Al día siguiente volvieron a Ciudad Real para entrenar. 400 kilómetros para los de Madrid. 120 para los de Valdepeñas. El martes, lo hicieron por la mañana en la Universidad Europea y por la tarde en Griñón. El miércoles descansaron. El jueves volvieron a Griñón. Y este viernes viaje a Peñíscola. Así viven los jugadores de Valdepeñas. Viajando y entrenando. Siguen entrenando para mantener y mejorar el nivel que como colectivo ofrecieron ante Levante. Fue una agradable sorpresa ver el resultado del trabajo, que desde pretemporada lleva acumulado el equipo. Compitieron. Sabían lo que tenían que hacer.
Hasta que llegaron las equivocaciones. Ya nos habían avisado. En cuanto llegaran las equivocaciones todo se iba a estropear. Y llegaron y todo se estropeó. Todo se vino abajo. Ver un 0-5 en el marcador fue terrible. Eso dejó una enorme sensación de vacío en el estómago. Soñábamos con jugar en Primera. Pues ya hemos vivido lo que es. En las 4 temporadas que Valdepeñas pasó en Segunda, solo una vez, en los 54 partidos que jugó como local, llegó a encajar 5 goles. Esa fue su peor derrota en todo ese tiempo. 4-5 con Gran Canaria. Marcaron Kike y Joan. La Primera División solo ha necesitado un partido para empeorar ese resultado. Si, la Primera es muy bonita. Pero cuidado, porque te devora.
El último partido que Benicarló jugó antes de desparecer, fue en enero del año 2012. Lo jugó en casa, militaba en Primera División y el rival fue Carnicer Torrejón. Empataron a tres. En ese partido estuvieron jugadores como Mendiola, Rivillos, Caio Alves o Párraga. En julio de ese mismo año, la LNFS invitó a Peñíscola a jugar la siguiente temporada en Segunda División. En cierto modo, la desaparición de Benicarló facilitó que Peñíscola aceptara la oferta de ascender. Porque si la aceptaba, iba a necesitar un pabellón que cumpliera con los requisitos para jugar en Segunda y tendría que reforzar su plantilla. Y Benicarló le ofrecía el pabellón que necesitaba y un grupo de jugadores válidos y sin equipo. Peñíscola aceptó y se mudó a Benicarló. Y le fue muy bien. Porque solo necesitó una temporada en Segunda para llegar al play off de ascenso. Lo iba a jugar con Fuconsa Jaén, primero en La Salobreja. Pero nunca se llegó a disputar. De nuevo la desgracia de un club les iba a beneficiar. La liga expulsó de la Primera División a Puertollano, suspendió el play off de ascenso y ascendió automáticamente a Jaén y Peñíscola. Después de haber tomado el relevo del primer equipo federado del pueblo, que fue de chicas y apenas duró cinco temporadas, Peñíscola FS había llegado desde lo más bajo, desde categoría provincial hasta la Primera División en tan solo 9 temporadas. Y sin ningún descenso, que no es poco.
Peñíscola será este sábado el rival del FS Valdepeñas, un equipo que siempre se sintió cómodo en Primera División. Nunca tuvo que luchar por la permanencia. Cada temporada mejoraba la anterior. Tuvo que regresar a casa, porque en Benicarló nunca se sintieron muy valorados. Llegó a jugar tres play offs por el título de manera consecutiva. En su mejor temporada, la 16/17, quedó séptimo, jugó Copa y play off por el título. Pero a partir de ahí, todo les fue mal. La temporada pasada quisieron seguir creciendo y acabaron haciendo su peor actuación en Primera. Hicieron un importante esfuerzo en fichajes que ilusionó a los aficionados. Pero se equivocaron. Tanto se equivocaron, que acabaron luchando por no descender. Tan mal salió todo, que pronto hubo mal ambiente en el vestuario, en los entrenamientos. Nadie estaba a gusto. Fue un desastre. Solo dos victorias en la primera vuelta. Varias rachas de más de un mes sin ganar un partido. Incapaces de ganar más de dos seguidos en todo el año. El ánimo del equipo se hundía cada semana más. Hasta llevaron a una psicóloga deportiva para ayudarles. Pero la solución, que la hubo, pasó por cambiar al entrenador. Alguien que fuera capaz de llevar “firmeza y alegría” al vestuario en las ocho jornadas que quedaban de liga. Eligieron a Marcos Alonso, que fue capaz de llevar eso, y tres victorias. Las necesarias para lograr la salvación a dos jornadas del final.
A la directiva de Peñíscola no le tiembla el pulso cuando algo no le gusta. Por eso, y para que no se repita lo de la temporada pasada, ha hecho un equipo nuevo. Nuevo entrenador, Juanlu, 7 bajas, 9 fichajes y solo 5 supervivientes de la temporada pasada, entre ellos los 2 porteros. Esta vez el objetivo será, en principio, la permanencia. La temporada pasada les enseñó que los pasos en Primera División se dan muy lentos, muy despacio.
Va a ser bonito, este sábado a las seis de la tarde, volver a vivir un partido de Valdepeñas como visitante. Será el primero en Primera. Será como siempre lo fueron. Los locos más locos vestidos de azul llegarán en autobús, en coches. Y se pondrán en una esquina, la que sea, da igual. Con sus bártulos. Sus bufandas, sus tambores, sus canciones y su locura. Harán que aquello sea como el Virgen de la Cabeza, solo que más pequeño y más intenso. Durante 40 minutos sentirán como propio todo lo que suceda en la pista. Esa será su parte. Los jugadores pondrán la otra. No equivocarse. No perder el orden. Que todo el partido sea como los diez primeros minutos de Levante. Si eso sucede, todo saldrá bien.
MANU GARCÍA CONTINÚA SIENDO BAJA |
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El Viña Albali Valdepeñas viaja este viernes hacia Peñíscola, en donde hará noche para afrontar el encuentro de este sábado a partir de las 18 horas. En la expedición no ha viajado Manu García, que ya se perdió el debut liguero ante el Levante y que continúa convaleciente por un duro golpe en el empeine. Es la única baja por lesión del equipo de Leo Herrera para este choque, ya que además no ha entrado en la lista por decisión técnica el portero Coronado.
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