La alta concentración de población en áreas metropolitanas ha hecho “invivibles” ciudades como El Cairo, Bombay o Manila con millones de personas hacinadas en unos kilómetros de tierra. Madrid o Barcelona en España arrastran problemas de vivienda, tráfico o conciliación. Sin embargo, el discurso que se “viraliza” es el de la despoblación, el vaciamiento, el “llanto del declive” de la España de interior, que oculta las fortalezas de los territorios de baja densidad, como es el caso de Ciudad Real.
Es el argumento del catedrático de Teoría, Metodología y Cambio Social de la Uned, Luis Camarero, que capitanea la nueva cátedra de Población Rural y Sostenibilidad Social, puesta en marcha por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Uned), con el apoyo de la Diputación de Ciudad Real. Esta cátedra estará detrás de la puesta en marcha del primer observatorio de la población rural de España en el próximo otoño, tras la presentación de los resultados de una encuesta que se realizará en municipios con menos de 10.000 habitantes de esta provincia.
“Ciudad Real tiene una estructura de población muy equilibrada, que está muy distribuida por todo el territorio, y que permite la cohesión territorial como garantía de disminución de desigualdades sociales”. Luis Camarero apunta a Lanza que esto se consigue a través de “una red de asentamiento intermedios, que conectan muy bien las diferentes comarcas, que no dejan grandes vacíos y que permiten mantener una estructura de servicios y referentes comerciales”. En España, “más de 25 por ciento de la población que vive en zonas rurales dice tener dificultades para acceder a un comercio diario de alimentación”, pero en Ciudad Real apenas ocurre por el modelo de gestión y la estructura de asentamientos.
La concentración comarcal frena la dispersión
La provincia no ha dado cancha a “los fuertes procesos de concentración que sufren algunas capitales”, que han dado lugar a zonas con alta dispersión, núcleos excesivamente pequeños y distantes. En Ciudad Real, la capital solo concentra al 15 por ciento de la población, mientras que por ejemplo Logroño reúne el 50 por ciento de los habitantes de La Rioja. Cabe destacar que modelos similares al de Ciudad Real existen en otros territorios del interior sur del país, como Extremadura.
Asimismo, en esta provincia incluso los procesos de “concentración comarcal”, como ocurre en Valdepeñas con respecto al Campo de Montiel, en palabras de Camarero, han contribuido a “reducir la dispersión”. Esta unificación en cabeceras de comarca, señala el profesor, derivada de la atención a personas mayores o la presencia de servicios educativos, “sigue manteniendo la estructura de pequeños municipios vinculados de forma satelital a los pueblos intermedios y contribuye a reforzar el modelo de asentamientos”.
El “invierno demográfico” no solo afecta a los pueblos
Frente a territorios “hiperpoblados” que generan “externalidades como contaminación o dificultades de conciliación”, Luis Camarero afirma que hay que poner en valor modelos de baja densidad con estructuras poblacionales adaptadas al territorio, aquellos que saben conservar “parte del paisaje, que están conectados y que mantienen la actividad con producciones locales”. El profesor habla de “sistemas de asentamiento amables”, como aquellos que permiten el desarrollo de “proyectos vitales muy conectados con el territorio” y que generan “calidad de vida, ambiental y alimentaria”.
Todo el continente está instalado en un “invierno demográfico”, vinculado con la segunda transición demográfica “por la reducción drástica de la fecundidad”, y que se intensificó sobre todo a partir de 2008 en España por la fuerte migración de jóvenes españoles a Centroeuropa. Por ello, Luis Camarero considera un error centrarse en los datos del declive demográfico, porque “es un problema que no es específico de las zonas rurales, sino de la sociedad europea en su conjunto”. Insiste en que lo importante es estudiar “los procesos que tienden a equilibrar, que contribuyen a que mantengamos a los jóvenes en las zonas rurales, a que haya arraigo y que la población migrante se asiente”.
Caminar hacia la sostenibilidad social
La cátedra habla de sostenibilidad social, pero ¿a qué se refiere? Luis Camarero explica que “parte de la idea de que para que algo sea ambientalmente sostenible, tiene que ser económicamente sostenible y antes socialmente sostenible”. La idea de la sostenibilidad social, añade, “se funda en que las personas podamos desarrollar nuestros proyectos vitales en igualdad de oportunidades y condiciones”. Para alcanzarla en las zonas rurales, el sociólogo pone el punto de mira en dos cuestiones: los desequilibrios entre generaciones y de género.
El envejecimiento de la población es uno de los principales problemas que afectan a la España rural. “En provincias como Zamora, llegamos a tener proporciones de personas de más de 85 años que representan el 15 por ciento”, afirma. Pero estos desequilibrios demográficos no solo se fundamentan en la falta de población joven, “pues no hay ni siquiera una población soporte, que pueda cuidar a los mayores y desarrollar proyectos económicos, porque no existe capital humano suficiente para ponerlos en marcha”.
Otra cuestión es que muchas zonas del interior de España “están fuertemente masculinizadas”, ya que han sido territorios “muy hostiles” para que las mujeres desarrollen proyectos vitales. El campo se ha modernizado, pero la economía y la sociedad mantiene fuertes estructuras patriarcales. De nuevo, “lo importante no es que la población sea de 100, 500 o 1.000 personas, sino que lo preocupante es que la formen sobre todo mayores y hombres”, expresa el profesor.
Así, la idea de sostenibilidad social en las zonas de baja densidad tiene que ver “con devolver elementos de equilibrio demográfico que permitan un desarrollo basado, no solo en la producción económica, sino en el mantenimiento de las cadenas de cuidados”, según apostilla Camarero, “dentro de principios de igualdad y corresponsabilidad”. De esta manera, territorios de baja densidad, como es el caso de Ciudad Real, señala el catedrático, “pueden mantener mayores niveles de calidad de vida y de oportunidades” que las zonas con alta densidad poblacional.
El primer observatorio de la población rural
Desde la cátedra, el trabajo de campo de la Uned en Ciudad Real empezará en unas semanas. Sobre la población de Ciudad Real “existen muchos datos”, reconoce el profesor, “pero no hay información sobre las sensaciones, la forma cómo experimenta estos cambios sociales”. La encuesta dará en otoño “una fotografía” de la situación y servirá de “prueba piloto” para el establecimiento de un observatorio. Será el primero de España y establecerá “un sistema de medida permanente para pulsar a la población rural”, normalmente desatendida en los procesos demoscópicos por su pequeño peso. “Los problemas de España son unos, pero los de los territorios rurales son otros”, concluye.
