A. R.
Ciudad Real
La creación de la iglesia de San Juan Bautista es la materialización de un “largo sueño” y la respuesta a la “deuda que tenía la Diócesis con el barrio”, destacó el obispo de Ciudad Real, Antonio Algora, que presidió la consagración del altar y la bendición del nuevo templo y los salones parroquiales, situados en La Granja.
“Toda la Iglesia Diocesana está detrás de la construcción de las parroquias nuevas donde sean necesarias” y, “de momento, ésta se ha logrado”, apreció Algora, que expresó su satisfacción en la inauguración de un templo alzado a partir de la arquitectura del siglo XXI y que “nace con su tiempo”. La utilización de materiales modestos ha favorecido que “se luzca más” el arquitecto responsable del templo, Alberto Ibáñez, quien ha propiciado que “la belleza lograda” se consiga sin un costo elevado, lo cual a Algora le parece correcto porque, aunque pueda dar una apariencia de edificio extraordinario, todo el que entra siente la sensación de “estar en casa”.
También le parece un acierto a Algora la torre del templo, como faro de luz que anuncia con el “gran signo de la cruz” la presencia de lo religioso en el barrio y eje que en el interior centra la atención de los fieles en la Eucaristía, en el Sagrario, situándose, así mismo, “a caballo” entre los dos espacios religiosos: el templo de la gran asamblea de la parroquia y la capilla del Santísimo Sacramento.
A todos los extremos
Para Algora, la “mayor decisión” que tomó la Diócesis fue trabajar para, en los difíciles tiempos que corren, “llegar a todos los extremos: A que no se quedara ningún servicio de Cáritas sin atender y a los que se habían quedado los últimos”, es decir, “el barrio más modesto de la ciudad que no tenía templo”. En este sentido, resaltó que a la Diócesis le ha ayudado saber que con esta construcción se estaba dando, en definitiva, trabajo, al tiempo que reafirmaba su respaldo a todos los ciudarrealeños diciendo: “Estamos aquí, estamos con los más necesitados”. Inaugurada en un luminoso día de forma previa a que lucieran al caer la noche las hogueras de San Juan, la iglesia de San Juan Bautista es ahora, arquitectónicamente, el “buque insignia de las parroquias que salen del centro”, agregó Algora.
Sobrio faro de luz
Con una torre calificada como “faro de luz”, que anuncia la “casa de Dios” en el barrio, la iglesia de San Juan Bautista es “arquitectónicamente bastante sencilla, con dos volúmenes muy nítidos que conforman los espacios de culto, el templo y la capilla para las celebraciones de diario”, destacó el arquitecto Alberto Ibáñez, que resaltó que la construcción se articula con la torre como elemento fundamental, que en su base se aligera alojando el Sagrario, el cual “se convierte en el elemento permanente de las celebraciones”.