El Museo Etnográfico de Puertollano inicia un ciclo en el que relatarán las tareas del campo necesarias para el cultivo de cereales y presentarán así la pieza del mes que en este febrero corresponderá a
Desde la preparación del terreno y la siembra, la siega y la separación de grano y paja. Todo ello como se hacía antes de que el campo se mecanizara, son los años 40-50 del siglo pasado, la mecanización del campo ya había comenzado, pero en nuestra región no estaba muy implantada todavía, “mi padre estuvo arando con mulas hasta 1959 y otros muchos siguieron durante la siguiente década en la que ya se fueron incorporando de forma notoria los modernos tractores”, explica Raúl Daimiel, presidente de Portus Planus.
Los cereales son plantas que se cultivan por sus semillas, constituyen la base de la nutrición humana y hasta una forma de definir zonas geográficas se hace por el cereal que predomina en ellas, es el caso del arroz en Asia, del trigo en Europa o del maiz en América.
La mayoría de los cereales se siembran en otoño o principios de invierno, dependiendo de cómo vengan las lluvias, crecerán en la primavera y estarán listos para recolectar a principio de verano o un poco antes. La tarea de la siembra consiste en enterrar las semillas en la tierra para que germinen, dando lugar a nuevas plantas que nacen y crecen. Se produce un proceso biológico que ocurre porque las semillas albergan el embrión que dará origen a la nueva planta.
Las semillas son la parte del fruto que dan origen a una nueva planta, al crecer, una semilla produce una planta adulta igual a la que le dio su origen. Tradicionalmente las semillas utilizadas eran de las propias cosechas que tenían los agricultores, actualmente la selección de semillas es una ciencia, trabajan mucho en mejorarlas para obtener mejores cosechas, lo mismo ocurre con los abonos que mejoran día a día para conseguir mejores rendimientos.
Antes de sembrar es necesario preparar adecuadamente el terreno, para ello hay que ararlo una o más veces (dar una, dos o tres rejas se decía), según la calidad que tenga la tierra, también de como venga el tiempo y si ha estado o no en periodo de barbecho.
Dejar un terreno en barbecho es darle descanso sin sembrarlo uno o mas años, de esa forma el terreno recupera sus nutrientes y en los próximos años dará mejores cosechas. Las tareas de labranza se iniciaban en el mes de octubre, daba comienzo la cimencera decían los del oficio. La siembra se retrasaba si las lluvias no eran favorables, se llegaba a sembrar hasta en el mes de febrero.
Las tierras se labraban con un arado tirado por un par de mulas, la categoría o importancia de las casas de labranza se valoraba por la cantidad de mulas de que disponían los dueños, así se decía que en tal o cual casa había 3-4-5 …. pares o yuntas de mulas. En la mayoría de los casos, los gañanes, así se llamaba a los hombres que trabajaban el campo, dormían en las casas de los patronos y se encargaban de la comida de las mulas, echarles un pienso a media noche y otro un rato antes de salir al campo era lo normal. En las casas que había muchas mulas tenían una persona encargada de estas tareas, eran los piensadores.
Las mulas y mulos son crías híbridas de burra y caballo o burro y yegua, son animales normalmente estériles con excepciones muy raras, la esterilidad viene dada por cuestión de cromosomas. Son animales con mucha fuerza y que se adaptan bien al trabajo de carga y tiro, eran por ello muy apreciados en el campo.
El arado es una herramienta utilizada para remover el terreno y permitir los cultivos. Está compuesto básicamente por una reja y una vara, la reja se clava en el terreno y la vara se fija a la yunta de mulas, para ello son necesarios una serie de útiles llamados aperos o aparejos, tales como los ubios, yugos, sillas, horcates, correajes, etc. Los fabricantes de estos útiles eran los guarnicioneros.
Los primeros arados fueron de madera. El primer arado de metal que se autolimpiaba (antes tenían que parar de cuando en cuando la tarea para limpiar el arado) lo fabricó Jhon Deere en 1837 en el estado de Illinois. John tenía una herrería en la que fabricaba rastrillos, cuchillos, hachas, clavos, etc. La herrería es hoy un museo. Jhon Deere es desde hace mucho tiempo una de las empresas más importantes de fabricación de maquinaria agrícola. El gañan tiene que encargarse de sujetar el arado para que cuando las mulas tiran no se salga de la tierra y se vaya haciendo el surco. Salían de los pueblos muy temprano, dependiendo de lo lejos que tenían el corte y empezaban a arar al amanecer.
A las 10-11 de la mañana tenían que hacer un descanso para darle un pienso a las mulas, así reponían fuerzas y volvían con brío al trabajo, este descanso lo aprovechaban también los gañanes para hacer lo propio.
La jornada terminaba a una hora que les permitía llegar al pueblo antes del anochecer y todavía, antes de ir a su casa, tenían que dar de beber a las mulas, llevarlas a la cuadra, echarles un pienso y la mayoría de los días llevar las rejas del arado a la herrería para que las aguzaran.
Los granos se sembraban por el siguiente orden: primero el trigo que es el que más tiempo necesita para criarse, después la cebada y a continuación el centeno, habas, yeros, berza, chícharos y por último los garbanzos que son los que menos tiempo necesitan para criarse.
“He oído contar que, en los años de más hambre de la posguerra, había cuadrillas que sembraban garbanzos de día y por la noche a escondidas, iban al sitio y sacaban unos pocos para comérselos. Como consecuencia, las cosechas eran algo escasas. Una vez preparada la tierra, se procedía a la siembra, el gañan provisto de un costal de grano que llevaba colgado en bandolera, iba cogiendo puñados de grano y tirándolos en todas direcciones de forma que quedara bien repartido. Por buscarle una comparación actual, diremos que era algo parecido a lo que hacen ahora los reyes magos cuando reparten los caramelos en las cabalgatas”, señalan.
Así, explican que lo normal era “tirar” entre 150 y 200 kg de grano por Hectárea de terreno (10.000 m2). Actualmente con las sembradoras automáticas se consigue mejor rendimiento y la ratio baja a los 100-150 kg. Una vez tirada la semilla, se volvía a pasar el arado para que los granos quedaran enterrados y pudieran así germinar y dar fruto.
Los costales son unos sacos de tela, en aquellos tiempos todavía no se conocían los plásticos, los había de varios tamaños, se pueden ver en el Museo Etnológico de Puertollano. Es muy importante la lluvia para que la siembra nazca y crezca bien, hay veces que las cosechas se pierden por falta de lluvia, algunas no nacen y otras quedan tan pequeñas que no pueden recogerse. Contaban los mayores que después de la guerra civil hubo varios años de malas cosechas debido al abandono que habían tenido los campos y a la falta de lluvias y no fue hasta 1946, al que se llamó “EL AÑO GRANDE”, cuando hubo una cosecha importante de cereales a pesar de que las lluvias importantes empezaron para San José.
El oficio de gañan era de lo más cualificado del campo, tenían que saber cuándo realizar cada tarea, echar el abono, manejar las mulas que no siempre era fácil, etc.
Los gañanes también se encargaban de señalar el terreno para sembrar una viña, trazando con surcos los puntos donde había que sembrar las parras y no todos eran capaces de realizar esta tarea.