La figurilla de un toro en bronce, un animal sagrado y simbólico para los romanos, ha sido el último gran hallazgo en el yacimiento del vertedero íbero-romano de Alhambra. Lo confirma el arqueólogo Francisco Torres, que dirige desde mayo las excavaciones impulsadas con un plan de empleo del Ayuntamiento. Recuerda que se suma al hallazgo de un fragmento de máscara teatral en terracota del siglo I después de Cristo y que es “la más antigua hallada en Ciudad Real”.
El vertedero está siendo un nido de conocimiento sobre las tradiciones y las formas de vida en Laminium. En las laderas del cerro de Alhambra, antes utilizadas como zona de cultivo, los romanos depositaban lodos, restos alimenticios y animales muertos, pero también enseres domésticos, ánforas de aceite, vasos en sigillata, lucernas, pavimentos de las viviendas de la época republicana y cubiletes de rotos en las tabernas del foro.
Acumula años de experiencia, pero Francisco Torres confiesa que “nunca había estado en una excavación donde apareciese tanto material continuamente”. Se desvela en capas, como si las diferentes épocas de la historia fueran los pisos de un ‘sándwich’. La producción anfórica es espectacular, superan “los 2 millones de fragmentos”, pero es que en esta parcela de 1.500 metros cuadrados de la ladera meridional del oppidum han aparecido figuras decorativas, elementos de metal, objetos de aseo personal y monedas.
La primera máscara teatral de Ciudad Real
El toro de bronce está en proceso de restauración y estudio. En cambio, los arqueólogos ya han construido el pasado de la máscara teatral. Las investigaciones apuntan a que es una máscara escénica femenina de tipo trágico perteneciente a la Comedia Nueva griega, y no presupone la existencia de un teatro como gran obra arquitectónica, al estilo de los construidos en grandes ciudades de Hispania, sino más bien la presencia de compañías de actores itinerantes, que podrían actuar en espacios públicos.
En el fragmento, correspondiente a la parte inferior izquierda del rostro, se aprecia parte del rizo del cabello, el opérculo para introducir la cuerda que fijaría la máscara a la cabeza de la actriz, la zona inferior del ojo izquierdo, el pómulo izquierdo, la mitad izquierda de la nariz y la mitad superior de la boca. La pieza además conserva los colores rojizos del labio y el pómulo, así como el negro azulado en el ojo y la mejilla.
La Comedia Nueva
Sobre la tipología escénica romana en la Comedia Nueva griega de finales del siglo I después de Cristo se conoce la existencia de 44 personajes cómicos y 25 trágicos. Entre ellos, 17 son masculinos y 8 femeninos, grupo al que pertenecería la máscara. Así pues, la máscara serviría para la representación de la “joven virgen de pelo ondulado” o la “vieja gorda”, un personaje grotesco con pómulos abultados.
Está claro que la expresión de la terracota muestra a un personaje femenino en actitud grave que, según las investigaciones, “anunciaría noticias o representaría a un personaje trágico”. Normalmente, los actores acompañaban las máscaras de pelucas y barbas con pelo hecho de crines de caballos o hebras de esparto teñidas en colores vivos y llamativos, asociadas a un significado como los ropajes.
De esta forma, el hallazgo permite asegurar que existieron representaciones teatrales en Laminium a principios de la nueva era y muy probablemente anteriores a la promoción del oppidum como municipium, en el que familias poderosas como los Licini comenzaron con la monumentalización del foro, que se piensa que estuvo situado en lo que hoy es la plaza de la Diputación.