La exmujer de Isidro Doral, el acusado de matar a golpes a Gregorio Chamorro, el novio de ella en El Robledo, ha declarado hoy en el juicio que fue a por él y que Goyo -como conocían a la víctima- no pudo defenderse. “Habría sido más fácil darme a mí”, ha relatado la mujer que describe una situación bien distinta de la que contó el lunes el acusado.
Según esta testigo en la bronca que terminó con la muerte de Gregorio el que insultó, provocó y amenazó fue el acusado que se había tomado mal el divorcio y en cada intercambio de la hija de ambos la montaba, por eso nunca iba sola.
La tarde en la que pasó todo, el 13 de diciembre de 2015, ella, su madre y su hija de 11 años fueron caminando desde la casa de la madre -a pocos metros de la vivienda del acusado- a devolverle a la niña. Llamaron, la niña pasó y al marcharse Isidro empezó a insultarlas. Gregorio no estaba, nunca iba a esos intercambios, en esta ocasión se había quedado en casa de la suegra, pero al ver que tardaban fue también a la vivienda.
La exmujer del acusado dice que Goyo sólo le recriminó a Isidro que por qué insultaba a su madre y “en segundos”, según ella, cogió un leño apilado en el jardincillo de la casa y golpeó a Goyo con tal saña que no pudo reaccionar.
Con la víctima ya en el suelo, en un charco de sangre y vecinos por allí, se supone que Isidro siguió con el palo amenazándolas e insultándolas a ellas y no mostró arrepentimiento. “Estaba furioso”, ha rematado la ex, que sostiene que ni la presencia de la niña ni de la Guardia Civil lo hizo deponer su actitud.
La exmujer también ha ilustrado al tribunal popular que juzga el caso esta semana en la Audiencia de Ciudad Real que dos años antes de esto ella lo abandonó por miedo. Decidió irse de casa y dejar a sus dos hijas –aparte de la que presenció la bronca tienen otra más mayor con una orden de alejamiento del padre-, porque Isidro Doral, con el que ha convivido veintidós años, la maltrataba pero no quiso denunciarlo. La situación llegó a tal extremo que temió por su vida, “en una ocasión me dijo que me iba a matar y le ponía candados a la nevera para que comiéramos cuando él quisiera”.
La hija de 13 años ha declarado por videoconferencia
El testimonio de la exmujer, que ejerce la acusación particular, ha abierto una intensa sesión de declaraciones en el segundo día de juicio por el crimen de Gregorio Chamorro, gaditano de 50 años afincado en Ciudad Real.
El más duro ha sido el de la hija de ambos, una niña de trece años (tenía once cuando vio a su padre matar a la nueva pareja de su madre) que ha testificado por videoconferencia. La menor, que reconoce que al principio tenía pesadillas “pero ya no”, le ha respondido al fiscal, ha explicado que aquel domingo en que su madre fue a llevarla al pueblo con su padre “empezaron a discutir, como siempre”. Una situación que ella combatía metiéndose en la casa y poniendo la tele alta para no enterarse. La novedad es que esta vez también escuchó la voz de Goyo, la nueva pareja de su madre, y se asomó, entonces dice que vio a su padre golpear al otro hombre con el palo. “Gregorio se puso delante de mi abuela, como para protegerla”, después recuerda que salió de la casa y los vecinos se la llevaron de allí.
“Venid aquí cacho putas”
La exsuegra del acusado, la otra testigo presencial de la bronca, ha declarado en términos muy parecidos a los de su hija, ha explicado que siguió golpeando a Gregorio, una vez que cayó al suelo con el leño, “le dio a fondo”, y que luego las amenazó a ellas profiriendo insultos del tipo “venid aquí cacho putas”.
“Con este ya no vas a comer marisco”
Dos vecinos del acusado, que salieron al escuchar las voces e intentaron mediar, han explicado también que Isidro Doral siguió con el palo pese a que Gregorio estaba ensangrentado y tendido en el suelo, y aunque hoy no recordaban las palabras exactas, en su momento uno de ellos declaró que el acusado profería frases como jactándose de lo que había hecho del tipo “con este ya no vas a comer marisco”.
Agravante de género
Isidro Doral, de 60 años, natural de Porzuna y vecino de El Robledo, se enfrenta a penas de entre 23 y 15 años de cárcel por lo que hizo. Para la fiscalía es autor de un delito de homicidio por el que solicita quince años, mientras que la acusación particular entiende que cometió un asesinato con varias agravantes, entre ellas “razones de género”. Según el abogado de la mujer Santiago Ballesteros Isidro quería menoscabar la autoestima de su exmujer que había rehecho su vida.
José Antonio Cano Plaza, el abogado defensor, solicita que sólo sea condenado por lesiones dolosas a no más de cinco años de prisión, y que en este caso cabe aplicar la atenuante de “arrebato y obcecación”.
El juicio continuará este miércoles con las pruebas periciales.
