psicológico y por coacciones que le ha llevado, además, a perder durante un tiempo la custodia de sus hijos y a no poder verlos en unos meses, algo que D.R. ya no podía asumir.
“Mi familia y mi hogar eran mi vida y el tener problemas para verlos me superaba, me fui llenando de dolor y entré en una depresión que me hacía sentirme mal, dejé Puertollano y me marché a Cataluña para ver si allí podía comenzar una nueva vida”, cuenta.
El juicio por violencia de género se celebró ayer, “es la madre de mis hijos y no quiero que sufra pero quiero que mis hijos vivan con los dos, me admití culpable y lo acepté, tendré mis horas de servicio a la comunidad y las restricciones con ella, la custodia ahora es total para la madre y ella debe decidir que se reanuden las visitas, ella dijo que no y me destrozó totalmente” y admite “ya era mal en todo”.
Así pues, D.R. reconoce que la tristeza le embargó y que, aunque nunca bebe, compró una botella y se puso a beber en casa. El hecho de que “los niños no quisieran atender a mi videollamada, fue un detonante muy grande”.
Ante esta situación y contexto, D.R. se sentó en el balcón con su perro y llamó a la línea de atención al suicidio y una chica, explica que estuvo apoyándolo para que sus pensamientos suicidas no siguieran adelante. “Quiero hablar por lo menos, le dije”, transmitiéndole que en ese momento no sentía nada que le diera fuerzas para seguir y vivir. D.R. relata que dejó las llaves de su vivienda en el buzón, por lo que la policía no tuvo dificultad en acceder a la misma, tras subir a la casa y comenzar a conversar con él los agentes policiales “me hicieron ver que no había perdido todo, me empezaron a convencer, me agarró de la mano uno de los policías para bajarme y ponerme en el suelo, allí me pusieron una inyección y las esposas y me llevaron al hospital”.
Tras narrar toda esta difícil situación, D.R. explica que hoy está algo mejor, por lo menos ve la vida de otra manera, ha recibido atención psiquiátrica y tomará medicamentos para la depresión, “ya estoy más tranquilo, necesitaba contar lo que me estaba pasando, el dolor y la rabia, me estaba encerrando en mí solo y ahora lo veo más claro, estoy mentalizado en seguir adelante”. Al mismo tiempo se muestra arrepentido “por el daño a mi familia, por la gente que involucré, pero agradecerle su comportamiento a ese policía que me salvó la vida”, dice en tono sincero, porque sin la ayuda de todos estos efectivos quizá el final para D.R. hubiera sido otro.